REDACCIÓN | 21.11.2021
El prestigioso economista italiano Stefano Zamagni, profesor de la Universidad de Bolonia y de la Universidad John Hopkins (EE. UU), además de presidente de la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales, denunció en su conferencia como “estructuras de pecado” a los paraísos fiscales: “Como señala el magisterio de la Iglesia, además de los pecados personales, existe el pecado en las instituciones. Se trata de estructuras de pecado que no dan la posibilidad al ser humano de hacer el bien, y los paraísos fiscales son un ejemplo muy práctico de ello”.
“Nacidos fruto de una decisión de los países del G8 hace unos cuarenta años con el objetivo de que las grandes corporaciones depositen en esos lugares sus ganancias y se eviten pagar impuestos. Cuando un economista dice que los paraísos fiscales son fundamentales dentro de la actividad financiera está mintiendo, es vergonzoso. No existían antes”, lamentó.
‘Land grabbing’
Otro ejemplo de estructuras de pecado en la economía mundial para Zamagni son los ‘land grabbing’ o contratos de tierras: “La ONU normalizó esto hace 28 años, pero es una vergüenza. Hay que ver lo que está pasando en América del Sur y África con esos contratos, gracias a los que algunos países obtienen el permiso de explotar territorios de otras naciones, pero no para aumentar la tasa de desarrollo de estos, sino para obtener recursos para sí mismos”.
Transformar estas y otras “estructuras de pecado” es una de las tres propuestas de Zamagni para poner solución a las “vulnerabilidades económicas, sanitarias y espirituales” de la actual estructura de la economía global, “desveladas por la pandemia”. La más importante de ellas: introducir el concepto de “economía del cuidado”.
“El ‘homo economicus’, el hombre utilitarista, se pregunta por qué debe preocuparse de las generaciones futuras. Sólo si se pasa de éste al ‘homo curans’, si se llega a la economía del cuidado de la que habla Francisco en podremos cambiar las cosas. El principio de fraternidad que expone el papa nos dice a cada uno que, es cierto, debemos actuar en nuestro propio interés, pero de una manera que también ayude a los demás, que favorezca al bien común. Las consecuencias políticas de esto serían enormes”, remarcó.
La pandemia ha dejado a millones de niños en una situación “devastadora”
Suárez-Orozco abordó en su conferencia los efectos “escalo- friantes” de la pandemia en la educación de los niños y jóve-nes: “El hambre y la desnutrición continúan paralizando a mi- llones de criaturas, que padecen hambre crónica y no reci-ben alimentos suficientes para llevar una vida activa. La desnutrición, además, amplifica el efecto de todas las enfermeda-des: un niño con hambre no puede crecer ni aprender”.
“Cerca de 19 millones de niños y jóvenes están siendo dañados y sufriendo pérdidas que marcarán su futuro. La pandemia ha sido un choque catastrófico que está privando a los niños del acceso a la escuela, a la nutrición, a la salud. Según UNICEF, el progreso ha retrocedido alarmantemente desde que se declaró la pandemia, dejando a tantos niños ante una nueva normalidad devastadora”.