Alejandro Planells Medina sufre parálisis cerebral infantil de nacimiento. No puede apenas moverse ni articular palabra, pero sí puede comunicarse, a través de gestos y sonidos, y mostrar sus sentimientos. El pasado domingo 19 se mostraba -como puede apreciarse en la fotografía superior- feliz y contento. Recibió los sacramentos de la Comunión y la Confirmación en su parroquia, arropado por su familia, su catequista y toda su comunidad parroquial.
❐ EVA ALCAYDE | 21.12.21
Alejandro quiso nacer como Jesús de Nazaret, un 24 de diciembre de hace casi 36 años. No lo hizo en un pesebre, sino en la comodidad de un hospital, aunque también llegó a este mundo con su propia cruz a cuestas. Aparentemente Alejandro era un bebé normal, pero a los pocos días ya se le detectó una malformación en el paladar y tras las pruebas pertinentes se le diagnosticó una parálisis cerebral infantil.
Su desarrollo fue lento, pero sus padres Daniel Planells y Fina Medina siempre lo han educado como al resto de sus hijos -Alejandro es el cuarto de cinco hermanos-, siguiendo el modelo de la familia de Nazaret y queriendo para ellos una gran formación humana, intelectual y espiritual. La familia pertenece precisamente a la parroquia Sagrada Familia de la localidad de Torrent.
Alejandro tiene la movilidad muy reducida, va en una silla de ruedas y no puede hablar ni articular palabras, se comunica a través de sonidos y gestos. Tampoco puede masticar, ya que en la zona bucofaríngea tiene una sensibilidad tan acentuada que tragar alimentos le produce dolor, por lo que toma alimentos semisólidos, como el arroz, y triturados.
Sin embargo, Alejandro tiene una capacidad cognitiva y espiritual muy desarrollada. Es consciente de todo lo que vive a su alrededor y se hace entender relacionando cosas y colores y gesticulando. Si quiere comer, por ejemplo, hace el gesto de llevarse una cuchara a la boca y si quiere salir de paseo hace como si manejase un volante.
Alejandro acude asiduamente a su parroquia y aiste a las eucaristías semanales con sus padres. Desde muy niño ha participado con toda su familia en los Encuentros Mundiales de la Juventud y también en los Encuentros de las familias, peregrinando y colaborando desde su capacidad especial.
Tomar la comunión
Fina, la madre de Alejandro, siempre había tenido ilusión de que su hijo pudiera recibir el sacramento de la Comunión, pero era algo que guardaba para sí, casi en secreto.
Pero en el año 2010 sucedió algo que hizo que esta idea cobrara más fuerza. “Estábamos en el monasterio de las Hermanitas del Cordero, en Navalón, en una convivencia con los jóvenes de la parroquia para preparar la JMJ de Madrid que sería al año siguiente. Una de las hermanas que se acercó a comer con nosotros, y viendo la dificultad de Alejandro con la comida, me preguntó si había recibido la comunión. Me dijo que su dificultad no era un obstáculo y que no sería lo mismo si comulgaba que si no lo hacía, que habría un antes y un después para él y para su familia”, recuerda Fina que se tomó muy en serio las palabras de la religiosa.
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