❐ L.B. | 30.03.2022
A la misma hora en que el papa Francisco en la Basílica de San Pedro consagraba Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María, en la catedral de Valencia, el cardenal arzobispo Antonio Cañizares, rezaba la misma oración de consagración. Eran las 18:30 horas, del viernes 25 de marzo, solemnidad de la Encarnación.
A pesar de la intensa lluvia y el frío, los fieles fueron acudiendo poco a poco a la Catedral hasta prácticamente llenarla. Muchos de ellos, ucranianos que, una vez más, llenaron el templo con sus banderas azules y amarillas, como ya pasara el 28 de febrero, cuando el Cardenal convocó una oración por la paz en Ucrania a los pocos días de haber comenzado la invasión del país por Rusia.
La celebración siguió la misma estructura que la convocada por el Papa en el Vaticano y fue presidida por el propio Arzobispo y concelebrada por el obispo auxiliar emérito de Valencia, monseñor Esteban Escudero y el obispo auxiliar, monseñor Javier Salinas. También participaron una docena de sacerdotes entre los que se encontraba el capellán de la comunidad de ucranianos católicos, Vasyl Boyko.
“Que el mundo sea casa para todos”
En su homilía, el arzobispo de Valencia pidió por la paz en Ucrania y en Rusia “pero también por el mundo entero, ante las amenazas de que esta guerra se extienda a otros lugares”.
El Cardenal aseguró que “esta consagración a la Virgen nos lleva a colaborar para que este mundo nuestro siga siendo jardín y casa para todos, siga siendo lugar de paz donde brote la vida, de verdad, las flores de un nuevo mundo que siembre esperanza”.
El arzobispo de Valencia manifestó a los ucranianos presentes, el acogimiento en la diócesis, “yo estoy con vosotros, no me separo de vosotros, os quiero de verdad”, la Iglesia “no puede callar ante los abusos sociales, ante las injusticias y las opresiones, como las que estamos sintiendo en estos momentos con esta guerra”.
También destacó que ante “la guerra injusta en Ucrania y por cuantos tienen que huir de su país, la voz de la Iglesia está cargada de esperanza con la buena noticia del Evangelio de la vida y de la paz, porque la Iglesia no puede callar y sale en defensa del hombre amenazado, de la vida despreciada y perdida, y clama por el inocente, apuesta fuerte por la vida y por la paz”.
El cardenal Cañizares señaló que “para todos los que tienen que huir de su pueblo, de su casa, su ciudad y su patria, para ser acogidos como refugiados en otros países, hay una buena noticia para ellos, porque hay una luz, el Evangelio, que sigue iluminando hoy la oscuridad de la cultura de la muerte”.
“Hoy están rompiendo y disgregando a tantas familias que son origen y promesa de vida en países hermanos nuestros, y también existen ideologías destructivas que tanto daño hacen, en un nuevo orden mundial, como denuncia el papa Francisco, y que son ideologías contrarias al hombre y a la vida”, subrayó.
También recordó las encíclicas y exhortaciones apostólicas del papa Francisco a favor de la ecología integral del hombre y de la vida frente a tantas ideologías destructivas que tanto daño están haciendo a la humanidad y manifestó que “nadie en este tiempo habla con tanta fuerza, con tanta claridad y verdad y con tanto amor y ternura en defensa del hombre amenazado, de la vida y de la paz, como san Juan Pablo II, Benedicto XVI y el papa Francisco”.
Guerra oculta contra la vida
Además, el Arzobispo denunció que “simultáneamente con esta guerra en Ucrania, hay una guerra oculta, una guerra contra la familia, -los abortos, la eutanasia-, es una guerra contra el hombre, es una guerra claramente, en la que está amenazada la humanidad y la vida. Por ello, es necesario en la sociedad el Evangelio del amor, el Evangelio de la paz, el Evangelio de la vida”.
“El Evangelio es sanación, cura nuestras heridas para que tengamos vida y paz. Y nos trae a Dios, que es vida, y es paz que nos reconcilia y nos hace a todos hermanos”, afirmó.
Flores blancas para la Virgen
Tras las lecturas y la homilía del Cardenal, hubo una celebración penitencial. Los sacerdotes se distribuyeron por las capillas del templo y durante media hora estuvieron confesando a los fieles que se iban acercando. También el cardenal Cañizares impartió el sacramento del perdón a muchos de los fieles.
A las 18:30, hora establecida para la consagración, concluyó la penitencial. El Arzobispo, arrodillado ante la imagen de la Virgen del altar mayor de la Catedral, cuyo retablo permaneció abierto, leyó el mismo texto que había sido preparado por el Papa.
Tras la oración el cardenal Cañizares ofreció un ramo de flores blancas a la Virgen, que colocó a los pies del retablo, tras lo cual, continuó la celebración de la eucaristía.
“Hemos puesto en manos de María la paz en Ucrania y Rusia. Hemos hecho la consagración de estos dos países hermanos al corazón de María. Estamos en buenas manos. Con toda confianza damos gracias a Dios”, añadió.
Y dirigiéndose a los muchos ucranianos presentes les dijo: “Queridos hermanos ucranianos, estamos con vosotros, con vuestras familias y compatriotas. Sentimos vuestro dolor. Compartimos el testimonio de fe y esperanza que nos dais cada día. Lo que necesitéis pedidlo. Entre todos hemos de llevar la cruz”.
Tras la procesión de salida, muchos de los ucranianos presentes se arrodillaron y permanecieron unos minutos en oración silenciosa mientras el resto de fieles abandonaba el templo.