❐ REDACCIÓN | 28.04.2022
Acaba de publicarse ‘Más allá del dolor. Transformar y trascender el sufrimiento’, una obra que nos habla del sentido del sufrimiento. Es un libro escrito desde una óptica humanista, pero con sensibilidad cristiana, como es la propia de su autor, José Luis Guinot, jefe clínico de oncología radioterápica del IVO y presidente en Valencia de la Asociación Viktor Frankl para ayuda ante el duelo, el sufrimiento, la enfermedad o el vacío existencial. Dos facetas que le conceden una experiencia profunda sobre el mundo del sufrimiento. El programa ‘El espejo de la Iglesia en Valencia’, de Cope Valencia, entrevistó al doctor Guinot sobre su último libro.
- ¿Cuales son las claves principales de este nuevo libro?
- La primera es poder mirar al sufrimiento de cara, preguntarnos por qué el dolor y el sufrimiento forman parte de nuestra vida y si tienen realmente algún significado.
Todo sufrimiento nos está indicando que hay un cambio. Y ese cambio nos saca de nuestra paz, de nuestro equilibrio, por eso tenemos esa sensación de malestar, de que algo no funciona. Es decir, todo sufrimiento es una alerta que nos está diciendo: haz algo, cambia algo. Porque si no lo hacemos, sigue y puede hacerse crónico y generar más sufrimiento. - En el libro hablas de muchos tipos de sufrimiento. ¿Hay una base común a todos ellos o cambia el sentido y las respuestas que debemos darles?
- Realmente cambian. Sin hacer un tratado, he intentado abordar todas las dimensiones del ser humano para comprender mejor quién somos. El dolor físico, ese que todos conocemos, que no nos deja vivir y que necesitamos calmar, no es único, siempre se asocia a un sufrimiento emocional. Porque no es lo mismo vivir ese dolor con acompañamiento que en soledad. Y eso nos genera un sufrimiento añadido que es emocional y requiere de una persona cercana, alguien que nos acoja.
E igualmente, eso genera un cambio en el ritmo de vida. A lo mejor ya no podemos trabajar, lo que provoca, además, un sufrimiento social.
Y también está lo que se ha dado en llamar sufrimiento anticipado. Sufro porque me planteo qué va a pasar mañana, aunque no sé si ocurrirá, con lo cual es un sufrimiento innecesario muchas veces.
También hay sufrimiento cuando miramos hacia atrás y vemos ese remordimiento del pasado, esa culpa que nos acompaña, que no nos quitamos de encima.
Y hay un último sufrimiento en la dimensión espiritual. Es la búsqueda del sentido de la vida, que puede generar ese vacío existencial e incluso espiritual. Hablo de las noches oscuras, esa experiencia de perder el rumbo, de no saber para qué estoy aquí. - ¿Cómo se puede responder ante un sufrimiento que es imposible esquivar? ¿Qué valor tiene ese sufrimiento?
- Efectivamente, hay dolores de causa natural, que nadie puede evitar: una enfermedad, una tragedia, la muerte de un ser querido. Están ahí. Por eso he utilizado esos dos verbos en el título: transformar y trascender
Primero, transformar. Ante una adversidad que no puedes cambiar por dura que sea, tu actitud es fundamental. Puedes adoptar una actitud de depresión, quedar atrapado por el dolor y lamentándote; o adoptar una actitud de superación o de aceptación -que no resignación-, que te permite salir e ir más allá. Esa es la experiencia cristiana: transformar el sufrimiento en la cruz por una resurrección.
Pero he añadido trascender porque quiero proponer un paso más ante las situaciones de dolor que no podemos evitar. Y es que he de ser consciente de que a mi alrededor hay otras personas que también sufren y, en consecuencia, yo me puedo ocupar del dolor de otros. Son experiencia en las que te desprendes de tu propio sufrimiento para ocuparte de quien tienes al lado. Así se produce ese efecto de transformar verdaderamente un sufrimiento insoportable o inevitable en un acto de amor a los demás. Y eso hace que se alivie el propio dolor. Igual que la alegría compartida aumenta, el sufrimiento compartido disminuye
Parece que sea imposible, pero lo hacemos todos los días con nuestros hijos o con los padres ancianos. Además, en el libro doy pistas y claves con las que podemos ir paso a paso tratando de afrontar los sufrimientos inevitables. - ¿Qué valor tiene esta misión dentro de un contexto de sufrimiento, incluso extremo, como el de una persona en sus últimos días de vida?
-En realidad esa misión la tenemos todos cada día. ¿Para qué estamos aquí? Desde nuestra perspectiva cristiana tenemos muy claro que a través del amor a los demás, damos sentido a nuestra vida. Eso no quiere decir que cuando haya un sufrimiento muy intenso no sea más difícil hacerlo y que necesitemos apoyo porque a veces el dolor nos arrastra a un pozo sin salida. Pero hay personas en fase terminal que son capaces de seguir sonriendo, de acoger a quienes tienen alrededor y decirles esas frases esenciales que se quedan grabadas en la familia de dar gracias por lo que han hecho. Te das cuenta de que hasta en esas situaciones es posible ir más allá del dolor. - ¿Qué papel desempeñan las creencias religiosas frente al mundo del dolor?
- Nosotros tenemos los medios y las herramientas para darle un sentido al dolor y eso es valiosísimo. Pero no podemos convencer al otro de que es así. El reto de los cristianos es ser capaces de aplicar esto de tal manera que la otra persona pueda ver en nosotros a esa persona que es capaz de estar a su lado, de acompañarle, de estar con el otro, para que sienta verdaderamente esa presencia, que para nosotros es la presencia de Dios.
La experiencia cristiana es absolutamente valiosa y hay millones de personas a las que da sentido para ese sufrimiento tan difíciles de aceptar. Lo realmente importante es que esa persona pueda sentir alivio porque ve que hay alguien a su lado compartiendo su dolor.