❐ C.ALBIACH | 08.06.2022
“Nos hemos unido para orar y celebrar juntos el gran don del Espíritu Santo, que quiere entrar en nuestros corazones”. Con estas palabras de la delegada diocesana de Apostolado Seglar, Amparo Estellés, arrancó la vigilia de Pentecostés en la catedral de Valencia, que fue presidida por el obispo auxiliar emérito de Valencia, mons. Esteban Escudero. A la misma hora también arrancaba las vigilias en dos puntos más de la diócesis: en el Seminario Menor de Xàtiva, donde presidió el obispo auxiliar mons. Arturo Ros; y en la parroquia Santa Catalina de Vilamarxant, con mons. Javier Salinas. De esta forma la celebración, organizada por el Consejo y la Delegación Diocesana de laicos, abarcaba toda la diócesis.
Tres templos, por tanto, acogían esta fiesta en que la Iglesia celebra la venida del Espíritu Santo a los apóstoles y el inicio de la Iglesia, y con la que se cierra el tiempo litúrgico de Pascua. Cantos, que en Valencia ofrecieron el coro diocesano de Juniors M.D, lecturas de la Palabra de Dios y tiempos de silencio se fueron intercalando a lo largo de toda la vigilia. Además, se contó con el testimonio de diversos laicos que hablaron de cómo el Espíritu Santo actúa en su vida y en la misión que llevan a cabo en la Iglesia.
En el caso de la celebración en la Seo el primer testimonio lo ofrecieron un grupo de catequistas, entre ellos diversos jóvenes, de la parroquia San Leandro de la capital valenciana. “Para mi ser catequista es una bendición de Dios que nos permite anunciar el amor de Dios a los niños y a los jóvenes”, aseguraba la responsable de la catequesis. En este sentido, destacaba que “es Dios quien nos acoge primero en la Iglesia y después nos envía a la misión de anunciarlo”. “Nosotros acogemos a los niños y jóvenes con mucho cariño, como Jesús nos enseñó, y con la alegría de compartir algo grande con ellos: a Dios, nuestro padre creador; a Jesús, nuestro amigo y modelo y al Espíritu Santo, que nos impulsa a hacer el bien”; añadió. La catequista también animó a ponerse al servicio de la catequesis: “Es Dios quien capacita para esta misión”.
Delisa y William, junto a sus tres pequeños hijos, compartieron el testimonio como familia cristiana. “Como familia somos Iglesia y somos uno ante Dios. A pesar de la tensión del día a día o de las peleas es el Espíritu Santo es el que nos ayuda a hacer la voluntad de Dios y quien pone orden”, aseguraron. Este matrimonio, que vive su fe en Encuentro Matrimonial, también señaló que es “el Espíritu Santo quien nos da el amor y el perdón en la familia”. “Si apostamos por una educación católica para nuestros hijos es porque sabemos que les ayudará a ser felices”, añadieron.
Por su parte, Marga, directora de un colegio diocesano, habló de la misión en el mundo de la enseñanza. “La educación te da momentos muy bonitos, pero acompañar a los alumnos no siempre es fácil. La situación actual nos ha afectado mucho, y cada vez tenemos más situaciones complicadas, pero tenemos que estar ahí y dar respuesta a las necesidades de los alumnos”, aseguró. “Concebimos el colegio como una familia y los profesores deben hacerlo lo mejor posibile y tratar a cada alumno como si fuera único”, añadió. El Espíritu Santo, añadió, “me anima a seguir estando ahí, acompañando, ya que siempre es mucho más lo que recibo que lo que doy”.
El último de los testimonios lo ofreció Mireia García, profesora de Religión del colegio diocesano de Benetússer y que ha participado en ocho experiencias misioneras durante el verano en países como Marruecos, República Dominicana, Perú y Mozambique. “Un gran regalo”, tal y como definió. “En las tierras de misión es donde es más fácil encontrarse cara a cara con Dios y donde he podido ver de una forma más clara la acción del Espíritu Santo. En este sentido, explicó que ella ve a los misioneros como “los grandes portadores del Espíritu Santo”: “tienen una fuerza especial para estar todo el día sirviendo, además de rezando. Cuando estás con ellos ves en sus proyectos auténticos milagros de Dios”.