Un grupo de 12 voluntarios valencianos de la ONG Intervención, Ayuda y Emergencia no dudaron en desplazarse a Turquía nada más conocer los terremotos que han dejado una imagen desoladora en muchas ciudades. Hasta allí han ido a rescatar personas entre los escombros. Entre los voluntarios está María José Rodríguez, enfermera valenciana: “Lo hago desde el corazón sin esperar nada a cambio”.
❐ CARLOS ALBIACH |9.02.2023
En la madrugada del pasado 5 de febrero la tierra tembló en Turquía y Siria. Varios terremotos afectaron a ambos países, entre ellos uno de 7,8 en la escala de Richter afectó a los dos países.. A este se unió horas después un segundo terremoto de 7,5 en el sureste turco. El seísmo redujo a escombros miles de edificios y ha dejado más de 5.000 víctimas mortales en ambos países, que no dejan de aumentar a medida que pasan los días. Además en el caso de Siria se une al drama que ya vivía el país por la guerra.
Desde que ocurrió el primer terremoto Turquía y Siria comenzaron una búsqueda contrarreloj para encontrar supervivientes. Además, la comunidad internacional también se movilizó para ayudar en el rescate.
En Valencia, la ONG IAE (Intervención, Ayuda y Emergencia) nada más conocer la noticia del terremoto comenzó a mover cielo y tierra para ofrecer su ayuda. Ellos son especialistas en este tipo de catástrofes y aportan dos perros adiestrados para encontrar personas entre los escombros. A las 8 de la mañana del lunes 6 ya introdujeron sus datos en la plataforma de Naciones Unidas para ofrecer ayuda. Mientras el equipo de la organización, con sede en Algemesí, comenzó con todas las gestiones: vuelos, permisos, seguros, preparar los 700 kilos de material de rescate, así como todo lo necesario para que el equipo pudiera estar una semana, etc. Horas después a las 12 h. ya les autorizaron para ir a la ayuda y con los 12 voluntarios preparados, entre los que hay bomberos y sanitarios, salieron rumbo a Madrid para coger el vuelo a Turquía. Pasadas las 5 de la tarde volaban hacia el país turco y una vez allí volaron a Adana, donde hicieron alguna intervención pequeña en algún edificio, y de ahí se trasladaron a Adiyaman, una de las ciudad más afectadas y que quedaron reducidas a escombros.
Entre los voluntarios de IAE se encuentra María José Rodríguez Navarro, enfermera del hospital La Fe de Valencia. “Cuando nos enteramos del terremoto no dudamos en ponernos en marcha. Nosotros nos preparamos para este tipo de catástrofes. De hecho, entrenamos durante todo el año dos día a la semana y cada mes hacemos un entrenamiento especial en una área grande o un simulacro”, cuenta. “Es importante responder con rapidez, cuanto antes nos pongamos más posibilidad de encontrar supervivientes”, explica.
Cuando PARAULA habla con ella aún no han llegado a la zona asignada, pero ya han podido percibir el alcance de la catástrofe. “Están muy afectados, he visto a hombres llorar”, detalla. Aunque la situación es difícil y el tiempo pasa rápido, además que hace frío María José no pierde la esperanza en encontrar supervivientes. “La esperanza nunca hay que perderla”, señala. Para ella no es el primer terremoto en el que ayuda, puesto que ha estado en 6 de los 12 en los que ha intervenido IAE desde su fundación hace 25 años.
“Creo que esta es mi misión”
¿Qué es lo que le ha llevado a realizar esta ayuda? “Sabemos que hay riesgo, pero tampoco soy una kamikaze, pero siento la necesidad de ayudar. Yo hago lo que me gustaría que hiciesen conmigo”, detalla la enfermera, que también destaca la importancia de la vivencia de la fe. “Creo que la misión que tengo para ayudar a las personas es esta, lo hago desde el corazón sin esperar nada a cambio”, añade.
Además de ofrecer la ayuda en el rescate con los perros también tienen una tarea de acompañar a los supervivientes. “Cuando montamos la puesta sanitaria hay gente que no le ha pasado nada, no tiene ningún rasguño, lo único que quiere es que hables con ella, le des la mano, le mires a los ojos, quieren comprensión y nada más”, añade. Horas antes de ponerse con el rescate no pierde la esperanza y recuerda como compañeros suyos en otros terremotos encontraron vida en medio de tanta desolación.