Cien años después de la Coronación Canónica de la Virgen de los Desamparados, Valencia ha cambiado mucho, pero hay algo que sigue igual: el amor de los valencianos por su Patrona. Y lo demostraron, una vez más, cuando la imagen original de la Mare de la Déu hizo una salida extraordinaria de su Basílica, tras ser bajada del camarín, para ser trasladada en procesión hasta la Catedral, donde tuvo lugar una vigilia que se prolongó durante toda la noche.
❐ L.B. | 19.05.2023
Impresionante. Así fue la respuesta de los valencianos a la llamada de su Madre, la Virgen de los Desamparados el viernes 12.
Convocados a las 20 horas para acompañarle rezando el Rosario desde la Basílica a la Catedral, media hora antes ya era imposible acercarse a ninguna de las calles del recorrido de la procesión. Al aproximarse se intuía la magnitud del evento, pero era imposible imaginar lo que realmente te encontrabas al llegar.
Recibimiento atronador
Poco antes de la hora prevista de salida, desde el interior de la Basílica ya se escuchaba cómo sonaban en la Plaza de la Virgen los primeros piropos para la patrona. “Valencians, tots a una veu, vixca la Mare Déu!”, repetían algunas voces.
Unas horas antes, la imagen original de la Virgen de los Desamparados había sido bajada del camarín y colocada a los pies del altar mayor de la Basílica, donde tuvieron lugar las solemnes Vísperas Pontificales. En la celebración tomaron parte el Arzobispo, obispos, cabildo de la Catedral y el clero de la Basílica, e intervino la Escolanía de la Virgen.
La imagen original de la Mare de Déu salió por la Puerta de Bronce de la Basílica puntual en su cita con los valencianos y en las andas de plata recientemente restauradas. Un grupo de 30 Seguidores de la Virgen salió llevándola a hombros, algo que no ocurría desde hacía 80 años. Después se fueron turnando con una treintena de sacerdotes.
En las caras de los portadores se veía el esfuerzo pero también la emoción, compartida por todas las personas que llenaban la plaza al paso de la ‘Mareta’.
Al aparecer la Mare de Déu por la Puerta de Bronce, Valencia respondió, como no podía ser de otra manera, con una explosión de alegría sonora: el volteo de las campanas del Micalet, la Marcha Real interpretada con el órgano, 21 salvas de ordenanzas y el aplauso atronador de las personas que arroparon a su Patrona en esta salida extraordinaria.
Después comenzó la procesión con el rezo del santo Rosario, de camino a la Catedral, por un itinerario que rodeaba la fuente de la plaza. Tras la imagen de la Virgen de los Desamparados, el arzobispo de Valencia, monseñor Enrique Benavent, presidiendo la procesión, acompañado por el rector de la Basílica, Melchor Seguí, y el vicario general de la Archidiócesis, Vicente Fontestad, y los Obispos, y cerrando la comitiva, la Junta de Gobierno de la Archicofradía.
Delante de la imagen, en la cabecera de la procesión, la Cruz alzada, las entidades vinculadas a la Basílica y a la Mare de Déu, sacerdotes, Clero de la Basílica y el Cabildo de la Catedral.
Los piropos no cesaron en todo el recorrido, envuelto también en pétalos que lanzaban desde algunos balcones e, incluso, desde la propia calle. Tras recorrer la calle del Micalet, la imagen original llegó hasta la Catedral, donde entró por la Puerta de los Hierros.
Espera emocionada
Mientras, en una Catedral totalmente abarrotada e iluminada para la fiesta, se respiraba la emoción de la espera. Cuando la procesión pasó por delante de la Puerta de los Apóstoles, que permaneció abierta todo el tiempo, fueron muchos los que se acercaron para ver la imagen de la Virgen desde dentro de la Catedral, a la vez que todos los presentes se levantaron y aplaudieron, mientras a duras penas podía oírse el Rosario.
A las 20:30 llegó la cabeza de la procesión a la Catedral, con la Corte de Honor de la Virgen. Al entrar por la Puerta de los Hierros, los vítores no cesaban. La imagen era portada a hombros por sacerdotes. y precedida de la umbrella y el tintinábulo de la Basílica, así como por el cabildo catedralicio,
Con sumo cuidado, la imagen fue colocada en el trasaltar que había sido colocado para la ocasión. Inmediatamente todos los presentes entonaron el Salve Regina, mientras intentaban contener los vítores y la emoción de los fieles.
El acto concluyó con la bendición impartida por el arzobispo y el canto del Himno de la Coronación, a las 21 horas.
El templo, que en todo momento estuvo completamente lleno, tardó una hora en despejarse.