El Museo de la Catedral de Valencia acoge, hasta el próximo 31 de marzo, una exposición con lienzos, tablas, esculturas y piezas arqueológicas -muchas de ellas, obras inéditas nunca antes expuestas- que ha sido organizada con motivo del primer centenario del Museo Arqueológico Diocesano de Valencia.
❐ MARÍA A. PICALLO| 16.2.24
La nueva exposición que acoge el Museo de la Catedral de Valencia “es testimonio de gratitud hacia un legado que hemos recibido que formó parte de un movimiento más amplio impulsado desde la Santa Sede para poner en marcha museos diocesanos para preservar el patrimonio artístico y para que los sacerdotes conocieran el valor de estas obras”, tal y como señaló el arzobispo de Valencia, monseñor Enrique Benavent, encargado de inaugurar la muestra que lleva por título ‘El antiguo Museo Arqueológico de Valencia. Un. Proyecto de salvaguarda del patrimonio religioso valenciano’, ubicada en el segundo piso del Museo de la Catedral y que estará abierta al público hasta el 31 de marzo.
Esta exposición “es testimonio de gratitud hacia un legado que hemos recibido que formó parte de un movimiento más amplio impulsado desde la Santa Sede para poner en marcha museos diocesanos para preservar el patrimonio artístico y para que los sacerdotes conocieran el valor de estas obras”, destacó Mons. Benavent.
Es, por tanto, “una llamada a continuar cuidando el patrimonio artístico que es fuente de vida cristiana y de aportación de la Iglesia al mundo de la cultura, y un estímulo para que no veamos el arte cristiano como algo del pasado y para que la belleza sea instrumento para la evangelización y para la transmisión de la fe”, concluyo.
Por su lado, José Verdeguer, canónigo responsable de Patrimonio de la Catedral, explicó que la finalidad es “conmemorar el centenario del Museo Arqueológico que fundó el cardenal Enrique Reig y Casanova, arzobispo de Valencia entre 1920 y 1923. Fue la primera vez que se reunió un conjunto numeroso de piezas que estaban dispersas en iglesias y en peligro. Tenía vocación de continuidad pero el incendio de 1936 en el Palacio Arzobispal lo impidió ya que destruyó gran parte de las obras”.
Este museo “se planteó con una doble función: por un lado, conservar y mostrar las obras que allí se exhibían y por otro, educar por medio de ellas, enseñar y formar”, señaló Verdeguer, responsable del Museo de la Catedral.
Papel clave del cardenal Reig y de dos sacerdotes
Se pretende “poner en valor el Museo Arqueológico en este centenario y mostrar la historia de esta importante institución museística eclesiástica, uno de cuyos fines era conservar y estudiar el rico patrimonio religioso de la diócesis, misión que cumplió 14 años, hasta el estallido de la Guerra Civil”, explica Néstor Olucha, comisario de la muestra y doctorando en Historia del Arte en la Universitat de València.
Su fundación en 1923 “fue fruto del empeño del cardenal Reig y también es importante hacer hincapié en la labor de dos sacerdotes que se preocuparon por la conservación de estas obras: Francisco Vidal y Soler y a Antonio Barberá Sentamans”, señala.
Vidal fue el primer conservador del Museo Arqueológico y Barberá fue el responsable del mismo cuando el cardenal Reig partió a Toledo tras ser nombrado Cardenal Primado. Además, fue el que redactó el catálogo con todas las obras del Museo, de cuya publicación también se cumple el centenario, expuesto en esta muestra.
“Muchas piezas que se exponían en el Arqueológico, no destruidas en 1936 y salvadas tras la Guerra Civil, se exponen ahora en la Catedral, por tanto, el Museo Arqueológico fue el germen en el que bebe el actual Museo catedralicio”, comenta Olucha.
Arqueología como sinónimo de rescate de obras
El Museo exhibía, además de pintura y escultura, orfebrería, textiles y obra gráfica. En este sentido, “el componente arqueológico del nombre deriva de un significado del término distinto al actual: no es una arqueología de excavación estratigráfica sino que está relacionado con el concepto del siglo XIX referente al rescate de obras”, precisa.
Así, el cardenal Reig “se dedicó en sus visitas pastorales a rescatar en las parroquias de la diócesis numerosas piezas en desuso, como trozos de retablos, muy buscadas en la época para el tráfico de arte”, explica. El mismo Cardenal fundó en 1916 el Museo Diocesano en Barcelona y, posteriormente, el de Toledo.
Recorrido por la exposición actual
La primera parte está dedicada a la fundación del Museo Arqueológico. Puede verse un retrato del cardenal Reig, una Virgen con Niño y el catálogo original del Museo, de 1923, y dos fotografías, de Francisco Vidal y de Antonio Barberá, entre otras obras.
La segunda parte sirve de representación del propio Museo Arqueológico y muestra piezas de óleo sobre tabla y lienzo, relieve, escultura y piezas arqueológicas.
Destaca la obra ‘San Miguel pesando las almas’, de Rodrigo de Osona (siglo XVI), eje vertebrador de la muestra, dañada por el incendio del 36 y restaurada por María Gómez, doctora en Bellas Artes. Al igual que otras piezas de la Catedral; el óleo sobre tabla ‘Christus Patiens’, de Vicente Macip (s. XVI), desaparecido en la Guerra Civil y recuperado por la Seo en 2021; así como dos capiteles y un candelabro gótico.
También puede verse el lienzo ‘Sagrada Familia’, de Jerónimo J. Espinosa (s. XVII), con apariencia oscurecida por la pérdida y alteración de veladuras por el incendio.
La exposición dedica, además, un apartado a dos piezas pendientes de restauración, con las que “se pretende mostrar el estado en el que quedó parte del patrimonio tras la Guerra Civil”. Se trata de la ‘Virgen dolorosa’, del siglo XVIII, y una tabla “en un estado deficiente de conservación por el incendio de 1936”, según Olucha.
También se expone una tabla de ‘San Blas’, del Maestro de Artés (s.XV), que es una de las últimas piezas quemadas -restaurada por María Gómez- que ha recuperado todo su esplendor y belleza.
Un Museo en el Palacio Arzobispal
Instalado en varias salas del piso superior del Palacio Arzobispal, el Museo Arqueológico Diocesano se organizaba en tres amplios salones donde fueron distribuidos los cerca de 230 objetos que integraban las colecciones permanentes. Entre ellos destacaban pinturas sobre tabla y sobre lienzo, relieves, esculturas, ropas litúrgicas, libros y pergaminos, orfebrería e incluso restos arqueológicos. Todo presentado según los criterios museísticos del momento.
El comienzo de la Guerra Civil supuso el final del Museo Arqueológico. El 21 de julio de 1936, el Palacio Arzobispal fue asaltado e incendiado, al igual que la Catedral y otros edificios religiosos, lo que supuso “la pérdida definitiva de una porción muy significativa del patrimonio histórico-artístico y graves deterioros en otras piezas que, a pesar de todo, han llegado a nuestros días y pueden verse en el actual Museo de la Seo”.