Celebrada conjuntamente con la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, la Jornada de Vocaciones Nativas es esencial para cimentar la Iglesia de África, Asía, Oceanía y partes remotas de América. Con lo que las Obras Misionales Pontificias recaudan, el Papa puede apoyar cada año a 725 seminarios diocesanos en las misiones que acogen 83.673 seminaristas.

BELÉN NAVA

El año pasado las Obras Misionales Pontificias distribuyeron 16.247.679 de euros para que los seminarios diocesanos en las misiones puedan permanecer abiertos. Como los territorios de misión coinciden en gran medida con las zonas más pobres del planeta, en muchas ocasiones estas vocaciones no cuentan con el apoyo económico de sus familias. Y por ello, la Iglesia tiene que hacerse cargo de todos los gastos, para que ninguna vocación se pierda. En la actualidad hay 725 seminarios diocesanos en los territorios de misión que necesitan el apoyo económico de toda la Iglesia para poder permanecer abiertos: 483 en África, 227 en Asia, 5 en Oceanía y 10 en América.

El Papa ayuda cada año a cada uno de estos seminarios diocesanos, y lo hace a través de la Obra de San Pedro Apóstol, una de las OMP. El año pasado esta Obra distribuyó 16.247.679 de euros a nivel mundial entre todos ellos –1.762.519 de euros salieron del bolsillo de los españoles–. Se apoya los gastos diarios de cada uno de ellos, el mantenimiento, nuevas construcciones, becas de estudio, formadores… Y también se apoya a los noviciados locales en el primer año de formación de sus novicios. La ayuda que OMP pueda enviar el próximo año depende en gran medida de la generosidad de los católicos con la jornada de Vocaciones Nativas.

Rezar por las vocaciones del mundo, en especial por las nacidas en los territorios de misión, acompañar, así como despertar la inquietud vocacional entre los jóvenes invitándoles a interrogarse sobre su vocación, son algunas de las intenciones de esta celebración, a la que el Arzobispo de Valencia, mons. Enrique Benavent dedica también su carta. 

Por ello, parroquias y comunidades de la diócesis elevan oraciones y dedican también donativos porque la colaboración económica es esencial para que ninguna vocación se pierda por falta de recursos. 

Según expresa el delegado de Misiones del Arzobispado de Valencia, Arturo Javier García, “las vocaciones nativas son el presente de las Iglesias locales, llevan el Evangelio a su gente, y representan el futuro de la Iglesia porque su formación asegura solidez a la Iglesia católica y universal”.

España ocupa el primer puesto en el ranking de solidaridad con la Obra de San Pedro Apóstol. La diócesis de Valencia aporta también becas de formación que se ofrecen en mayo a la Virgen de los Desamparados, en el tradicional acto de las guirnaldas en la Basílica. También se pueden realizar donativos puntuales, incluso de forma anónima, para colaborar con la labor misionera; hacerse socio; a través de herencias y legados; o bien financiando becas de ayuda a la formación espiritual, académica y pastoral de las vocaciones nativas para sostener las necesidades de los seminarios y noviciados de los territorios de misión.

Además de las aportaciones económicas personales y en la colecta en las parroquias en la Jornada, hay un sistema de becas para financiar de manera concreta un periodo de formación de una de estas vocaciones. Hay tres modalidades: de beca completa, 2.000 euros, para seis años de formación; de media beca, 1.000 euros, para tres años de formación; y un curso académico de 350 euros. 

La Obra de San Pedro Apóstol pide sobre todo oración, para que Dios siga moviendo los corazones de los jóvenes en los territorios de misión a decir sí al Señor a pesar de las dificultades. Y también pide colaboración económica, para que esa llamada no quede frustrada.

COSTA DE MARFIL

En el caso de Costa de Marfil –en este país se centra el vídeo de la campaña de este año que lleva por lema ‘Hágase tu voluntad. Todos discípulos, todos misioneros’– la evangelización no fue fácil. Tras dos intentos fracasados en el siglo XVII, el 28 de octubre de 1895 comenzó propiamente la evangelización, de la mano de dos sacerdotes de la Sociedad de Misiones Africanas (SMA): fueron los padres Alexandre Hamard y Emile Bonhomme. Pronto se bautizaron 43 personas: la semilla estaba plantada. Desde entonces ha habido una explosión vocacional. En los últimos 40 años se ha multiplicado por 10 el número de sacerdotes diocesanos nativos. Y tienen cantera, porque se están formando en la actualidad 756 seminaristas en los diez seminarios diocesanos del país, todos ellos ayudados cada año por la Obra de San Pedro Apóstol, como se ve en el vídeo de esta Jornada.

El Padre Jean Noël Gossou, director OMP Costa de Marfil explica que “muchos misioneros han muerto para que la fe católica pueda arraigar en nuestro país. Este trabajo continúa hoy con nosotros, los sacerdotes nativos” y puntualiza que “las OMP cada año ayudan mucho a nuestro país y por eso estamos agradecidos, porque sin esta ayuda tendríamos dificultades”.

El Padre Jean Cirile Zekamoné, sacerdote de la diócesis de Abiyán,  también comenta que “es un orgullo tener muchos sacerdotes en los pueblos de mi región. Tanto es así que hay pueblos donde cuentan el número de sacerdotes para ver si han recibido más o menos el mensaje de los misioneros. La Obra de San Pedro Apóstol nos ha dado mucho”.

El rector seminario menor Saint Augustin, padre Marius Koamé, indica que “cada año se crean nuevas parroquias y los cristianos son cada vez más numerosos, y por ello es importante que haya pastores para conducirlos. Las ayudas de OMP que recibimos se utilizan para garantizar el funcionamiento de la casa”.