MARTA ALMELA | 14.6.24
La Institución Teresiana (IT), Asociación internacional de fieles fundada por San Pedro Poveda en 1911, celebra este año el centenario de su aprobación por el Papa Pío XI, el 11 de enero de 1924. Con esta aprobación pontificia, la institución, que ya contaba con un amplio reconocimiento en la sociedad española, recibió el aval de la Iglesia universal, que hizo posible su crecimiento y expansión por otros países.
“Celebrar cien años de la aprobación por parte de la Iglesia es muy importante, es una alegría inmensa, porque supuso reconocer la trayectoria de vida que ya había iniciado un grupo de cristianos que entendieron que un modo de llevar la buena noticia del Evangelio al mundo era este modelo inspirado por el Espíritu Santo a San Pedro Poveda”, señala Loreto Ballester, directora general de la Institución Teresiana desde 2000 hasta 2012 y catedrática jubilada de la Universidad Complutense de Madrid.
Un modelo basado en el compromiso por la promoción humana y la transformación de la sociedad, mediante la educación y la cultura, es decir, “poniendo a la persona humana en el centro de la historia, no de forma individualista, si no como centro de la formación, porque si la persona se forma será capaz de todo”, añade.
San Pedro Poveda, sacerdote de Jaén, tras su encuentro con la población marginada de Guadix, “entendió que no se podía hablar del Evangelio sin hablar de promoción humana, y que esa promoción requería la educación.” “En aquella situación social que le tocó vivir, en un periodo entre guerras, con una sociedad marcada por la inestabilidad, Poveda vio la necesidad de llevar a Cristo por todo el mundo”, señala José Ferrando, profesor jubilado de la universidad politécnica de Valencia y miembro Institución. “Siendo padre de familia tuve ocasión de conocer la Institución Teresiana y acogí la propuesta Povedana como modelo de vida”, añade.
Una institución que, a enseñanza de su propio fundador, tiene como referente a los primeros cristianos, ciudadanos de fe que se hacen presente en la sociedad a través de su profesión, su familia y su entorno, pero desde la experiencia de la hermandad, la comunión y la fraternidad. Así como a Santa Teresa de Jesús, “una persona plenamente humana, pero toda de Dios”, en palabras del propio Poveda.
Comenzó así San Pedro Poveda en su empeño por formar a los educadores que están en las escuelas públicas, de modo que ellos con su propia vida fueran ejemplo. Un proyecto de vida al que se fueron adhiriendo numerosos fieles, entre ellos, mujeres con vocación educativa que comenzaban sus estudios de magisterio. Tal fue así que Josefa Segovia, primera directora de la Institución Diocesana, fue la primera inspectora de enseñanza pública en Jaén.
Estudio y oración, claves de la Pedagogía Povedana
El diálogo entre Fe y Cultura es fundamental para la enseñanza, “pero para enseñar, primero se tiene que aprender, y para aprender es necesario estudiar e investigar”, señala Ferrando. “Uno no puede pensar que ya sabe bastante para enseñar, hay que estar en constante y permanente estudio, con el objetivo de que tu enseñanza sea de mayor calidad, no para ti mismo, si no para los demás”.
Por este motivo la Pedagogía Povedana une estudio y oración, “sin el estudio profundo no vamos a conocer la vida, a la persona y a la sociedad, y a su vez la oración, que nos refiere a Dios es también un modo de conocer la realidad”, señala Loreto recordando las palabras de Poveda: “Si falla la oración os desconectaréis del Señor de la vida, si falla el estudio no trataréis la realidad con la dignidad que tiene”.
Esa manera de profundizar dentro del humanismo cristiano, desarrollarlo y tratar a la persona como ser humano con su dignidad y valor incalculable, tiene hoy el mismo futuro que en sus inicios, ya que la sociedad en cada época y en cada contexto, siempre va a necesitar la educación y esa mejora y transformación a través de la enseñanza. “Es una alegría ver que el carisma cumple cien años y todavía más alegre pensar que tiene mucha continuidad”, añade José Ferrando.
Medalla de Oro de la UCV
Como señala Loreto Ballesteros, “aunque la mayor alegría es la satisfacción de internar hacer algo que valga para los demás, también es muy bonito cuando la sociedad reconoce ese trabajo”. Y así lo ha hecho este año la Universidad Católica de Valencia que ha concedido la Medalla de Oro de la universidad a la Institución Teresiana por su contribución a la promoción humana y la transformación social, a través de la educación y la cultura.
El acto de entrega estuvo presidido por el arzobispo de Valecnia y gran canciller de la UCV, monseñor Enrique Benavent, en el Centro Cultural La Beneficiencia.
La UCV reconoce así la labor de esta asociación internacional de profesionales laicos de la Iglesia católica con la que tiene una “gran vinculación por la misión evangelizadora común y por el peso que tuvo en la antigua Escuela de Magisterio Edetania desde sus inicios”.
El Armelar, referente educativo en Valencia, un colegio feliz
En la diócesis de Valencia contamos con un centro referente en la Institución Teresiana, el colegio “El Armelar”, ubicado en Paterna, entre las urbanizaciones de Terramelar y Valterna. Ofrece formación a 1200 alumnos desde Infantil hasta Bachillerato.
Una formación, “basada en la pedagogía Povedana, ese humanismo cristiano que intentamos hacer realidad día a día, no solo con el alumnado, si no con toda la comunidad educativa, para que llegue a todos los niveles, al claustro, al alumnado y a las familias”, señala José Vallés, director del centro.
“Nuestro objetivo es educar, la base fundamental es la educación tan necesaria en estos tiempos, en los que los jóvenes tienen muchos referentes que les pueden distorsionar la realidad y nuestro objetivo es aterrizarles en el verdadero sentido del ser humano y su integración en la sociedad”. Así como “ofrecerles la fe como algo muy hermoso, que Dios está aquí para acompañarles a lo largo de su vida”, señala José. En definitiva “trabajamos por sembrar esa semilla en los jóvenes que les convierta en personas íntegras, con capacidad crítica, solidarias y con sentido de la justicia”.
Con motivo del centenario de la Institución Teresiana el colegio participa en varias actividades en torno a la celebración. Entre ellas, el musical que cada año representan los alumnos, “en esta ocasión el argumento estuvo basado en la historia de la Institución. Todo un reto, con un guión escrito por nosotros, poniendo en valor la Institución y rindiendo homenaje a todos estos miembros que han hecho posible su realidad”, añade el director.
“Cien años de una idea transformadora” fue el título del musical que se representó en el mes de abril. Un proyecto realizado por el alumnado de 4º de ESO desde la asignatura de Artes Escénicas, junto a alumnos de 5º y 1º de Primaria, en total 170 alumnos coordinados por un equipo de profesores y ayudados por un grupo de familias implicadas . “Un espectáculo lleno de luz, arte, color y sobre todo mucha vida y esperanza”.
Otro de los actos previstos en el colegio con motivo del Centenario es la celebración de una eucaristía de acción de gracias presidida por el arzobispo de Valencia, monseñor Enrique Benavent, el próximo miércoles 19 de junio.
Pasear por las instalaciones del colegio El Armelar y conocer su día a día de la mano de sus protagonistas, además de comprobar su maravillosa infraestructura, permite percibir un ambiente especial, un colegio feliz arropado por una comunidad educativa, donde por encima de todo se encuentra la persona.
Prueba de ello es la implicación que los alumnos continúan teniendo con el centro, tras terminar sus estudios, y con la Institución Diocesana. Tal es el caso de Lucía, Alejandra y María, que participan en las actividades organizadas por Jóvenes IT (Institución Teresiana)
“Llevamos desde los 3 años aquí, somos ex-alumnas del Colegio el Armelar, donde hemos recibido los valores con los que nos hemos criado, con los que nos identificamos y con los que hemos crecido. Y para nosotras seguir ligadas con la Institución Teresiana es muy importante en nuestro día a día”.
“Ahora pertenecemos a un movimiento de jóvenes en el que nos reunimos por ciudades y compartimos nuestra experiencia en la fe, basada en los valores de Pedro Poveda”. Las jóvenes, estudiantes universitarias, participan en verano “en unas jornadas que son similares a un campamento donde continuamos formándonos, con muchas dinámicas, dirigido a la Institución Teresiana que, más allá del colegio, la consideramos nuestra casa allá donde vamos, ya que forma parte de nuestra personalidad”.
Preciesamente, el verano pasado, las tres estudiantes participaron junto a jóvenes de la Institución Teresiana en la JMJ de Lisboa. “Para nosotras ha sido una experiencia única, donde nos dimos cuenta de lo grande que es la Institución, con jóvenes de todo que forman parte de ella y en los que se nota esa huella especial que nos caracteriza.”
InteRed, la acción social en favor de la igualdad
Otro de los pilares básicos de la Institución Teresiana es la acción social, por lo que la entidad cuenta con la Fundación InteRed, una ONG propia “que apuesta por una educación transformadora, que genere la participación activa y comprometida de todas las personas a favor de la justicia, la equidad de género y la sostenibilidad social y ambiental”, tal y como señala Nancy Zelaya, coordinadora de comunicación de InteRed
Actualmente está presente en 15 países de África, Asia y América Latina, con proyectos que trabajan “la igualdad de derechos de niñas y mujeres, en líneas de desarrollo para poblaciones migrantes, o en poblaciones donde la comunidad tiene los derechos más vulnerados”. También cuenta con “programas vinculados a la participación juvenil y actuaciones puntuales en situaciones de emergencia”.
Así, en los centros educativos donde está presente, InteRed lleva a cabo una propuesta pedagógica que permite involucrar tanto a la parte docente como a la parte del alumnado en todo el proceso de conocimiento, reflexión y acción. Con el objetivo de que las nuevas generaciones contribuyan poco a poco en ese cambio social tan necesario en los países donde trabaja la fundación.
“Damos mucha importancia al voluntariado, lo consideramos una parte fundamental de la organización y apostamos por un voluntariado transformador, comprometido y actualizado con los retos de las sociedades. Aspiramos a que se comprometan a luchar contra las injusticias globales y a construir un mundo mejor, más humano y más solidario para todas las personas y el medio ambiente”, destaca Giulia Pesoli, responsable nacional de gestión de proyectos y programas de voluntariado.
Una labor que ha sido reconocida recientemente por la Universidad Europa, que ha designado a la Fundación InteRed como “Orgainzación Comprometida 2023”.
Más allá de InteRed, la Institución Teresiana siempre está abierta y dispuesta a la colaboración social con proyectos puestos en marcha por otras entidades, como por ejemplo Caritas Diocesana de Valencia, a la que presta ayuda en diferentes programas, desde su carisma educacional.
Cien años de educación y cultura que han aportado su grano de arena en la transformación social, imposibles de resumir en estas líneas, pero que han dejado huella y continuarán dejándola allá donde sus miembros se hagan presentes, trabajando por la formación integral de la persona, con el objetivo de conseguir una sociedad más justa e igualitaria y guiada por el humanismo cristiano al estilo de San Pedro Poveda.