BELÉN NAVA | 24.10.24

Una experiencia vital de duelo fue la que dio fuerzas a Kitty Kasaudo para crear ‘El vuelo de la mariposa’, un cuento dirigido a los más pequeños pero como herramienta para los más mayores a la hora de ayudar y acompañar a los niños ante la pérdida de un ser querido. Maestra especialista en Pedagogía Terapéutica y Orientación Educativa, Kitty ha convertido su vuelo de la mariposa en un cuento, nacido del amor, con el principal objetivo de mantener vivos a aquellos que ya no pueden seguir acompañándonos en el camino. 

Cuando se habla desde el corazón es imposible equivocarse. Hablar de sentimientos no es fácil. A veces las palabras no son capaces de expresar nuestro dolor, nuestro enfado, nuestra rabia..en definitiva nuestra pérdida y el vacío que ella deja en nosotros. En muchas ocasiones puede provocarnos un dolor profundo que no nos deja avanzar en nuestro proceso personal de duelo. La muerte de un ser querido, un familiar, un amigo o simplemente un conocido  es un golpe que arremete contra los cimientos de nuestra existencia. Y si es así para nosotros, como adultos, ¿cómo lo es en los niños? ¿cómo podemos ayudarlos en su propio proceso de duelo? ¿cómo les hablamos de la muerte? 

Kitty Kasaudo, maestra especialista en Pedagogía Terapéutica y Orientación Educativa, quiso que su experiencia personal ayudase a los más pequeños. El proyecto de ‘El vuelo de la mariposa’ se inició en enero 2021, unos meses después del fallecimiento de su madre. “Esta experiencia vital de duelo, me dio la fuerza para luchar por la publicación de mi primer cuento, buscando ayudar y acompañar a otros niños que tengan que vivir un proceso parecido al que han vivido mis hijos. Lo más fácil y rápido fue escribir la historia, pero el proceso de ilustración fue más costoso y complejo de lo esperado, llegando a durar algo más de dos años. Aunque he de decir que valió la pena esperar, ya que las ilustraciones, obra de Javier Vizcaíno,  son tal y como las soñé, mostrando una gran ternura en cada una de ellas. Después pasé a buscar cómo y con quién poder publicar, hasta que di con la Editorial Babidi-bú y me convenció.Todo este proceso no habría sido posible sin la ayuda y el gran apoyo de Carmen Sara Floriano y Álvaro Fraile, a quienes les debo haber llegado hasta aquí”.

– Además de un cuento, ¿‘El vuelo de la mariposa’ es una herramienta para ayudar tanto a niños, como a mayores, sobre el duelo y el proceso de resiliencia que se inicia tras la pérdida de un ser querido? 

– Gracias a mi profesión sabía lo importante que es ser sinceros y no apartarlos del proceso, y también tenía la suerte de conocer recursos y cuentos para trabajar la muerte y el duelo con ellos. Además, mi madre vivió un proceso de cáncer que nos hizo estar preparados para lo que era inevitable y nos dio tiempo para prepararnos en familia para lo que venía. En todo esto, la fe ha sido esencial para poder vivir este proceso con esperanza y transmitirlo así en casa, a nuestros hijos. Durante los últimos meses de vida de mi madre, adquirí diferentes cuentos sobre la muerte. En casa los contábamos y hablábamos sobre ellos, pero sentía que ninguno era “nuestra historia” que no respondía a nuestra forma de vivirlo, no contemplaban esa esperanza de quienes sabemos que la muerte no es el final, de quienes sabemos que la muerte ha sido vencida. Por eso, unos meses después de su muerte, decidí contar nuestra propia historia, una historia en la que el Amor es Eterno y vence incluso a la muerte. Hay muchas maneras de hablar de la resurrección y de la presencia de Dios, se puede hablar de lenguas de fuego como en Pentecostés, del aire que sopla sin saber de dónde viene o a dónde va, y también se puede hablar del suave vuelo de las mariposas, de una presencia delicada, libre y transformadora.

– ¿Qué nos cuenta ese vuelo de la mariposa’?

– ‘El vuelo de la mariposa’ es una historia entrañable, que no quiere transmitir ideas, quiere hacer sentir al lector ese Amor Infinito que nunca acaba, ese Amor que vence a la muerte, ese Amor misericordioso de Dios Padre. El cuento nace intentando dar respuesta a uno de mis mayores deseos: poder transmitirle a mis hijos que la muerte no es el final, que la muerte no puede acabar con el Amor que nos tenemos aquellos que nos queremos, que el Amor siempre perdura y nos acompaña, que el Amor ya ha vencido, que la muerte ya no es muerte. ‘El vuelo de la mariposa’ es más que un cuento, es todo un proyecto y el cuento es solo el primer paso, también está la página web (www.elvuelodelamariposa.es) que poco a poco voy ampliando con recursos y orientaciones para ayudar y acompañar a familias y profesionales; y también un juego de mesa que estoy creando para poder trabajar el duelo de una forma diferente, para que la muerte no sea un tabú. Un juego para hablar de la muerte, y también de la esperanza y de la Vida más allá de ella, un juego que ayude a crear lazos fuertes y una comunicación profunda en la familia. 

-¿Quizá, uno de los mayores retos a los que nos enfrentamos en nuestra vida es el sobrellevar la pérdida de un ser querido ya sea un familiar, un amigo…si a nosotros como adultos muchas veces nos es difícil enfrentar a este reto, ¿cómo podemos gestionarlo con/junto a nuestros pequeños? 

-Yo creo que la clave principal es entender que no podemos elegir si lo vivimos junto a los niños o no, entender que el reto no es gestionar “mi propia pérdida”, sino “nuestra pérdida” como familia y como sociedad. Es esencial comprender que una pérdida familiar, influye en todo el sistema, y no solo en los adultos. Los niños también viven y lamentan esa muerte, y no se les puede dejar al margen.

A lo largo de los años, me he encontrado con muchos casos en los que se les oculta la gravedad de la enfermedad de sus seres queridos, a los niños, o se les niega la posibilidad de ir al tanatorio o al entierro. Con ello, se les niega también su proceso de aceptación gradual y de despedida… A veces todo es más sencillo de lo que parece, si nos ven llorar sabrán que no hay que ocultarse para hacerlo, que no es malo, normalizarán que todos lloramos, que es una manera de expresar la tristeza. Podemos llorar juntos, y aprovechar para hablar sobre ello, para compartir, para explicarles que estamos muy tristes porqué esa persona a la que tanto queremos ya no está físicamente a nuestro lado, y ya no podremos abrazarla más. No podemos convertir en tabú la muerte, cuando Dios mismo se ha hecho hombre y ha muerto por nosotros, cuando la muerte ha sido vencida. Es esencial hablar de la muerte, porque es justo la muerte la que abre la puerta de la esperanza y de la resurrección a una nueva Vida.

– Cuando hablamos de la muerte con los niños podemos incurrir en dos errores o pecar por exceso de información o pecar por defecto al tratar de “endulzar” o “maquillar” algo que forma parte de la vida misma. ¿En dónde podemos encontrar el equilibrio?

– Es un equilibrio complicado, sí,  y depende mucho de cada niño y del momento evolutivo en el que se encuentra. Como en cualquier relación personal, no hay respuestas que podamos generalizar, ni varitas mágicas que nos den la respuesta correcta, pero creo que la clave es la comunicación, es hablar con sencillez y con claridad, dar mensajes asequibles a ellos, que sean ciertos y concretos. Por ejemplo, podemos decir sin tapujos que nuestro ser querido ha muerto y ya no podremos volver a verlo, o cuando hay diagnósticos o situaciones muy críticas, podemos ir dando mensajes en torno a la gravedad de la situación, diciendo que está muy enfermo, que está en el hospital, que no sabemos si podrá volver a casa… En ciertas edades, cuando aún está muy presente el pensamiento mágico y no hay comprensión de la irreversibilidad, ni de la ausencia de control ni decisión sobre la muerte (antes de los 7 años) debemos tener cuidado con los mensajes que damos, ya que si hablamos del cielo, pueden creer que se ha ido de manera voluntaria a un lugar, arriba en las nubes, que los han abandonado. Es importante hablarles de que su cuerpo ha dejado de funcionar, aunque no lo logren comprender aún, y que no podremos volver a verle o a tocarle nunca, aunque su Amor siga con nosotros. Recuerdo que cuando mi madre falleció, mi hijo mayor tenía 4 años y veía una y otra vez Frozen II, de Disney. Tras muchas conversaciones y cuentos, el día que falleció, cuando se lo expliqué, me dijo “Mamá, entonces… ¿Ahora la abuela es como el espíritu del viento?” recuerdo reírme y pensar que no lo estaba haciendo tan mal. Ahora, en nuestro cuento, hay una ilustración inspirada en ese momento.

– Entiendo que no es lo mismo hablarlo con un niño pequeño que con un adolescente…

– No, la comprensión y vivencia de la situación es muy diferente, El adolescente ya tiene una concepción de la muerte similar a la del adulto, ya entiende la permanencia e irreversibilidad de la muerte, pero la inestabilidad emocional y el torbellino de emociones en los que suelen estar inmersos, características propias de esa etapa, así como el sentimiento de invulnerabilidad ante ciertos peligros, hacen que sea mucho más frecuente el desbordamiento emocional, incluso la posibilidad de llegar a involucrarse en situaciones de riesgo. Es importante acompañar el duelo de pequeños y adolescentes, haciéndose consciente de la etapa de desarrollo en la que está cada uno. En los niños menores de 9 o 10 años aún está presente el pensamiento mágico y esa realidad influye de una manera muy directa sobre la concepción de la muerte, ya que no entienden esa irreversibilidad y pueden vivirlo, como decíamos, como un abandono voluntario. Para eso, es de gran ayuda apoyarse en el colegio o instituto de los menores, buscar el apoyo y orientación de aquellos que conocen bien las diferentes etapas de desarrollo en la que se encuentran nuestros niños y jóvenes.

– Tras la asimilación de la muerte viene el duelo, que entiendo que cada persona lo gestiona emocionalmente de una manera, pero ¿qué hacemos con los niños? Ellos todavía están en etapas de maduración y, en algunos casos, están empezando a reconocer las emociones. 

– Sí, como decíamos cada edad es diferente y es importante saber qué concepción se tiene de la muerte en esos momentos para poder acompañar mejor el proceso de duelo. Cómo decía, cada edad es distinta, por ejemplo, siguiendo con lo que comentábamos antes, a partir de los 7 años hay niños que ya empiezan a abandonar el pensamiento mágico pero aun cuando entienden que la muerte es irreversible suelen relacionarla con la vejez o la enfermedad grave, sin concebir una muerte casual o repentina. Por eso, es muy importante buscar ayuda en el centro educativo para poder acompañar al menor desde los diferentes ámbitos. También el colegio nos podrá aportar información sobre cómo está el niño fuera del entorno familiar, si está activo, animado, si almuerza o come con normalidad… O si hay algún signo de alerta que requiera de la ayuda de algún especialista. z