Luis Agudo | 19-01-2012
Es necesario que los sacerdotes se presenten hoy ante el mundo “con una significación distintiva como hombres de Dios, en este momento histórico en que el secularismo se ha implantado y cuando la marginación de Dios se manifiesta de diversas maneras”. Así lo aseguró el arzobispo de Valencia, monseñor Carlos Osoro, durante la misa de clausura del IV centenario de la muerte de San Juan de Ribera, que presidió el 14 de enero en la Catedral y en la que concelebraron un cardenal, seis obispos y noventa sacerdotes.
Durante su homilía, monseñor Osoro definió a San Juan de Ribera, que fue arzobispo de Valencia entre 1569 y 1611, como “un santo de nuestro tiempo” y un “estratega de lo divino”, y destacó la triple pasión del santo “por la fe y la cultura, por el ministerio sacerdotal y por la Iglesia de Jesucristo, teniendo siempre como eje transversal de su vida la Eucaristía”.
Al referirse a la labor de los sacerdotes, monseñor Osoro recordó cómo San Juan de Ribera se propuso recuperar “la dignidad del ministerio sacerdotal porque el oficio de los sacerdotes, ‘llevar almas al cielo’ como decía el santo arzobispo de Valencia, es el más alto y el más hermoso, es el oficio que Dios entregó a Jesucristo y es el que Jesucristo nos entrega a nosotros”.
Los sacerdotes “se tienen que distinguir también en su porte exterior, no basta con una manifestación interna”, indicó monseñor Osoro, recogiendo las enseñanzas de San Juan de Ribera en el sexto sínodo que organizó en Valencia. “Ese porte exterior, naturalmente, tiene que venir avalado por una forma de vivir y de entender que representan al Señor y de demostrar su oficio con la propia vida, no sólo con palabras sino con hechos, con su ejemplo”, añadió.
Además, el titular de la archidiócesis valentina evocó cómo San Juan de Ribera “tuvo un cuidado especial por el Catecismo y por que los hombres conocieran las verdades de su fe en su integridad”. Asimismo, reiteró “su gran actualidad” porque “promovió una corriente purificadora y oxigenadora que entró en las entrañas de la Iglesia de tal manera que cuando uno ve en la vida de la Iglesia muchas realidades hoy, encuentra que tienen explicación precisamente por esa aportación suya”.
Por otra parte, monseñor Osoro dijo de San Juan de Ribera que fue un “pastor bueno, sabio, recogido, afable, pacífico, con una paz interior que sabía transmitir a los demás” y resaltó, especialmente, cómo se relacionó con más de cuarenta santos de su época y cómo “supo hacerse querer por los sacerdotes, -es de una belleza extraordinaria cómo los quería- al tiempo que les exigía ciencia y virtud”.
Obispos concelebrantes
En la misa concelebraron con el arzobispo de Valencia el arzobispo emérito de Barcelona, el cardenal Ricard Maria Carles; el arzobispo de Mérida-Badajoz, monseñor Santiago García Aracil; y los obispos de Sant Feliu de Llobregat, monseñor Agustín Cortés; de Tortosa, monseñor Javier Salinas; de Ibiza, monseñor Vicente Juan Segura; y el obispo auxiliar de Valencia, monseñor Enrique Benavent.
Los prelados, en su mayoría, fueron alumnos del Real Colegio Seminario Corpus Christi ‘El Patriarca’, fundado en Valencia por San Juan de Ribera. Además, noventa sacerdotes concelebraron también en la misa, en la que intervino el coro de ‘El Patriarca’.
En la eucaristía participaron la presidenta del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, Pilar de la Oliva; el ex rector de la Universitat de Valencia, Francisco Tomás; y los rectores de la Universidad Católica de Valencia ‘San Vicente Mártir’, José Alfredo Peris, y de la Universidad CEU Cardenal Herrera, Rosa Visiedo, entre otras personalidades.
En la parte delantera del presbiterio fue colocado un retrato en grandes dimensiones de San Juan de Ribera, que se conserva en el Real Colegio Seminario del Corpus Christi, que fundara él mismo.