ZENIT | 2-05-2013
La explosión ocurrió el 15 de abril. “Era la única iglesia en Deir Ezzor que aún permanecía casi intacta”. No está claro cómo se ha destruido. Según algunas reconstrucciones, en la iglesia se abrió una brecha y algunos combatientes de la oposición se habían refugiado allí para dormir. Por eso el ejército regular habría atacado la iglesia, destruyéndola. Otros hablan de un coche bomba colocado junto a la estructura.
“Siempre ha resurgido”
El padre Haddad comenta con gran amargura que en esa zona “ya no quedan cristianos”.
En los últimos meses, dada la situación crítica, “nuestros dos hermanos frailes que vivían en el monasterio han dejado Deir Ezzor al igual que las Hermanas de la Madre Teresa y diez ancianos que vivían con nosotros. Ellos eran los últimos cristianos que quedaban. Doy gracias al Señor porque los dos hermanos están sanos y salvos. La iglesia de piedra se podrá reconstruir en un día futuro, cuando resurja una primavera de paz en nuestro Oriente Medio”, señala el padre Haddad.
Deir Ezzor es una ciudad en el este de Siria, más allá del Éufrates, entre Palmira y la frontera con Irak. “Nuestra presencia allí se remonta a los años treinta del siglo pasado, pero estamos en Oriente Medio desde hace mucho más tiempo”, explica el padre Tony. “En casi cuatro siglos de historia, nuestra viceprovincia ha sufrido varias destrucciones y persecuciones, pero siempre ha resurgido, con Cristo resucitado”.
Otra comunidad de frailes franciscanos capuchinos aún permanece en el sur de Siria, en Soueida –todavía tranquila por el momento- donde viven dos hermanos.