Eva Alcayde | 8-05-2013
Jesús Núñez Valero es valenciano -de Ruzafa-, tiene 47 años y acaba de ser ordenado sacerdote en Roma por el prelado del Opus Dei, monseñor Javier Echevarría. Se preparó para ejercer en el mundo de la empresa, pero sus planes cambiaron y un país -Nigeria- le transformó completamente. Ahora espera volver pronto para desarrollar allí su labor pastoral.
– Ha sido muy emocionante. El prelado del Opus Dei nos comunicó que el Papa Francisco nos enviaba su bendición para todos los nuevos sacerdotes y familias: ¡qué detalle tan bueno! Pudieron asistir mis padres, dos hermanas mías y algunos tíos. Todos estaban muy contentos. Tuvimos también muy presentes a los que no pudieron venir y les hubiera gustado estar. Especialmente a mi tío Jose, hermano de mi padre, que se fue al cielo unos días antes.
Mis amigos nigerianos pudieron seguir en Lagos la ceremonia, ya que se retransmitió por internet. Aunque no estuvieran en la misa, sentía sobre mí toda la oración del pueblo nigeriano.
– ¿Cuándo se vinculó al Opus Dei?
– Dios me dio la vocación al Opus Dei con 18 años. Yo no lo esperaba, pero ahora me doy cuenta de que el Señor me iba preparando poco a poco. Recuerdo que en la época en que contesté que sí, estaba leyendo un libro sobre la Pasión, del padre La Palma, que me atrajo mucho. Procuraba también hacer todos los días algún rato de oración mental con ‘Camino’, de san Josemaría, que me ayudaba a descubrir metas espirituales. Viendo a Jesús en el crucifijo y que está ahí por nosotros me venía un “¿y tú qué vas a hacer?”. Comprendí que podía entregarme a Él en la vida ordinaria: estudiando en la Universidad, siguiendo con mis amigos, buscándole en el deporte, llenando mi día de oración y trabajo bien hecho… Y así se fue metiendo poco a poco en mi alma.
-¿Cómo surgió su vocación sacerdotal?
– Tampoco pensaba ser sacerdote. Al terminar la carrera trabajé un año como analista de inversiones en ‘leasing’. En este campo era donde yo tenía que hacerme santo, mejorando como cristiano y acercando a mis compañeros a Dios. Tras algunos años pensé que, además de necesitar economistas honrados y profesionales, el mundo necesita también de los sacerdotes, así que, para estar dispuesto a lo que el Señor quisiera de mí, me trasladé a Roma e hice estudios de Teología en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz.
– Ha estado viviendo en Nigeria y colaborando en diferentes proyectos solidarios. ¿Cómo ha sido esa experiencia?
-Ha sido una experiencia muy gratificante. He colaborado con varias iniciativas, como una clínica rural, construida en mitad de la Sabana nigeriana, para facilitar la atención médica de los pueblos de los alrededores. Es como una caja de zapatos puesta boca abajo, con buena luz y ventilación, donde van las mamás a vacunar a sus pequeños. Aunque no tiene camas lo llaman Hospital, porque se sienten muy atendidos y les facilitan gratis casi todas las medicinas.
También destacaría la labor de la escuela de formación profesional IIT, donde a través de un sistema de becas y ayudas, que cuesta grandes sacrificios mantener, se facilita que jóvenes, de familias que no tienen nada, se conviertan en pocos años en el cabezas de familia.
– Una vez ordenado, ¿qué planes tiene como sacerdote?
– El pueblo nigeriano, con su alegría desbordante, me ha enseñado a rezar y a tratar a Dios como Padre. Allí regresaré pronto para realizar allí mi trabajo pastoral. ¡Solo pensar en los 160 millones de nigerianos me parece algo imponente! Puedo decir que ese país me ha transformado y ahora espero poder aportar mi grano de arena y que Cristo se sirva de mí para llegar a muchas personas.
Agustinos, Instituto Luis Vives, Roma y… ¡Nigeria!
Jesús tiene 47 años y tres hermanas. Él es el mayor. De sus padres, que siguen viviendo en el valenciano barrio de Ruzafa, aprendió a vivir la fe en casa. “Ellos nos facilitaron que acudiéramos con libertad a los sacramentos”, dice Jesús, que todavía recuerda su parroquia, la de San Francisco de Borja, en la calle Cuba. “Hace unos meses recibí con alegría una carta de don José Francisco, el actual párroco, con motivo de la ordenación, pero todavía no le conozco personalmente”.
Jesús estudió durante 8 años en el colegio Agustinos, que quedaba a quince minutos de casa, y el Bachillerato en el Instituto Luis Vives. Después continuó con los estudios universitarios en la Facultad de Ciencias Económicas de Valencia y acabó la carrera en 1989. Trabajó como analista de inversiones en ‘leasing’ y en el ámbito de la empresa es donde “pensaba hacerme santo”. Pero hubo un cambio de planes y en 1993 se marchó a Roma a estudiar Teología para “estar preparado para lo que el Señor quisiera de mí”.
Pero el sacerdocio tuvo que esperar. En 2002 se trasladó a Lagos, en Nigeria, donde ha colaborado con proyectos educativos y de salud a través de varias fundaciones y ONGs. “El seguimiento de algunos proyectos y la ayuda para la puesta en marcha de otros nuevos ha sido una experiencia muy gratificante”. El país le transformó: “Nigeria te transmite su vitalidad, su riqueza humana, su fe en Dios, su alegría por la vida”.