M.L.Vives / B.Nava | 03-10-2013
En un acto sin precedentes en la historia de la Iglesia, el papa Francisco anunciaba la fecha de próxima canonización de dos de sus predecesores, Juan XXIII y Juan Pablo II. Con este motivo, PARAULA les ofrece un recorrido por algunas de las numerosas huellas que dejó en Valencia el pontificado del ‘Papa bueno’ y la última hora sobre el proyectado monumento al ‘Papa grande’. Los dos distinguieron a la archidiócesis de Valencia con especial afecto traducido no solo en palabras sino en gestos muy específicos que, en el caso de Juan Pablo II, permiten hablar de una especial predilección.
La huella del ‘Papa bueno’ en Valencia
La archidiócesis de Valencia conserva numerosos recuerdos de su vinculación con el beato Juan XXIII (Sotto il Monte, 1881-Ciudad del Vaticano, 1963) que será canonizado junto al beato Juan Pablo II según anunció el papa Francisco.
Entre los hechos que relacionan al beato Juan XXIII con la archidiócesis figura la declaración como patrona canónica de la Región Valenciana a la Virgen de los Desamparados en el año 1961, según ha indicado el rector de la Basílica de la Mare de Déu, Juan Bautista Antón.
La bula de la declaración del patronazgo junto al cirio que el beato regaló al que era arzobispo de Valencia en esa época, monseñor Marcelino Olaechea, para que fuera encendido ante la imagen de la Virgen se conserva en el Museo Mariano de la Virgen de los Desamparados (MuMa) ubicado en la Basílica de la Virgen que también conserva un cuadro del beato en la entrada del templo.
Asimismo, el papa Juan XXIII canonizó el 12 de junio del año 1960 a San Juan de Ribera que fue arzobispo de Valencia entre los siglos XVI y XVII. La bula de canonización se conserva en el archivo del Real Colegio Seminario Corpus Christi de Valencia ‘El Patriarca’ que fundó el santo.
Por este motivo, en junio de 1960 desde la diócesis se organizaron diversas peregrinaciones para asistir a la canonización. De esta manera, centenares de valencianos entre los que estaban los seminaristas del Real Colegio Seminario Corpus Christi así como monseñor Marcelino Olaechea se desplazaron hasta Roma en tren o autobuses y participaron en la ceremonia de canonización, según ha explicado el vicario episcopal para los sacerdotes valencianos residentes en Roma, Vicente Cárcel que participó en la peregrinación cuando era colegial de “El Patriarca”.
Por otro lado, el beato Juan XXIII también otorgó con carácter perpetuo la posibilidad de obtener la indulgencia plenaria a todos los fieles que asistan a la fiesta anual del Santo Cáliz que se celebra todos los meses de octubre en la Catedral de Valencia.
Además, la diócesis también tiene colegios públicos dedicados al beato en las localidades valencianas de Torrent y Catarroja así como un colegio diocesano en Burjassot, una residencia universitaria en Valencia, y los Salesianos rigen un colegio en Alcoi. Igualmente, en el barrio de Benicalap de la capital la principal avenida lleva su nombre y son también numerosas las localidades que le dedicaron calles.
Casullas de Juan Pablo II
La Catedral de Valencia y la Basílica San Jaime de Algemesí conservan casullas del beato Juan Pablo II, cuya canonización el próximo 27 de abril ha sido anunciada hoy por el papa Francisco. Ambas vestiduras litúrgicas fueron donadas por el mismo Pontífice cuando se desplazó a Valencia en su primer viaje apostólico a España, el 8 de noviembre de 1982.
Así, Juan Pablo II donó a Valencia la casulla que utilizó en la ordenación sacerdotal más multitudinaria en la historia de la Iglesia, en la que fueron ordenados un total de 141 jóvenes de diferentes diócesis ante millón de personas en el Paseo de la Alameda de la capital valenciana.
Desde entonces, la casulla ha sido utilizada por los arzobispos de Valencia en ocasiones especiales, la última de ellas cuando monseñor Carlos Osoro presidió la apertura del Año de la Fe en la Catedral en octubre de 2012 o en su toma de posesión como nuevo arzobispo de Valencia en 2009. Además, Juan Pablo II también dejó estampada su firma en el Libro de Oro del Santo Cáliz en la Catedral.
Igualmente, también se conserva en Algemesí la casulla que empleó años después en Roma, en 1988, en la beatificación de Josefa Naval Girbés, natural de la localidad valenciana. Además, también se puede ver en Algemesí la mitra y el cáliz que el Pontífice utilizó en aquella misma celebración y que actualmente se emplea para las solemnidades y todos los años para la festividad de la beata.
Asimismo, el taller de orfebrería valenciana Hermanos Piró realizó el relicario de plata que le regaló la archidiócesis de Valencia al Papa en la beatificación de los mártires valencianos en 2001. La pieza, de estilo renacentista, de 54 centímetros de altura incluida la peana de madera, contiene hoy las reliquias representativas de los beatos en la Catedral de Valencia, a la que cedió el Papa el obsequio.
Retrato del Papa en la Basílica
Al fallecer Juan Pablo II en 2005, la Basílica de la Virgen le dedicó un retrato en la puerta de acceso al camarín de la Virgen para conmemorar su visita a la diócesis valentina. El retrato, de casi 1,80 metros de alto y un metro de ancho, representa la figura de Juan Pablo II, con expresión sonriente, ataviado con mitra, báculo y la casulla que empleó en la ceremonia de ordenación sacerdotal en Valencia el 8 de noviembre de 1982. Igualmente, la Basílica de los Desamparados conserva en su libro de honor la firma que Juan Pablo II efectuó en él durante su estancia en la ciudad.
El papa Juan Pablo II nombró a un total de 20 sacerdotes valencianos obispos en diferentes diócesis españolas o del extranjero a lo largo de su pontificado, desde 1978 hasta 2005.
Igualmente, el Papa ofició en el paseo de la Alameda de Valencia también la mayor ordenación sacerdotal de su pontificado, con 141 jóvenes, en noviembre de 1982, durante su primera visita apostólica a España.
De igual forma, Juan Pablo II beatificó a lo largo de su pontificado a un total de 255 valencianos, de ellos 233 en una misma ceremonia el 11 de marzo de 2001 durante una solemne misa en la plaza de San Pedro, que constituyó la beatificación más numerosa de la historia de la Iglesia.