Querido hermanos y hermanas en el Señor:
Del diez al catorce de este mes de enero los Obispos de la Provincia Eclesiástica de Valencia con los de la de Tarragona y Barcelona, prácticamente la casi totalidad de las diócesis del Mediterráneo o Levante español, por mandato de la Santa Sede, hacemos la Visita ad Limina, que, normalmente cada cinco años, los Obispos hemos de realizar a Roma para presentar al Santo Padre y a los Organismos o Congregaciones de la Santa Sede el estado o situación y necesidades pastorales de nuestras respectivas diócesis, y recibir, por su parte, las orientaciones y consideraciones que consideren oportuno darnos o hacernos. Los Obispos de las provincias eclesiásticas indicadas vamos a vivir cinco días junto al Papa, en Roma, con renovada intensidad el gozo inmenso de ser Iglesia de Jesucristo, la gratificante experiencia de comunión eclesial en la caridad y la alegría serena de la fidelidad a la fe recibida, en la que seremos confirmados y alentados por el Sucesor de Pedro, el Papa Francisco.
El Papa, cuando le visitemos, vuestros Obispos, tendrá, seguro, palabras de afecto, de cariño entrañable y de recuerdo para Valencia, a la que, me consta, quiere de verdad. Recordará, de manera especial, a la que es para nosotros, los valencianos, nuestro tesoro incomparable: la Virgen de los Desamparados. Vuestros Obispos le recordaremos al Papa, al Padre Jofré y le pediremos en vuestro nombre su pronta beatificación y canonización. Nos alentará, seguro también a que sigamos muy fieles y perseverantes en nuestras raíces cristianas, sembradas en nuestra tierra en los albores de la fe cristiana, y con la sangre del mártir, san Vicente, mantenida por los grandes santos valenciano S. Vicente Ferrer, Santo Tomás de Villanueva, San Juan de Ribera, del Beato Cardenal Ciriaco Sancha, y los venerables Marcelino Olaechea y José María García Lahiguera para los que pediremos su elevación a los altares; y nos exhortará a que no desistamos de llevar a cabo las Constituciones de nuestro Sínodo Diocesano para evangelizar y que nos embarquemos plenamente en el Sínodo universal en el que estamos tan inmersos. Nos subrayará la importancia decisiva de llevar a cabo en nuestros días una evangelización de los pobres y de la cultura, de estar presentes como cristianos donde se genera y se trasmite la cultura y de impulsar la tarea educativa. Se interesará vivamente por las familias, a las que, nos pedirá que atendamos de manera muy principal. Preguntará por los jóvenes, a los que quiere entrañablemente, y a los que nos exhortará a que les entreguemos el Evangelio, Jesucristo, verdadera esperanza para ellos y que los espera en la JMJ de Portugal. Y seguramente, muchos de vosotros me estaréis diciendo: “Invite al Papa a que venga a Valencia con ocasión del centenario de la coronación de la Mare de Déu dels Desamparats”. Lo haré, tenedlo por cierto.
Finalmente, resumo, lo que, a mi entender y a la luz de otras cuestiones, significará esta “Visita ad Limina Apostolorum”, según otras que ya he celebrado siendo Arzobispo de otras sedes que sintetizo en una palabra: ¡Ánimo, Coraje! Aliento para seguir sin desmayo en la novedad de nuestro ser cristiano y en el gozoso y apasionante seguimiento de Jesucristo con la Cruz, identificados con Él, que es la verdadera y única esperanza para todos. Ánimo y coraje para vivir cada día más hondamente la comunión eclesial en sinodalidad sin la que no podemos encontrarnos con nuestro Redentor, Camino, Verdad y Vida para los hombres. Fortaleza y coraje para reavivar continuamente el carisma que el Espíritu ha depositado en mi persona con el ministerio que se me ha confiado, que es el mismo de Pedro y Pablo, y de Francisco y de todos los sucesores de los Apóstoles: anunciar, hacer presente y entregar, en la fuerza del Espíritu Santo, con toda mi pobreza y debilidad, a Jesucristo, no echarse atrás en el anuncio del Evangelio que es fuerza de salvación para todo el que cree, ir delante de quienes me han sido entregados, sirviéndolos y dando mi vida por ellos. Aliento y esperanza para no cejar en modo alguno y ante ningún obstáculo por grande o pequeño que fuere, en la tarea apremiante y urgente de evangelizar para que el mundo crea, y así éste pueda tener la experiencia que tenemos los cristianos de la alegría y felicidad de la salvación de Dios, de su cercanía y amor sin medida, de su infinita y entrañable misericordia y ternura, que se nos ha hecho presente en el Verbo de la Vida hecho carne por nosotros los hombres y por nuestra salvación.
Estos son algunos sentimientos que os trasmito y deseo compartir espontáneamente con vosotros antes de la “Visita Ad Limina”. En una próxima carta hablaré también de las palabras que el Papa nos dejó en su mensaje a los Obispos y a las diferentes diócesis que con nosotros lo visitaban.
Pido a todos los fieles cristianos de Valencia que reaviven su comunión con el Papa, aumenten su afecto filial hacia él, y, siguiendo sus enseñanzas y secundando su impulso de esperanza, se sientan profundamente comprometidos en vivir el Evangelio de Cristo con autenticidad, proclamarlo con todo su esplendor y rezar por el Papa como nos pide constantemente desde el comienzo de su pontificado.
Rezad estos días por los frutos de esta “Visita Ad Limina Apostolorum”. Con mi cariño y mi bendición.