“Debe ser un año de gracia del Señor, a cumplir su voluntad y a intensificar nuestra vida cristiana como vida de oración y adoración, de escucha, lectura y profundización de la palabra divina, de caridad y solidaridad evangélica”.

CARTA DEL CARDENAL ARZOBISPO DE VALENCIA, ANTONIO CAÑIZARES

Muy queridos hermanos y hermanas de la diócesis de Valencia, hemos finalizado el tiempo de vacaciones, unas vacaciones un tanto raras por causa de la pandemia del covid 19, que sigue acosándonos, y nos encontramos ahora, a la escucha de Dios, dispuestos a reemprender un nuevo curso pastoral. Pensábamos que este curso que comenzamos los asuntos principales iban a ser el final del Sínodo Diocesano, la puesta en práctica inmediata de sus conclusiones, y el Año Jubilar Eucarístico del Santo Cáliz, Cáliz de la Pasión. Pero las cosas van a tener que ser de otra manera, puesto que la prudencia aconseja aplazar de nuevo la Asamblea final del Sínodo –que estaba prevista para los días 2,3 y 4 de octubre–, a unos momentos en que pueda ser tenida dicha Asamblea con toda normalidad; y esto ya lo informaré en su momento tras las debidas consultas; de todos modos, este contratiempo no debe provocar en nosotros un desánimo, sino vivirlo en la fe, en la confianza en Dios que es Quien conduce la historia y nos guía, por eso os he escrito otra carta pastoral más larga que ésta, que titulo “Escuchemos la voz del Señor”, en la que os hablo del Sínodo indicando o sugiriendo algunas actitudes ante él, que pueden ayudarnos a mantener la esperanza y el ánimo en forma en este momento. También, este curso vamos a celebrar el Año Jubilar Eucarístico del Santo Cáliz, que, D.m., sigue en pie, puesto que no van a convocarse concentraciones que pudieran ser imprudentes en estos tiempos de pandemia. Ya os comunicaremos en concreto, cómo se llevará a cabo su celebración. Se comenzará el último domingo de octubre, día 25, fecha prevista, con toda la fe y la prudencia necesarias.


Este curso, en plena pandemia y ante la amenaza de los rebrotes, debe ser un año en que nuestra vida se centre verdaderamente en Dios, como el sólo y único necesario, se avive la fe y nos comportemos como Iglesia que confía en el Señor, y Él dirá. Fundamentalmente debe ser un año en que estemos dispuestos a vivirlo como un año de gracia del Señor, a cumplir su voluntad y a intensificar nuestra vida cristiana como vida de oración y adoración, de escucha, lectura y profundización de la palabra divina, de caridad y solidaridad evangélica; que nos ayude a ser y edificar la Iglesia, cuya identidad y vocación es evangelizar, anunciar y dar testimonio de Jesucristo, ser comunidad que vive la comunión, como en el libro de los Hechos de los Apóstoles (He 4,42) y así seguir caminos de santidad en la vida ordinaria; que vivamos este año con gran esperanza, un poco al estilo de Adviento, de expectativa, vigilancia y esperanza. Por esto, y a este propósito, os he escrito también otra carta que título, “Vigilemos: seamos testigos de esperanza” (ver pág. 7), que quiere ser un estímulo y una orientación para vivir esta nueva fase o etapa de la pandemia, en la que se destacan actitudes fundamentales que no deberíamos descuidar, sino avivar y renovar.


Y como necesitáis cosas muy concretas, y las estáis preguntando y pidiendo ya, nuestro querido Vicario General, D. Vicente Fontestad, consultado el Consejo de Gobierno, os ofrece esas cosas concretas para este curso, que podrían ser modificadas si fuera necesario o conveniente. Y nada más; deseo a todos para este año pastoral que comenzamos lo mejor conforme al querer divino, que en todo se cumpla la voluntad de Dios, que siempre será lo mejor. Contad con mi cercanía, mi afecto, mi oración y mi bendición; que sea un año eminentemente eucarístico, la Eucaristía en el centro siempre; que sea un año también muy mariano, que la Virgen María os acompañe y proteja. Seguid muy de cerca y con compromiso cristiano el tema educativo –algunas pinceladas os ofrezco sobre esto en otro escrito–, y mostraos solidarios, personas de caridad, evangelizadores, sin olvidar nunca, como dice el Papa Francisco, que la evangelización se hace de rodillas. Siempre con esperanza, y la esperanza que no defrauda es Jesucristo; muy unidos a Él. “Avant y Amunt”. Que nada se pare, que se avive la fe, que prosiga el camino de renovación, secundando lo que el Espíritu dice a las iglesias.


Un abrazo a todos y mi bendición para todos, vuestro Obispo, padre, y pastor.