Eva Alcayde | 10-02-2017
Un tercio de los alimentos que se producen acaba en el cubo de la basura. Mientras, 800 millones de personas siguen pasando hambre en el mundo. Esta es la paradoja que Manos Unidas quiere que nos grabemos a fuego en nuestra cabeza, para que después actuemos en consecuencia.
Por eso, la entidad ha elegido este lema para su campaña de 2017, que se presenta esta semana junto con otro reclamo:
“El mundo no necesita más comida, necesita gente comprometida”.
El objetivo de la nueva campaña no es otro que sensibilizar las conciencias sobre el problema del hambre y promover el compromiso con un modelo de producción y consumo sostenible. Sobre todo, un compromiso con el aprovechamiento riguroso e integral de la producción que evite la pérdida y desperdicio de los alimentos.
Porque si las cifras del hambre que meneja Manos Unidas son dramáticas, las de las pérdidas y desperdicios de alimentos son escalofriantes.
Ya sabemos que 1/3 de los alimentos que producimos mundialmente acaban en la basura. Esto significa que cada año tiramos 1.300 millones de toneladas de alimentos que son aptos para el consumo. Traducido en dinero, que parece que es un lenguaje que se entiende mejor, el despilfarro de alimentos suponen unas pérdidas anuales de 750.000 millones de dólares.
La cifra es sorprendente. Pero más aún si tenemos en cuenta que se estima que serían necesarios (sólo) 3.200 millones de dólares al año para acabar con el hambre en el mundo, que afecta a casi 800 millenes de personas, uno de cada neve, según los datos de Manos Unidas.
La paradoja en torno al hambre y el desperdicio de comida puede ser, si cabe, todavía más disparatada.
Por poner solo un ejemplo: en el mundo hay 667 millones de niños menores de 5 años. De ellos, 159 millones son demasiado pequeños para su edad, es decir, tienen retraso en el cremiento, 50 millones no pesan suficiente para su altura, y en cambio, 41 millones de niños tienen sobrepeso.
Si toda esta batería de cifras nos escandaliza, nos sorprende o por lo menos nos hace pensar, Manos Unidas habrá cumplido una parte de los objetios de su campaña: sensibilizarnos. Solo nos queda por saber que todos somos responsables de esta realidad y comprometernos para cambiarlo.
Pérdida/Desperdicio
Para explicar cómo se produce esta realidad, Manos Unidas diferencia entre pérdida y desperdicio.
“La pérdida de alimentos se da principalmente en la producción, procesado y transporte que tiene lugar, sobre todo, en los países en desarrollo. En ello influyen las malas condiciones de almacenamiento y trasporte, la ruptura de la cadena de frío y los estándares impuestos a los productores respecto al tamaño, forma y aspecto del producto”.
En cambio, el desperdicio de alimentos ocurre principalmente en los países ricos y tiene más que ver con factores como la valoración estética de los productos, información confusa en las etiquetas o tratamiento inadecuado de los productos frescos en la compra-venta, que hace que se tiren alimentos en las grandes cadenas, en la hostelería, en los pequeños comercios y también en los hogares.
Según los datos que maneja Manos Unidas, el 9% de los alimentos se pierden en la producción, el 7% en el manipulado, almacenamiento y distribición y el 11% por un mal consumo en hogares y restaurantes.
Compromisos para el 2017
Para Manos Unidas, las principales causas que están detrás de las cifras del hambre en el mundo son el desigual acceso a los recursos de producción, sobre todo los recursos naturales y la capacidad tecnológica, la existencia de un sistema de producción marcado por la mercantilización de alimentos, la pérdida y desperdicio al que antes hacíamos referencia y un estilo de vida individualista, centrado en el consumo.
Para revertir esta situación, la ONG de la Iglesia propone para este año tres compromisos: lograr un comercio más justo, donde la cosecha de alimentos sea para el consumo humano y no para la especulación, lograr una cosecha respetuosa con el medio ambiente que garantice el consumo local y, por último, logar un aprovechamiento riguroso de los alimentos para evitar la pérdida y el desperdicio.