Santiago Pons (L’Enova, Valencia, 1964) ha tomado posesión como nuevo decano de la Facultad de Teología San Vicente Ferrer de Valencia y lo hace con temor por el peso de la responsabilidad que tiene por delante y con la ilusión de llevar a buen puerto todas las tareas que se le presentan. Pons comienza esta nueva andadura al frente de la institución con una mochila llena de retos y un objetivo claro: hacer inteligible el tesoro de la fe, en un lenguaje actual.
EVA ALCAYDE | 10.06.2021
-¿Cómo acoge su nueva responsabilidad como nuevo Decano – Presidente de la Facultad de Teología san Vicente Ferrer de Valencia?
-Acojo la responsabilidad de Decano con temor y con ilusión. Con temor por las tareas que se nos presentan, sabiendo que han desempeñado esta función sacerdotes que han sido profesores y referentes míos y que han trabajado con mucha dedicación y amor por nuestra Facultad. Pero también con ilusión por el momento en que nos encontramos, por el equipo de profesores que formamos la facultad al igual que el personal de administración y servicios y los alumnos. Una comunidad a la que nos une la reflexión de nuestra fe con una apertura a lo que el Espíritu quiere mostrarnos en este momento.
-Su nombramiento llega justo cuando acaba de cumplir sus bodas de plata sacerdotales ¿Se lo toma como un premio?
-Más bien como una feliz coincidencia. No creo que el decanato sea un premio para nadie, más bien se trata de un servicio a nuestra Facultad.Sustituye en el cargo al dominico Vicente Botella ¿qué legado o enseñanzas le deja?
Durante los últimos tres últimos años he podido trabajar junto con el P. Botella como vicedecano y juntos hemos ido abordando los retos que se nos presentaban. He de confesar que ha sido un placer trabajar con él, creo que nos hemos complementado muy bien y hemos podido ir desarrollando el plan estratégico que la Facultad había diseñado. También en este momento cuento con él para seguir adelante con los trabajos que tenemos en marcha.
–En sus primeras palabras tras su toma de posesión, manifestó su deseo de querer buscar el lenguaje adecuado para transmitir la fe a nuestra sociedad ¿Qué ideas tiene al respecto? ¿Necesita la teología una mayor conexión con la sociedad actual?
-Actualmente, uno de los problemas más importantes que tenemos en la Iglesia tiene que ver con la transmisión de la fe. Se ha producido una ruptura en el proceso de la transmisión. Es cierto que la transmisión de la fe se tiene que realizar a partir del testimonio de la propia vida del cristiano. Si nuestra vida no va acorde con nuestra fe, si vivimos como vive todo el mundo, si hacemos las mismas cosas y del mismo modo que todo el mundo, entonces nuestra vida resulta irrelevante para transmitir la fe. Pero si nuestro estilo de vida interpela y provoca positivamente, entonces surge la pregunta: ¿qué te mueve a vivir así? ¿qué fundamenta tu vida? Cuando surge la pregunta es necesario hablar, es necesario el relato y ahí interviene la Teología. La Teología nos prepara las palabras adecuadas, para que el interlocutor siga escuchando y se posibilite el encuentro con Cristo que es quien hace nacer la fe.
Los cursos de filosofía aristotélica y tomista, por poner un caso, sirven para comprender los conceptos y recursos lingüísticos que durante siglos configuraron cierto lenguaje teológico. Pero también las verdades de nuestra fe deben poderse expresar en los contextos filosóficos y culturales de nuestros tiempos, para que un hombre o una mujer actual puedan entender.
Por eso, una de las tareas más importantes que tiene la Teología es hacer inteligible el tesoro de la fe en un lenguaje actual. La Teología es una tarea perenne, cada generación tiene que hacer ese esfuerzo, cada generación tiene que volver a pensar la fe. Nos sirve lo que pensaron las generaciones anteriores porque de ellas recibimos la Tradición y aprendemos cómo afrontaron el reto. Nos sirven sus respuestas, sus soluciones, pero no podemos limitarnos a repetirlas. Decir lo mismo, con las mismas palabras, en contextos culturales distintos es transmitir otro mensaje y nosotros tenemos que ser fieles a la fe que recibimos de los Apóstoles.
-El sr. Arzobispo le ha encomendado ampliar y enriquecer la Facultad de Teología de Valencia ¿ha pensado cómo va a hacerlo?
-Nuestro Arzobispo ha manifestado siempre una gran estima por la Facultad de Teología y lo constatamos con su preocupación y cercanía. Él ha dado el impulso definitivo para que sea posible la integración de la Facultad en la Universidad Católica de Valencia y esto forma parte de esa ampliación y enriquecimiento de la que nos hablaba, así como desarrollar algunas de las potencialidades que tiene nuestra Facultad.
-¿Cómo va a ser ese proceso de integración de la Facultad de Teología con la Universidad Católica de Valencia?
-Hace un año que las dos instituciones acordamos la integración, animadas por D. Antonio que es el Gran Canciller de ambas. Durante este año hemos estado trabajando en la reforma de nuestros estatutos para que pudiera realizarse adecuadamente la integración. Ahora enviaremos toda la documentación a la Congregación para la Educación Católica en Roma para que autoricen la integración y, posteriormente, por medio de un acuerdo desarrollaremos los términos de esa integración.
La Facultad de Teología, al ser una facultad eclesiástica tiene una serie de peculiaridades que se han de considerar ya que la Congregación para la Educación avala que lo que se enseña en nuestra Facultad es Teología católica y, para ello, revisa nuestros planes de estudio, así como a los profesores estables de la Facultad.
He de reconocer que el proceso se está desarrollando bien ya que hay un buen entendimiento con las autoridades de la UCV. Estamos convencidos que esta integración va a ser muy positiva para ambas instituciones y también para nuestra diócesis y la sociedad valenciana.
-¿Qué otros retos se plantea para los próximos años, cuando se acerca ya el 50 aniversario de la institución?
-Nuestra Facultad tiene la peculiaridad de que está promovida por la Diócesis de Valencia y por la Orden de los Dominicos, es decir sacerdotes diocesanos y religiosos dominicos, aunque no exclusivamente, ya que también forman parte del profesorado otros religiosos junto con profesores y profesoras laicos. Hace cinco años unificamos las dos secciones que funcionaban autónomamente y eso nos ha fortalecido. Ahora con la perspectiva de los 50 años desde su fundación en 1974, abordamos la integración en la Universidad Católica de Valencia.
A esto se une la renovación en la pedagogía y el uso de las TIC para la enseñanza de la teología. En esta línea estamos trabajando en la incorporación del Aprendizaje por Servicio (ApS) para mejorar la docencia y permitir a los alumnos un estudio más vital de la teología en conexión con la realidad, aprendiendo a trabajar en equipo. En este aspecto estamos siendo pioneros en España y creo que en el mundo. Colabora con nosotros para este reto la Cátedra Abierta Scholas Occurrentes de la UCV.
También promovemos la reflexión para una renovación en nuestras parroquias que las dote del necesario impulso misionero al que nos invita el Papa. Estamos desarrollando un proyecto de investigación para conocer las parroquias españolas que han iniciado este proceso, para que compartan su experiencia y darla a conocer. En esta línea queremos fortalecer el Instituto Superior de Ciencias Religiosas para que religiosos y laicos puedan estudiar Teología en horario vespertino. Estamos trabajando para ofrecer también una modalidad semipresencial.
Otro de los objetivos es dar a conocer mejor nuestra Academia de Lenguas ya que presenta una oferta única para acercarse a las lenguas bíblicas y del entorno geográfico y cultural en que surgió la Biblia. Fuimos pioneros en la enseñanza del egipcio jeroglífico en Valencia. Actualmente, es el único lugar donde puedes estudiar acadio o sirio en la Comunidad Valenciana, además de acercarte al copto y por supuesto, el hebreo y arameo, griego y latín.
Uno de los retos más importantes que tenemos es que nuestros alumnos, y en general nuestra sociedad, comprendan la importancia y la necesidad de la teología para alguien que quiere creer honradamente. El acto de fe supone una aceptación integral del Dios que se nos ha revelado en Jesucristo para la redención del ser humano. Es un acto que implica la totalidad de nuestra persona y por ello también implica nuestra razón, nuestra inteligencia.
-¿Significa esto que pensamos lo que creemos?
-Efectivamente. Significa que pensamos lo que creemos y, si hacemos esto, ya estamos haciendo teología. Esto es importante para alguien que quiera ser sacerdote, religioso, consagrado o consagrada, catequista u otro ministerio asumido en nombre de la Iglesia; pero también para todo laico que, simplemente, desea conocer mejor lo que cree. Alguien que quiera expresar su fe en palabras está haciendo teología, porque “empalabrar” la fe supone pensarla.
Para un profesor o profesora de religión, un profesor en un centro católico o un profesor cristiano es importante pensar su fe. Y cualquier cristiano que tenga estudios universitarios y haya desarrollado intelectualmente su educación, también debería desarrollar a un nivel similar la reflexión sobre lo que cree.
Esto supone un reto fundamental para nuestra Facultad y para toda la Teología católica: desarrollar una teología viva, actual, atrayente, que no distorsione la fe, sino que la muestre en su grandeza. Una teología que me permita descubrir a Cristo en medio de nuestro mundo, en el rostro de mis hermanos. Una teología que me acerque a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, que muestre la oferta de sentido que la fe sigue aportando hoy y siempre al ser humano. Una teología que lleve a la adoración al Dios Padre de nuestro Señor Jesucristo que, impulsada por el Espíritu Santo, nos haga profundizar en la realidad de que somos todos hermanos, hijos de un mismo Padre.