M.J. FRAILE (Corresponsal de PARAULA en Myanmar) | 24-11-2017
Pancarta de bienvenida en la parroquia de Nuestra Señora de Fátima, en Yangón. (FOTO: M.J. FRAILE)La Iglesia católica de Myanmar se prepara con alegría y mucha expectación para vivir la histórica visita apostólica que el papa Francisco realizará del próximo lunes 27 al jueves 30. Se trata de la primera vez que un pontífice viaja a Myanmar (país también conocido como Birmania).
A pesar de la relevancia de este evento, no se ven muchos signos exteriores que lo indiquen, tales como pancartas o banderas vaticanas. Esto se queda sólo para las fachadas de las parroquias. Hay que tener en cuenta que, con 51 millones de habitantes y profundos sentimientos religiosos, en Myanmar el 89% de la población es budista mientras que los católicos representan una minoría del 1,37%, con menos de 700.000 personas, según datos de la Conferencia Episcopal Católica de Myanmar.
La predilección del Santo Padre por las periferias queda reflejada en estos datos al tiempo que mantiene su especial atención en Asia, al ser la tercera vez que acude a este continente. Myanmar vive la visita como continuación y respaldo del camino de reconciliación, perdón y paz que encabeza la consejera de Estado y premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi.
En un tiempo marcado por la crisis humanitaria en los estados de Rakhine, Karen, Kachin y Shan, el Papa ha explicado respecto a su visita, que con “espíritu de respeto” quiere “confirmar” a la comunidad católica de Myanmar en su fe dentro de la diversidad del país, donde conviven más de 135 grupos étnicos con diferentes idiomas, dialectos y culturas.
Los alrededores de la catedral de Santa María siguen igual que siempre, pero la actividad en el interior del recinto es otra cosa. Grupos de voluntarios se encargan de colocar banderas del Vaticano y de Myanmar, focos, alfombras y multitud de adornos que decorarán no sólo la Catedral sino los locales donde del Papa recibirá a los obispos. Al lado del recinto, por la parte trasera y tan sólo separado por una verja, se encuentra la casa del Arzobispo, donde se alojará el Papa. En la entrada interior se ha colocado una estatua a tamaño real de Francisco con una paloma, y desde el recinto de la Catedral ya se ve aparcado el papamóvil.
En el Seminario de San José el amplio grupo coral que participará en la misa pública del Papa realiza los ensayos, y todas las parroquias mantienen abiertas las inscripciones para asistir a la misa pública del Papa en el Kyaikkasan Ground de Yangon.
Cuatro días, dos ciudades
El lunes 27 está prevista la llegada del Papa al Aeropuerto Internacional de Yangon a las 13:00 horas local (8:00 horas española). Tras la recepción oficial será trasladado a la casa del Arzobispo.
El martes 28, viajará a Nay Pyi Taw, donde será recibido por el presidente, la consejero de Estado, el ministro de Asuntos Exteriores y máximas autoridades. Antes de regresar a Yangón, dirigirá su discurso a autoridades, sociedad civil y cuerpo diplomático. El miércoles 29, presidirá la Misa en el Kyaikkasan Ground de Yangon y se reunirá con el consejo supremo ‘Sangha’ de los monjes budistas y los obispos de Myanmar. Finalmente, el jueves 30, antes de partir a Bangladesh, presidirá la misa con los jóvenes en la catedral de Santa María.
La visita apostólica a Bangladesh se prolongará hasta el 2 de diciembre.
DE UN PASADO HERIDO A UN FUTURO SANADOR
En medio de las graves tensiones existentes en el país, no sólo las que se viven en el estado de Rakhine, sino también en los estados de Karen, Kachin y Shan, el viaje de Francisco a Myanmar se ve como un intento más del joven y frágil Gobierno birmano por sanar el país tras las elecciones democráticas de noviembre de 2015, avanzando en la paz, la justicia y la reconciliación, sobre todo en la crisis humanitaria que viven miles de musulmanes, hindúes, personas de Rakhine y especialmente en los desplazados.
Tal y como ha expresado en varias ocasiones el cardenal arzobispo de Yangon, Charles Bo, “todos nosotros necesitamos avanzar del pasado herido a un futuro sanador”. En un comunicado el 26 de septiembre sobre “el proceso de curación de Myanmar hacia la reconciliación”, explicó que la tragedia que sufren determinados grupos desplazados de Rakhine, especialmente los niños, “no debería haber sucedido nunca”, y exhortó a que “dejen que las elecciones del pasado iluminen nuestro futuro, porque la paz basada en la justicia es posible, la paz es el único camino”. Ante palabras como estas y ante este clima de tensión y de terrorismo existente, no es de extrañar que el lema elegido para la visita apostólica haya sido ‘Amor y Paz’.
Historia de la Iglesia en Myanmar
La Iglesia católica en Myanmar se consolida. En noviembre de 2014 se celebró el jubileo por los 500 años de la presencia de la Iglesia católica en este país, en los que se recordó la pobreza y la persecución que sufrieron y sufren muchos católicos en Myanmar.
Por otra parte, el pasado mayo la Santa Sede y la República de la Unión de Myanmar acordaron establecer relaciones diplomáticas plenas, por lo que el papa Francisco recibió a la consejera de Estado y premio Nobel de la Paz Aung San Suu Ky; y en agosto, nombró a Paul Tschang In-Nam como nuncio apostólico. Además, el pasado octubre, el diálogo interreligioso se hizo realidad al celebrarse en Yangón la primera oración interreligiosa en el que participaron los líderes católicos, budistas, musulmanes e hindúes de Myanmar para promover la paz en respuesta al grave problema de población desplazada que huye del estado de Rakhine.
Actualmente, la Iglesia católica de Myanmar se divide en tres archidiócesis y 13 diócesis sufragáneas. Cuenta con su primer cardenal, elegido en 2015, y con 23 obispos, entre activos y retirados. La Iglesia católica es atendida en todo el país por 2.000 religiosos y más de 900 entre sacerdotes diocesanos y religiosos. Por su parte, el trabajo de evangelización lo llevan a cabo 2.600 catequistas en las parroquias de todo el país.
La primera evidencia de una presencia cristiana en Myanmar se encuentra en unos frescos del siglo XIII con cruces latinas y griegas encontradas en la zona del antiguo reino de Bagan, en la región de Mandalay.