❐ C.A. / B.N. | 04.05.2023
El papa Francisco permitirá, con una importante decisión, que los laicos, entre ellos también mujeres, que sean elegidos para participar en el próximo Sínodo de los obispos puedan votar por primera vez en esa asamblea, en la que hasta ahora sólo se permitía votar el documento final a los prelados.
Los organizadores de la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos anunciaron esta novedad ante el Sínodo sobre la sinodalidad que se está preparando en estos años y que culminará con dos reuniones en Roma en octubre de 2023 y de 2024. La principal novedad es que los diez clérigos serán “sustituidos por cinco religiosas y cinco religiosos pertenecientes a Institutos de vida consagrada, elegidos por las respectivas organizaciones representativas de las Superioras Generales y de los Superiores Generales” y con derecho al voto, tal y como se informó.
Tanto las religiosas como las asociaciones de mujeres católicas llevaban años pidiendo poder no sólo formar parte de la asamblea, en la que se deciden y debaten algunos importantes temas de la Iglesia, sino también poder votar el documento final que sirve al Papa para tomar sus decisiones.
La otra gran novedad es que no habrá “auditores”, como hasta ahora, sino que se añaden “otros 70 miembros, no obispos, que representen a otros fieles y que pueden ser sacerdotes, personas consagradas, diáconos o fieles laicos y que procedan de las Iglesias locales” y se espera que el 50 por ciento sean mujeres. “Todos ellos tendrán derecho al voto”, destacan.
Estos serán elegidos por el Papa Francisco de una lista de 140 personas indicadas durante las reuniones Internacionales de las Conferencias Episcopales y la Asamblea de Patriarcas de las Iglesias Orientales Católicas. Y se ha pedido que el 50 % de las personas indicadas sean mujeres y que se valore también la presencia de jóvenes.
“A la hora de identificarlos, se tendrá que tener en cuenta no sólo su cultura general y prudencia, sino también sus conocimientos, tanto teóricos como prácticos, así como su participación en diversas capacidades en el proceso sinodal”, explican. “Todos ellos, como miembros, tienen derecho a voto”, señalan, mientras que hasta ahora sólo votaban los obispos y los representantes de congregaciones masculinas.
Jean-Claude Hollerich, arzobispo de Luxemburgo y relator del Sínodo de la sinodalidad, explicó durante la presentación de las novedades que, en su opinión, “no es una revolución, pues la asamblea sigue siendo una reunión de obispos, con una participación de no obispos”, ya que cerca del 75 % de los participantes seguirán siendo obispos.
También quiso quitar importancia a estos cambios el cardenal Mario Grech, secretario general del Sínodo, quien agregó que “seguirá siendo un Sínodo de obispos, pero habrá esta participación como miembros de laicos”. “Su presencia y participación no sólo asegura el diálogo entre profecía del pueblo de Dios y el discernimiento de los pastores. Su presencia garantiza la memoria, son testimonios del proceso, del itinerario, del discernimiento que ha iniciado hace dos años”, agregó.
Coherencia
Para Amparo Estellés, delegada diocesana de Apostolado Seglar, la noticia “no me sorprendió, pero si me llenó de alegría. Esta decisión era posible y deseable, siguiendo las líneas maestras del pontificado del papa Francisco, que ya fueron expuestas en “Evangelii gaudium” y que él ha ido desarrollando a lo largo de los años, y, especialmente, si se ha participado en el proceso de reflexión con motivo de este Sínodo sobre la sinodalidad”.
Por tanto, “la decisión adoptada por el Papa Francisco es totalmente coherente con el proceso iniciado. Hubiera sido una incongruencia que, después de consultar a todo el Pueblo de Dios para desarrollar una Iglesia sinodal en la que todos caminemos juntos, las mujeres y los laicos no hubieran podido intervenir con voz y voto en las sesiones del Sínodo”.
Estellés no puede menos que expresar lo bueno que es que “el Espíritu Santo haya puesto al frente de su Iglesia un Papa atento a los signos de los tiempos; un Papa que, valiente y decidido, escucha al Pueblo de Dios y, sin miedo a rechazos y antipatías, lleva adelante este proceso sinodal. Porque no es un evento, es un proceso de discernimiento: “Es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio”. Por ello, “como mujer, como laica, gracias, Santo Padre. Rezamos por el sucesor de Pedro y pedimos al Espíritu Santo que nos ayude a todos los que somos y formamos la Iglesia a vivir la comunión y abrirnos a la misión sin miedo”, concluye.
Comunión
“Una de las palabras claves en el Sínodo de los Obispos, es la Comunión”, afirma Vicenta Rodríguez, secretaria autonómica de Escuelas Católicas CV.
“La Comunión en la Iglesia requiere integrar las diferencias y por eso exige que se tengan en cuenta las diferentes procedencias (países y continentes) diferentes edades, diferentes estados civiles, religiosos y personas de diferente sexo. No puede haber auténtica comunión si todos los participantes son homogéneos: hombres y Obispos”.
De esta manera, “la unidad no es uniformidad, sino fruto de la pluralidad”, explica y señala que “con esta participación de laicos, laicas, consagradas, sacerdotes… se está dando un testimonio de coherencia con el lema del Sínodo: “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación, misión” Para trazar el futuro de la Iglesia se requiere a todos los miembros del Pueblo de Dios, que cada uno desde su realidad eclesial pueda aportar para discernir con profundidad”.
El hecho de que sean el 25% de todos los participantes “no es una cuestión a debatir, si son pocos o muchos, lo importante es la novedad en las formas y en el fondo. Ya no son solo los Obispos los que miran y deciden, sino que miramos todos y entre todos buscamos la mejor forma de evangelización. Tener voz y voto, laicos y mujeres, hacen más interesantes las decisiones y que toda la realidad de la Iglesia haya podido expresarse en libertad”, puntualiza.
Y es que “una de las caras del servicio en la Iglesia es la dimensión de escucha para hacer propuestas. El soplo del Espíritu no se puede detener”.