Eva Alcayde | 22-03-2012

Miguel y María en su primera boda y 75 años después.


El domingo 26 de febrero celebraron sus bodas de diamante.


Su vida parece de cine. Se casan en plena Guerra Civil. Él acaba preso en Bilbao. Ella va y logra sacarlo. Su hijo mayor muere ahogado a los 11 años. Han sido
labradores, leñadores y vendimiadores en Francia y acaban de celebrar sus bodas de diamante en la
parroquia de Bicorp.
Miguel y María se quieren como el primer día. Su amor no se ha marchitado y eso que ya han pasado más de 75 años, pues acaban de celebrar sus bodas de brillante. Han pasado prácticamente toda una vida juntos, y han vivido calamidades y penurias, pero también han compartido alegrías y mucha felicidad, sobre todo “cuando han nacido los hijos”.
Ellos son conscientes del interés que ha despertado su historia y lo viven como una gran hazaña “en todo el pueblo no se conoce un caso igual”, dice Miguel enormemente satisfecho. El párroco de San Juan Evangelista de Bicorp, Juan Alfonso Vila Blasco, nos puso tras la pista de esta historia.
Miguel Martínez Valiente nació el 2 de febrero de 1912, por lo que tiene los 100 años recién cumplidos, y Maria Mollá Vanaclocha nació el 20 de marzo de 1915. Los dos nacieron en Bicorp, un pueblo valenciano, tranquilo y acogedor, de la Canal de Navarrés, donde han vivido toda su vida.
Se casaron el 8 de febrero de 1937 y ese mismo año tuvieron su primer hijo, Miguel, que murió a los 11 años ahogado en un molino, después vinieron cuatro hijos mas: Juan, Matilde, Gerardo y Cándido. Y después la familia ha seguido creciendo: Ahora tienen tienen 8 nietos y 10 biznietos.
La de Miguel y María ha sido una historia de amor de película desde el principio. Su nieta Cristina Martínez nos cuenta que fueron novios durante tres años. Se casaron en 1937 y “después mi abuelo se tuvo que ir a la guerra. Luego lo cogieron prisionero y lo llevaron a Bilbao a las minas de carbón, entonces mi abuela se dejó a su hijo de dos años y se fue a buscarlo con avales -cartas de recomendación- para ver si lo dejaban libre. Ella estuvo trabajando dos meses haciendo ojales en una camisería hasta que consiguió sacarlo del campo de trabajo, fue muy valiente”, relata orgullosa de su abuela Cristina, que reconoce que para el matrimonio fueron años muy duros, “han pasado hambre y penalidades”, añade.
Cuando se les pregunta por el secreto de un matrimonio tan longevo, dicen que el matrimonio “es para siempre, dura toda la vida” y la suerte que han tenido ellos ha sido “tener una buena salud y ganas de trabajar para sacar a la familia adelante”. Lo que sí tienen muy claro son los pilares en los que han basado su matrimonio, “sólo en el amor, la comprensión, el saber perdonar y aguantar…”, dice él entre risas.
Para Miguel y María las desavenencias y los problemas de un matrimonio “se solucionan trabajando, pues hay que subsistir como sea…”. Y de eso ellos sa­ben mucho. “Han sido la­­bradores y han tra­bajado segando trigo y arroz, haciendo carbón, cortando pinos, también fueron a la vendimia durante siete años, o sea que han trabajado toda la vida duro y donde podían”, destaca su nieta Cristina.
Celebración en familia
El matrimonio está viviendo es­tos días con una gran emoción, porque la ilusión de Miguel siempre ha sido llegar a celebrar los 100 años y ese sueño ya lo ha cumplido.
Durante este mes han recibido muchas muestras de afecto de todas las asociaciones del pueblo. El Ayun­tamiento, el hogar del jubilado y hasta la cooperativa les han entregado placas conmemorativas y muchas flores, que le encantan a María.
Y el día antes de su aniversario recibieron una grata sorpresa: El coro de Bicorp y la Coral Bolbaitina, que dirije su nieta Cristina, les cantaron una serenata a la feliz pareja. “La verdad es que fue muy emotivo y muy emocionante”, explica la propia Cristina.
“Lo estamos viviendo todos con mucha ilusión y alegría, nos hemos reunido toda la familia para celebrarlo, han venido familiares de Barcelona y Valencia e incluso los patrones que ellos tenían en la vendimia de Francia y esto les ha hecho mucha ilusión… La verdad es que estamos disfrutando mucho, pues vemos que son felices y aún tienen genio para tiempo…”, explica Cristina divertida.
Miguel y María dicen que no se merecen tanta celebración, pero están muy contentos y felices. “Uno no se espera llegar a esa edad, pero llegar y hacerlo con salud” es todo un lujo.
Su calidad de vida es muy buena, sobre todo teniendo en cuenta la longevidad de los dos. María con sus 97 años hace la comida, lleva la casa y cuida de un hijo soltero que
vive con ellos y Miguel, con los 100 recién cumplidos, aún va a jugar al dominó al hogar del jubilado y a los jardines a pasear.
“Qué más podemos pedir si somos felices y tenemos una vida que aún vale la pena disfrutar”, exclama Miguel.