Eduardo Martínez | 29-07-2015
Foto: Alberto Sáiz
El polifacético y reconocido fotógrafo Francisco Pérez Aparisi falleció en Valencia el pasado domingo a los 90 años de edad. Fue el fotógrafo oficial del Arzobispado de Valencia durante el pontificado de Marcelino Olaechea. Y en su amplia y destacada trayectoria profesional también figuran cuarenta años como reportero gráfico en la agencia Efe, con publicaciones de fotos en toda la prensa valenciana y otros medios extranjeros; así como su faceta como emprendedor, con la creación de uno de los estudios fotográficos más grandes de España, en el polígono de Fuente del Jarro, en Paterna.
Nacido en Requena, Francisco siguió pronto la profesión de fotógrafo de su padre. Años después, montó su propio estudio en la calle Pérez Pujol. Tabajó para las agencias Fiel y Efe. Entre otros acontecimientos destacados, cubrió la riada de 1957 en Valencia. En aquellos días de caos y dolor en la capital, Francisco no durmió durante tres jornadas consecutivas. Tal era su pundonor como profesional. En uno de los traslados al barrio de Nazaret, quedó atrapado en una alcantarilla destapada por la fuerza del agua. Logró salir ileso y continuar su trabajo, parte del cual tuvo que desarrollar en el mismísimo Ayuntamiento, ya que su casa se había quedado sin luz y en esas condiciones no podía revelar las trágicas instantáneas que su cámara iba captando. El propio alcalde de la ciudad le autorizó para montar en la casa consistorial su laboratorio fotográfico.
Afecto por su arzobispo
Todo ello lo recordaba recientemente Francisco Pérez Aparisi en una conversación mantenida con PARAULA. En ella, tuvo palabras de gran afecto y reconocimiento hacia el arzobispo Olaechea, para quien trabajó desde el principio de su pontificado en Valencia, en el año 1946. La tómbola de don Marcelino o las viviendas sociales promovidas tras la riada por el propio prelado eran recuerdos nítidos en la mente de Francisco. “No se gastó ni un duro para él. Era un hombre bueno, vivía para los demás, pasó haciendo el bien sin cesar”, rememoraba.
El popular fotógrafo, cuyos restos descansan ya en el cementerio general de Valencia, percibía también la bondad del prelado vasco en las sesiones de fotos que hizo con él. “No me ponía el menor impedimento, se dejaba hacer, con él todo era fácil”. Más aún: la afabilidad que reflejan las fotos de don Marcelino -muchas de las cuales, tal vez incluso las más famosas, son de Pérez Aparisi- era “auténtica”, según aseguró a PARAULA. Es decir, que fuera de plano, sin la cámara por delante, “don Marcelino seguía irradiando esa bondad que vemos en las fotos”.
El archivo fotográfico de Pérez Aparisi es uno de los más valiosos de Valencia, pues reúnes cientos de miles de imágenes de los principales acontemientos acaecidos principalmente en la segunda mitad del siglo XX.
En los años setenta, Francisco puso en marcha en Fuente del Jarro unos estudios que, con el tiempo, fueron utilizados como platós para productoras de televisión. Se dedicó también a la fotografía de muebles y llegó a ser el fotógrafo ofcial de Feria Valencia.
Junto a la fotografía, otra de sus pasiones era peregrinar (42 veces estuvo en Roma). Y su familia: casado con Concha, con quien llevaba en matrimonio más de cincuenta años, tuvo cinco hijos. Uno de ellos ha seguido la estela de la fotografía que deja uno de los más renombrados profesionales del sector del último medio siglo en Valencia.