Carlos y Chelo Marroquín-Sanz
Delegados de la Pastoral Familiar en Valencia
Los pasados días 22 al 25 de junio, los delegados de Pastoral Familiar, Carlos y Chelo Marroquín-Sanz junto al obispo auxiliar D. Arturo Ros, vivimos en Roma el gran regalo del X Encuentro Mundial de las Familias junto al Papa Francisco, preparado por el Dicasterio de los Laicos , la Familia y Vida y titulado: ‘El amor familiar: vocación y camino de santidad’.
Compartimos con las demás delegaciones del resto de España y del mundo de manera cercana, saboreando las ponencias y paneles del congreso y viviendo con intensidad las eucaristías y momentos de reflexión.
El miércoles por la tarde tuvimos el mensaje de apertura del Papa Francisco instando a participar y abrir el corazón a cada uno de los momentos que íbamos a vivir con intensidad.
Después del saludo inicial del Papa Francisco y un concierto musical, empezamos a calentar motores con las distintas presentaciones. El jueves 23 se celebró una eucaristía en San Pedro presidida por el Cardenal Farrel y a continuación todos los congresistas acudimos a la sala Pablo VI para iniciar las sesiones del Congreso.
Destacaríamos la riqueza y profundidad de las distintas conferencias y el impacto que ellas fueron dejando en todos los allí presentes. Se fueron desgranando los apartados de ‘Amoris Laetitia’ con la enseñanza para las familias del mundo de hoy, de manera profunda, valiente y vivencial.
Todos estamos trabajando desde la sinodalidad, conscientes de la importancia de la Iglesia doméstica como escuela de vida y oración, centro y fuente de la transmisión del amor y del evangelio primero con el amor de los esposos, después como vivencia del amor entre los miembros de la familia, abriéndose al mundo para dar respuesta a las necesidades suscitadas y a los problemas actuales. Necesitamos llegar a los que puedan estar alejados o sentirse tibios dentro de la Iglesia. Constatamos que no importa de qué continente vengamos, los problemas son comunes y las soluciones comienzan por ACOGER y dar amor a nuestro semejante.
Pudimos vivir la grandeza de la Iglesia universal, constatando que no tenemos por qué tener un pensamiento único pero sí un único latir para la implementación de los distintos trabajos que se nos avecinan para que la familia siga siendo el centro de la sociedad.
Se nos presentó un documento, ‘El Catecumenado Matrimonial’, es nuestra tarea como delegación ponernos manos a la obra para hacer llegar este material de manera íntegra a nuestros agentes de Pastoral Familiar y a todas las parroquias para que empecemos juntos a trabajar por la Iglesia del futuro.
Fue una experiencia maravillosa y le damos gracias a Dios que nos ha permitido vivir este X Encuentro Mundial de las Familias, nos ha dejado un sentimiento de felicidad y retados para poner en práctica todo lo que ahí vivimos.
Destacamos la alegría y el compromiso que nos une con todas las delegaciones de España desde la Conferencia Episcopal Española para trabajar desde la Pastoral Familiar.
La Eucaristía final vivida con el Papa Francisco fue el culmen más esperado del encuentro. Miles de personas nos concentramos felices e ilusionados para escuchar y aprender de las enseñanzas de nuestro padre. Siempre tan rico y tan certero, el Papa nos habló de la libertad que tenemos por ser hijos de Dios, de la importancia de hacernos esclavos unos de otros por el amor, poniéndonos al servicio del amor al otro donándonos en la propia familia. La huella de la familia es la acogida y el espíritu de servicio, sabiendo que Jesús acompaña a cada matrimonio desde el inicio, yendo siempre por delante. Recalcó la importancia de abrazar la vocación y que los hijos vean a sus padres vivir el matrimonio como una misión dinámica y nueva cada día: dar vida y crear un espacio de amor, de escucha y de perdón para cada miembro de la familia y ser testigos de esto para el resto del mundo, realizándonos en la vocación de la santidad. Sabiendo que nunca estamos solos, en cada familia se implica Dios mismo. También señaló la importancia de tener la valentía de casarse, de la importancia del diálogo entre los esposos y del acompañamiento en todas las etapas de la vida matrimonial, de afrontar las crisis e ir siempre adelante, sabiendo que la Iglesia está con las familias.
Al final de la eucaristía tuvo lugar un momento muy especial: el Papa hizo un envío misionero a las familias.
El sentimiento más grande que nos invade después de lo vivido es el de agradecimiento: GRACIAS a Dios por este regalo, al Papa Francisco por ser testigo y transmisor del Evangelio y por llenarnos de esperanza y alegría, a la Conferencia Episcopal y a todas las delegaciones de España por su trabajo y empeño en el servicio y, especialmente, a nuestro obispo D. Arturo Ros por su implicación y su fidelidad al mensaje del evangelio para el bien de nuestra Diócesis.