Los desastres naturales, como el vivido en estos días a consecuencia de la DANA llegan sin avisar, o con muy poco tiempo de reacción. En un instante nuestro hogar, nuestro entorno, puede sufrir daños o ser completamente destruidos y cambiar para siempre. Nuestras emociones entran en conflicto y nuestros comportamientos cambian. La tristeza, la ira y el dolor son reacciones normales pero, ¿cómo podemos gestionarlas?
BELÉN NAVA / 8.11.2024
Conforme avanzan los días, el impacto de la magnitud de la catástrofe es mayor. Del shock inicial se pasa a la rabia, la impotencia, el dolor y el desasosiego. El impacto de lo sucedido a causa de la DANA en la vida de los valencianos será profundo y afecta, no solo a su bienestar emocional, sino también al físico. Ahora, es momento de enfrentarse a la pérdida de seres queridos, de los hogares, los colegios, los comercios a los que acostumbrábamos a ir a comprar…en definitiva a la pérdida de los que hasta ahora llamábamos “una vida normal”. Esta interrupción en nuestro día a día genera un estrés significativo que puede desembocar en trastornos de salud mental, ansiedad y depresión.
De igual manera, la población que no se ha visto afectada directamente por la catástrofe también lo vive con cierta mezcla de emociones. Impotencia por no poder ayudar, angustia por las imágenes que constantemente aparecen en televisión y en las redes sociales o impotencia y rabia.
Todas las emociones son válidas y hay que tratar de “convivir” con ellas”. Mario Piera, psicólogo clínico y terapeuta gestalt, nos ofrece cinco pautas de auto cuidado ante una catástrofe como la actual.
Lo primero que nos aconseja es que “si sientes miedo, impotencia, rabia, tristeza, desolación o enfado no lo ocultes. Se trata de una reacción normal a lo que estamos viviendo”. De igual manera nos invita a “hablarlo con personas allegadas que te escuchen. Canalizar expresando lo que sientes sin dañar ni física ni verbalmente a nadie y no participar en foros de disputa puesto que no te va a ser de ayuda”.
Otra de las pautas que nos da Piera es la de “desconectar”. Es necesaria una desconexión de los informativos, televisión, redes sociales o grupos de Whatsapp o Telegram. 2Es importante limitar el tiempo de exposición y utilizar canales verificados u oficiales de información”. Por lo tanto no “reenviar” mensajes que puedan ser alarmistas y, ante todo, tratar de crear un buen ambiente.
“El tiempo para uno mismo también es importante”. Es momento para agradecer, escucharse, sentir o relajarse. “Dedica unos minutos al día para relajarte y toma conciencia de cómo te encuentras y qué necesitas. Es momento para agradecer todo lo bueno que todavía tienes y aquello que vendrá” aunque, ahora mismo, todo parezca un abismo y por ello Mario Piera propone “verbalizar tres cosas positivas al día”.
Otra de las tareas es el cuidado de familiares, amigos, vecinos…”es bueno ofrecerse para escuchar, hacer una llamada, mandar un mensaje de apoyo y solidaridad”. Se trata de “estar atento a los más vulnerables, a quienes creen que pueden con todo, a los que están ayudando”. De igual manera es necesario un descanso…y favorecer que otros también puedan tenerlo.
Y por último, si participas en algún tipo de voluntariado o de ayuda solidaria “protégete a ti mismo y admite tus límites. Regula las emociones con respiraciones lentas y comparte tus vivencias de forma relajada y pausada, no te guardes lo que has visto y sentido y, ante todo, distánciate si sientes que las imágenes, sonidos u olores te superan”.
Como psicólogo clínico, Mario Piera nos recuerda que “somos humanos, no héroes. Por tanto tenemos derecho a desmoronarnos, llorar y expresar nuestras emociones de forma adecuada”. Igualmente destaca que “la espiritualidad es una dimensión del ser humano y este es el momento para fomentarla”.
Porque “todo lo que estamos viviendo es extraordinario, así que no te juzgues y acepta tus límites y si necesitas ayuda en la gestión de tus vivencias, pide ayuda profesional”.
Fases
“Esta tragedia de la DANA va a haber que afrontarla especialmente por fases. Esto es como cuando a alguien le dicen de pronto que su padre o madre ha muerto. Es la fase de shock, que va a durar unas semanas, en las que los afectados tienen que creer lo que les está pasando. Después ya vendrá una fase más de aceptación, de ver la realidad. De la aceptación puede venir la fase de depresión, de pensar qué dura es la vida. Ahí es cuando la persona tiene que comprender que sigue habiendo gente a su alrededor, que sigue teniendo a sus familiares, que merece la pena luchar. Este, lógicamente, es el momento en el que más podemos ayudar a reescribir la historia de esta tragedia, sí, una historia que es una tragedia, pero que forma parte de la vida que hay que vivir”, expresa José Luis Guinot, presidente de la Asociación Viktor Frankl de Valencia en una entrevista en Ecclesia.
“Cuando hay una tragedia colectiva como esta hay algo que alivia bastante y es cómo, ante algo así, se dejan a un lado todas las polarizaciones, posturas, discrepancias… Casi todo el mundo saca lo mejor de sí y trata de ayudar. Eso alivia mucho, porque uno siente que importa”, recalca a la vez que incide en el hecho de que “estamos ante la gran oportunidad que nos ofrecen estas tragedias para pararnos y tomar conciencia de para qué estoy aquí, cuál es el sentido de la vida. Es evidente que todo planteamiento religioso y con una fe profunda es ya una respuesta ante la vida. En mitad de la vida cotidiana, una tragedia límite hace enloquecer la realidad, pero estos fundamentos siguen valiendo incluso y muy especialmente en estas situaciones”.