❐ C.A. /L.B. | 28.10.2021
El comienzo del mes de noviembre viene marcado por la fiesta de Todos los Santos y la conmemoración de los fieles difuntos, unos días entrañables en los que se recuerda especialmente a todos los difuntos y en los que es tradición visitar los cementerios para rezar por ellos y recordarlos. En este año tendrán también especial recuerdo las víctimas de la pandemia de covid-19. Además, este año se podrán celebrar con mayor normalidad aunque manteniendo las normas.
El Cementerio General de Valencia este año celebrará las diferentes misas por los difuntos. El día 1 a las 13 h. por los sacerdotes fallecidos en el último año y el día 2 la misa de las 16 h. tendrá lugar en la explanada del camposanto y será por todos los ciudadanos difuntos del ultimo año en Valencia con un recuerdo especial por las víctimas de la pandemia. Ambas misas está previsto que las presida el arzobispo de Valencia, el cardenal Antonio Cañizares. A pesar de que este año hay menos restricciones sí recomiendan que las visitas se hagan escalonadamente para evitar aglomeraciones.
El capellán de este cementerio, Benjamín Zorrilla, recuerda que en este útimo año durante los meses más duros de la pandemia se han celebrado las misas siguiendo la normativa de cada momento. “Aún así para muchos familiares ha sido muy duro”, apunta. Además, señala que durante este tiempo han aumentado los familiares que solicitaban a los sacerdotes que recen un responso a los pies de la tumba en el momento de la inhumación.
En este tiempo más si cabe los sacerdotes han querido estar más cerca de las familias que acuden al cementerio a oficiar el entierro de sus seres queridos. “Lo más importante es acogerles, que se sientan acompañados en estos momentos tan duros en los que están heridos por la muerte”, apunta el capellán. En algunas ocasiones, tal y como añade, “nace una relación que luego mantiene con el tiempo e incluso te piden que acudas a casa para ayudar a alguna persona”.
En los lugares más remotos de la diócesis como es el Rincón de Ademuz la pandemia también ha golpeado aunque a un ritmo diferente que en las grandes ciudades, ya que cuando en las urbes había repunte en los pueblos alejados estaban mejor y, al revés, cuando se permitía más movilidad en los núcleos urbanos, en los pueblos estaban peor. Esto ha hecho que los entierros, tanto de víctimas de covid como no, se hayan tenido que vivir con restricciones. “En estos lugares viven con profundidad los entierros y tienen gran carácter social y el no poder acudir o realizar el acompañamiento desde la parroquia hasta el cementerio ha sido diíficil”, destaca el párroco, Ignasi Llópez. Aún así, “todos han mostrado una gran responsabildiad y obediencia”, añade. “Nosotros les hemos animado y les hemos dado la esperanza de que existe la vida eterna y que estando con Dios no hay llanto ni luto”, añade.
Este año, como explica el párroco, en las diferentes localidades del Rincón “esperan con ilusión poder participar con mayor normalidad en la fiesta de Todos los Santos, que aquí es muy celebrada”. En estos días los sacerdotes presidirán misas en las parroquias y realizarán responsos solemnes en los diferentes cementerios.
Sin restricciones
La tónica general de retomar las celebraciones habituales se vive también en otras localidades como Alboraya, donde, este año se recuperará la costumbre de acudir en procesión desde la parroquia de la Asunción de Nuestra Señora hasta el cementerio parroquial rezando el Rosario. En esta ocasión, saldrá del templo a las 16:30 h. y se dirigirán al cementerio donde, a las 17 h. se celebrará una misa.
“Este año ya no hay restricciones para visitar el cementerio, a pesar de todo, se controlará el acceso y se procurará que no haya aglomeraciones. Además, quienes acudan a visitarlo tendrán que cumplir las medidas de higiene como el uso de mascarillas y de gel hidroalcohólico”, indica el párroco, Juan José Llácer. Y recuerda que el año pasado el aforo estuvo más controlado y la gente hizo lo posible por distribuir las visitas acudiendo al cementerio los días previos.
También recordando la situación vivida en los meses anteriores, Llácer destaca que el cementerio de Alboraya abrió durante toda la pandemia siempre respetando el aforo. “Distinto fue durante los meses de confinamiento en que sólo se abría para los entierros. Si los familiares nos avisaban, los sacerdotes acudíamos para rezar un responso por el alma del difunto ante la tumba”. Por eso, al terminar el confinamiento, “la parroquia ofreció la posibilidad de celebrar funerales y misas por los fallecidos contando ya con la asistencia de toda la familia”, señala el párroco.