Eva Alcayde | 12-07-2017
Pedro José Jiménez es biólogo y sacerdote, por este orden. Por eso la Laudato si’, la encíclica del papa Francisco sobre la Tierra como la ‘Casa común’ de los hombres y la naturaleza, aúna todo lo que más le gusta.
Lleva un ejemplar del documento encima, subrayado, con anotaciones y notas de colores pegadas en algunas de sus páginas. La ha leído muchas veces, con detenimiento y en profundidad, y pocas cosas se le escapan de su contenido.
Pedro J. Jiménez es sacerdote de ADSIS, una comunidad que trabaja especialmente por los jóvenes y los pobres. Aunque nació en Pamplona, ha vivido en muchas ciudades y en Ecuador, por ejemplo, residió durante 5 años. El pasado año le enviaron a la diócesis de Valencia y desde entonces ejerce como párroco en la parroquia de Santa Marta.
Fiel a su compromiso con el medioambiente, es defensor de la agricultura ecológica y del comercio justo, procura no comprar productos en envases de plástico y en su parroquia utiliza energías alternativas.
Durante este curso, el sacerdote ha participado en el ciclo de conferencias que Cáritas Diocesana de Valencia ha ofrecido a las parroquias para sensibilizar a la comunidad cristiana de la importancia de cuidar la ‘Casa Común’.
PARAULA ha hablado con Pedro J. Jiménez que ofrece a los lectores algunas de las claves de la Laudato si’ para su lectura este verano.
-¿Por qué es tan importante este encíclica, que pese a ser del 2015 todavía está en plena vigencia?
-La encíclica Laudato si’ es profética porque coloca a la Iglesia por delante de otras voces en el tema del medio ambiente y las crisis ecológicas. Y lo más valioso es que hace una síntesis ligada a la pobreza, ya que tiene las mismas causas.
Este salto es muy importante porque parecía que el tema medioambiental era patrimonio exclusivo de colectivos ‘progres’ o ‘hippies’ y no tenía mucho que ver con el compromiso cristiano, pero el Papa va mucho más allá y afronta el tema desde la síntesis de que pobreza y degradación del plantea son el mismo problema.
A veces, en los países subdesarrollados los pobres son pobres porque les han robado las tierras. Tenemos que proteger la tierra y a la gente que la trabaja, porque si no se irán a las ciudades y crecerán los cinturones de pobreza.
El análisis del Papa en esta encíclica es un salto adelante. En este momento de crisis de valores, la Iglesia tiene algo que decir, es nuestro análisis particular desde el punto de vista del Evangelio. El Papa se moja y habla bien claro de muchas cosas.
– Desde el principio el Papa realiza una radiografía de los problemas más importantes del planeta como el cambio climático, la escasez de recursos naturales… ¿Es tan grave la situación?
-Nuestro planeta Tierra es la ‘Casa común’ para más de 7.400 millones de personas. Pero esta Casa está muy deteriorada. Sus cimientos están afectados por una profunda crisis de valores. El individualismo, la codicia, el consumismo, la indiferencia, la competitividad… la están destruyendo.
El deterioro de los cimientos provoca graves daños estructurales en la Casa y el principal de todos es el surgimiento de un sistema económico que empobrece y excluye a quienes viven ahí.
La Casa también tiene graves defectos de accesibilidad y no todas las personas pueden acceder a alimentos, agua potable, sanidad, educación, vivienda digna, seguridad, refugio, etc.
Y por último el estilo de vida, el modelo de producción y de consumo provoca tal cantidad de residuos contaminantes, y tal deterioro medioambiental que amenaza seriamente la vida en nuestro planeta.
– Vaya panorama más desolador…
– Si, por eso no podemos quedarnos de brazos cruzados. Podemos poner en práctica valores humanos y actitudes que saneen esta Casa, construir una economía solidaria que ponga a las personas en el centro, que cree oportunidades laborales para todos y cuide el medioambiente. Y también podemos adoptar hábitos y estilos de vida responsables y sostenibles.
-¿Qué papel juega la tecnología en todo el problema ecológico?
-Cuando el Papa se mete más a fondo a analizar las causas del problema medioambiental, en el capítulo III, incide en las filosofías que hay detrás y que favorecen esta situación como el materialismo, el relativismo moral o situar al hombre en centro de todo… que generan daños en la humanidad y en la creación.
Y habla del paradigma tecnológico. Las nuevas tecnologías facilitan la vida, pero no solucionan los problemas. Tenemos mucha tecnología pero no somos capaces de acabar con el hambre en el mundo. Y es que el avance de la ciencia y de la técnica no equivale al avance de la humanidad y de la historia.
Una reflexión muy interesante que hace el Papa es que la fe en Dios se ha sustituido por una fe ciega en que la tecnología nos va a resolver los problemas y Francisco nos advierte de que la tecnología solo la puede usar quien la tiene.
El Papa apuesta por el trabajo como una de las posibles soluciones para acabar con el hambre, proteger el medioambiente y potenciar la dignidad de la persona.
-En el capítulo IV de la encíclica trata el concepto de ecología integral, ¿por qué cree que es una de las propuestas más significativas del Papa?
– Se refiere a una ecología que integre también la dimensión cultural, moral, espiritual, filosófica y religiosa… que englobe todas las dimensiones de la persona, porque la ecología es una ciencia en sí misma. El Papa propone integrar esta ecología en la vida cotidiana y habla del compromiso personal que debemos asumir todos. Es decir, se pueden solucionar los problemas ecológicos no solo a nivel internacional o de Naciones Unidas, también a nivel municipal y local, se pueden tomar medidas en las ciudades, en las viviendas, en los barrios y en los transportes. Es de justicia que lo hagamos, sobre todo por los que vienen detrás, sino ¿qué Tierra les vamos a dejar?
– ¿Quiere decir que el Papa nos anima a los cristianos realizar un cambio en nuestra forma de relacionarnos con el medio ambiente?
– Efectivamente. Francisco incluso va más allá y habla de ‘conversión ecológica’. Directamente recomienda estilos de vida austeros y considera que el mundo necesita más sobriedad, sin perder la libertad. Es necesaria una vida más sobria que tenga en cuenta a los demás, como el lema de la campaña institucional de Cáritas de hace unos años ‘Vive sencillamente para que otros, sencillamente, puedan vivir’. Como cristianos debemos mejorar nuestro estilo de vida, incluyendo estas consideraciones.
-¿Cómo se consigue este nuevo estilo de vida?
– Pues por ejemplo, no cayendo en el consumismo. La familia y la educción cristiana juegan un papel muy importante, porque en la familia se aprende a mirar por el bien del grupo, a pedir, a compartir, a agradecer, a pensar en el otro… Y lo que sirve para vivir en mi casa , en mi domicilio, también sirve para vivir en la casa común a la que hace referencia la encíclica.
-El Papa en esta encíclica también realiza una importante labor de denuncia…
– Habla mucho de corrupción y en el capítulo V, por ejemplo, lamenta que después de la crisis hemos perdido la oportunidad de hacer las cosas de otra manera. Francisco denuncia que la clase política y la banca se acusan unos a otros, pero no resuelven los problemas. Es necesaria no sólo una economía más justa, sino una clase política más honesta, que se pueda llegar a pactos de estado a largo plazo en los temas importantes que afecten a todos y que se acabe con el cáncer de la corrupción.
El Papa también destaca el papel de la sociedad sobre nuestros políticos, ya que les debemos pedir y exigir siempre esta honradez y que no primen los intereses electorales del momento.
La ‘transición energética’ (hacía las energías renovables) es un concepto muy moderno que utiliza el Papa en esta encíclica. Pero también denuncia, por ejemplo, que las convenciones del clima las controlan las petroleras, por lo que hay muchos intereses que presionan a los gobiernos, que en lugar de velar por el bien común, legislan a favor de las grandes compañías y corporaciones.
Sí, el Papa habla de los temas candentes, la corrupción, la burbuja financiera, la agricultura sostenible, el impacto ambiental, desea un verdadero progreso, que nos sirva a todos y pide audacia y creatividad para resolver los problemas.
– ¿Qué medidas concretas podemos incorporar en nuestro día a día para convertirnos al verde como nos pide Francisco?
– Podemos empezar por cambiar nuestros estilo de vida y de consumo, no malgastar el agua y la luz o no despilfarrar alimentos. Como consumidores tenemos bastantes opciones para elegir. Por ejemplo, comprar alimentos que no estén envasados en plásticos, utilizar coches híbridos o el transporte público, utilizar energías renovables, o confiar en la banca ética… podemos ir dando pasos personales para ir convirtiéndonos al verde.
– Pero mucha gente piensa, que estos gestos individuales no van a solucionar los problemas del planeta…
– Como cristianos tenemos que realizar signos de cambio y ser testimonio para que otros hagan lo mismo. Debemos realizar pequeños gestos para ser como lucecitas para los demás, como ha hecho el papa Francisco desde que fue elegido pontífice.
Además la Iglesia siempre ha sido puntera, cuando no había hospitales, los creaba y curaba a los enfermos. Y las parroquias han tenido un papel fundamental, por ejemplo, en el nacimiento de las cooperativas agrarias, que en muchos casos las han fundado sacerdotes.
Es verdad que hay mucha gente pesimista en el tema de la crisis ecológica, pero el mensaje que nos transmite el papa Francisco es que no debemos perder la esperanza. No nos rindamos, el planeta nos necesita.