REDACCIÓN | 12.12.2019
“Estamos todavía como en una nube”. Lo dice Víctor Aguado, responsable del secretariado diocesano de Pastoral Penitenciaria de Valencia, después de que el papa Francisco les recibiera hace diez días en el Vaticano, donde querían entregarle las cartas que le habían dirigido reclusos de la prisión de Picassent, “la parroquia de los invisibles”, como los llaman.
En una carta a la Santa Sede, habían pedido el pasado 13 de mayo un encuentro personal con el Papa en alguna audiencia general porque, según le indicaban, “queremos entregarle una serie de cartas escritas por los propios internos, donde manifiestan sus sensaciones, su proximidad a nuestro Señor, cuando se sienten abandonados por el resto de la sociedad y recluidos, donde su única esperanza es la fe en Dios y es el motivo que les hacer llevadera su condena, la esperanza en una segunda oportunidad, la convicción de que pueden cambiar sus vidas en compañía de Jesús, nuestro Señor”.
Reconocían en su carta los voluntarios el encuentro con el Papa iba a ser difícil: “Sabemos lo complicado que es y que la agenda de Su Santidad está repleta, pero para este grupo de voluntarios sería de gran satisfacción poder tener ese encuentro personal y transmitirle nuestras sensaciones, así como transmitir luego a nuestros ‘invisibles’, las palabras del papa Francisco, su proximidad y preocupación por ellos”, indiciaban en su carta.
Y el sueño se hizo realidad el pasado 27 de noviembre. Se encontraron cara a cara con el papa Francisco en la plaza de San Pedro al término de la Audiencia. “Se saltó todo el protocolo. Fue un encuentro entrañable, muy intenso, sólo estar a su lado ya era suficiente para nosotros y, al final, no sé cómo todavía, le entregué el sobre con las cartas de los presos”, explica Víctor Aguado. “Le explicamos quiénes éramos, y nos dijo con una sonrisa enorme: “Seguid, lo estáis haciendo bien”.
Fue un encuentro entrañable, muy intenso, sólo estar a su lado ya era suficiente para nosotros y, al final, no sé cómo todavía, le entregué el sobre con las cartas de los presos
Víctor Aguado
Aguado cuenta a PARAULA que “para evitar sorpresas de cartas que no fueran procedentes, iban abiertas y se les entregaron antes a los capellanes y a mí bajo secreto de confesión, y os puedo decir que en las cartas nadie, ningún recluso, pedía nada para sí mismo o para su situación, sino que pedían por sus familias, por sus hijos, y también por aquellas personas a las que habían hecho daño… Esto nos dejó fuera de juego a los capellanes y a mí… ¡con la intensidad y la vida que llevan en prisión, que pidiesen por otras personas y en especial por aquellos a los que habían hecho daño, eso dice mucho en favor de la fe que tienen y de lo cerca que también tienen a Jesús!” .
“En fin, que sí, que seguimos en una nube, no me lo acabo de creer estar tan cerca de él, de Francisco, como uno de nosotros, es la Iglesia viva… ¡Cuánta energía nos da! Esto no se olvida”.
Acercar los presos a Jesús
En la carta al Papa explicaban también que con ayuda de capellanes y voluntarios, desarrollan tareas semanales de acompañamiento a través de diversas actividades, castellano para extranjeros, formación religiosa, formación para recibir los sacramentos, habilidades sociales, cine y valores, inglés, acompañamiento personal, orientación jurídica, ingreso de peculio quincenal para los más necesitados, ropa, coro para acompañar las celebraciones litúrgicas todos los fines de semana “que nos acercan a cada uno de ellos, aproximándoles a conocer la figura de Jesús, nuestro Señor y con ello hacer más llevadera su estancia en el centro”.
“Además, contamos con cuatro hogares de acogida para permisos de fin de semana y privados de libertad en su fase final de la condena en semilibertad, contando con tres para hombres con un total de plazas de 26 y uno exclusivo de mujeres con quince plazas, preparándoles desde un Punto de Orientación Penitenciaria, con asistencia diaria, donde les proporcionamos herramienta para retomar de nuevo sus vidas rotas, convirtiendo en visibles los invisibles de la sociedad”, añade la misiva.