REDACCIÓN | 18-07-2019
El arzobispo de Valencia, el cardenal Antonio Cañizares, ha nombrado nuevo presidente del movimiento Cursillos de Cristiandad para la diócesis valentina a Francisco Pastor, que coge el testigo de la anterior presidenta, Rosa Cabanillas. Nacido en Guadassuar en 1963, casado y padre de dos hijos, es físico de formación y analista de sistemas informáticos, de profesión. En esta entrevista, analiza las características principales de los Cursillos y aporta su propia experiencia personal dentro del movimiento.
– ¿Qué te hizo elegir estar en Cursillos de Cristiandad?
– Con 17 años, coincidí en una comida con gente que no conocía y notaba un ambiente especial: la alegría que se veía en sus caras, las conversaciones, la confianza que había entre todos, cómo me acogieron. Pregunté a mis amigos dónde habían conocido a esa gente y me dijeron que habían vivido con ellos un Cursillo de Cristiandad. Yo no me lo pensé dos veces y de inmediato me apunté para ir al siguiente.
En el Cursillo entendí de dónde venía la alegría que había descubierto en la gente de la comida. En cuanto a las verdades de la fe, no me descubrieron grandes cosas pues desde pequeño había sido educado en la religión por mis padres y era catequista de mi parroquia, pero al escuchar las experiencias de las personas que daban el Cursillo, de cómo vivían ellos la fe, de cómo Cristo podía cambiar la vida de las personas, descubrí que lo que habían querido transmitirme desde niño mis padres y catequistas era mucho más grande de lo que había imaginado. También descubrí que Dios no era un ser vigilante desde el cielo para ver si te condenabas, sino un padre que te quiere y desea tu felicidad, y un Jesús cercano que hizo y hace todo lo posible para que me salve.
Recuerdo que el Cursillo de Cristiandad cambió la forma en que vivía la fe, me liberó de mis prejuicios y me hizo disfrutarla mucho más.
– ¿Qué se hace en un Cursillo? ¿Para quién va dirigido?
– Respecto a la primera pregunta, el equipo de personas que han preparado el Cursillo exponen una serie de temas relacionados con el cristianismo desde su experiencia, al fin y al cabo es un Cursillo de Cristiandad, y en base a ello se dialoga y comparte lo que le ha dicho a cada uno. Hay también momentos de reflexión y de oración.
Pero cuando has vivido un Cursillo de Cristiandad te das cuenta que el Cursillo es mucho más de lo que se hace, es ante todo una vivencia, lo que cada uno experimenta, lo que significa para ti encontrarte con un Jesús que sigue vivo y presente hoy en día. Lo que se hace es sólo el medio. Por eso se dice que lo que es el Cursillo no se puede contar, porque cada uno tiene una vivencia personal que es diferente. Hay que vivirlo.
En lo referente a quién va dirigido, por su dinámica no está pensado para adolescentes. Por eso, se pide tener 18 años. Salvando ésto, el Cursillo va dirigido para todas las personas que quieran conocer o profundizar en la fe cristiana y cómo un cristiano puede vivir hoy en día de forma coherente con lo que cree. Si hubiera que clasificarlo entre teórico y práctico, es sobre todo práctico.
Por propiciar ese encuentro con Jesús, es válido tanto para las personas que ya viven su fe de forma comprometida, para los que creen sin practicar y para los más alejados. A unos les descubrirán más cosas que a otros, pero para todos será una experiencia enriquecedora.
– ¿Qué diferencia el Cursillo de otras catequesis o retiros?
– Efectivamente, el Cursillo no es una catequesis, no pretende exponer y profundizar en las verdades de la fe cristiana pues en tres días no hay tiempo material para ello. Cuando oímos hablar de catequesis pensamos en uno o varios años, no en un fin de semana.
Tampoco es un retiro donde prima la reflexión personal, y para ello se proponen largos periodos de silencio y meditación. En el Cursillo es muy importante lo que se comparte y dialoga con el resto de compañeros que coinciden contigo ese fin de semana.
En los Cursillos se expone el contenido básico de la fe, lo fundamental cristiano, de forma vivencial, desde la experiencia. Partiendo de la doctrina que ha sido válida en todas las épocas de la historia se busca por medio de diálogo y compartiendo como poderla vivir hoy en día con autenticidad y con alegría.
– ¿Y una vez se ha participado en un Cursillo que sigue después?
– El Cursillo es solo el principio, un impulso, después hay que continuar. Pero para mí una de las cosas grandes del Cursillo es que, ante todo, respeta la libertad de las personas.
Para la gente que descubre al Señor y quiere seguir conociéndole más es importante, yo diría más bien necesario, que se apoye en una comunidad, la que cada uno desee y se encuentre mejor. No se puede vivir la fe en solitario. Además, como mejor se vive la fe es compartiéndola con otras personas que participan de ella.
Lo lógico es que, si alguna persona hace el Cursillo y ya participaba en una comunidad, que al finalizar el Cursillo siga en ella, buscando vivir su fe de forma más auténtica y crecer allí de donde viene.
Para los que no tienen esta comunidad de referencia, los Cursillos de Cristiandad ofrecen poder incorporarse en la nuestra, para quedarse en ella o hasta que encuentren la que más les acople. Nuestra Iglesia de Valencia es muy rica en grupos cristianos y en absoluto el Movimiento de Cursillos pretende engordar sus filas. Es un instrumento al servicio de la pastoral de la Iglesia Diocesana.
– ¿Los cursillos de cristiandad siguen siendo válidos hoy en día?
– El Movimiento de Cursillos de Cristiandad nació a principios de los años 50 en el seno de la Acción Católica, en una sociedad por aquel entonces que en teoría era católica pero que en la práctica vivía de forma superficial o de puertas para fuera. Buscaba remover las conciencias y que las personas se acercarán a Jesús para poder vivir la fe de forma más auténtica, y ha sido muy eficaz desde sus orígenes.
La sociedad de hoy es muy diferente. Vivimos en una sociedad que en gran parte ha dado la espalda a Dios, por eso pienso que los Cursillos son incluso más necesarios que cuando nacieron. Muchas personas, sobre todo los jóvenes, no oyen hablar de Jesús y no tiene posibilidad de acercarse a Él, y ahí el Cursillo ha demostrado ser un instrumento eficaz en manos de la Iglesia.
El movimiento ha hecho un esfuerzo grande en adaptar su lenguaje y dinámica a las circunstancias de cada momento. Es una preocupación constante, para que el mensaje llegue con la misma fuerza y no se desvirtúe.