❐ C.A.| 23.03.2023
El 25 de marzo la Iglesia celebra coincidiendo con la solemnidad de la Anunciación del Señor la Jornada por la Vida. En la diócesis de Valencia aprovechando esta cita se celebra la Semana por la Vida, que comenzó el 22 de marzo, e incluye diferentes actos.
Bajo el lema ‘Contigo por la vida, siempre’ los obispos de la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida de la Conferencia Episcopal Española invitan a acompañar “la vida humana, la vida de cada persona, en todas las fases de su existencia, desde su concepción hasta su muerte natural, aumentando los cuidados cuando la vida es más vulnerable”. En este sentido, detallan los diferentes momentos de la vida en que deben ser acompañados.
Inicio de la vida
En primer lugar, señalan el inicio de la vida: “plantear que eliminar una vida humana pueda ser solución para algún problema es una grave equivocación, como ocurre en el caso de un embrión o un feto en el seno de su madre”. Por eso, destacan los obispos, “las leyes que promueven y amplían el supuesto ‘derecho al aborto’ son absolutamente injustas porque legalizan la muerte de personas inocentes e indefensas”.
Los prelados reclaman “una serena reflexión” que “vaya a las raíces del problema y busque alternativas reales para que las madres que afrontan, muchas veces en soledad, un embarazo no deseado no tengan que recurrir al aborto”.
Refugiados e inmigrantes
También piden acompañamiento para los refugiados e inmigrantes “que llegan a nuestras fronteras, la mayoría de las veces en condiciones tan trágicas”. Recuerdan, en este sentido, las palabras del papa Francisco en ‘Fratelli tutti’: “Nunca se dirá que no son humanos, pero, en la práctica, con las decisiones y el modo de tratarlos, se expresa que se les considera menos valiosos, menos importantes, menos humanos. Es inaceptable que los cristianos compartan esta mentalidad y estas actitudes, haciendo prevalecer, a veces, ciertas preferencias políticas por encima de hondas convicciones de la propia fe: la inalienable dignidad de cada persona humana más allá de su origen, color o religión, y la ley suprema del amor fraterno”.
Enfermedad mental
Por otro lado, ante el “alarmante” aumento de suicidios, especialmente entre los más jóvenes, los obispos destacan que la enfermedad mental es “un tema que merece ser considerado con hondura”. Así ofrecen la colaboración de la Iglesia para afrontar el tema y manifiestan su deseo de “estar cerca de los familiares y amigos de las personas que se han suicidado, acogiendo y acompañando con respeto su dolor”.
Ancianidad
Respecto a la ancianidad destacan que “en una sociedad del descarte y la desvinculación, los mayores siempre tienen mucho que perder” y es necesario “un planteamiento en el que las personas mayores sean protagonistas” y “crear cauces para escuchar su voz y para darles espacio en la vida de la Iglesia y de la sociedad”.
Final de la vida
Por último, al final de la vida, cuando la vida humana “en muchas ocasiones vuelve a ser frágil” y “la gran tentación consiste en buscar falsas vías, que pretenden eliminar el sufrimiento, cuando lo que están haciendo es acabar con la vida de la persona”. Por eso, una vez más, manifiestan su rechazo a la ley que regula la eutanasia y piden la aprobación de una ley integral de cuidados paliativos, dotada de los recursos necesarios, para acompañar de manera verdaderamente humana a las personas en la fase final de su vida.
Propuestas de acción
Los obispos también lanzan algunas propuestas de acción porque “el análisis realista de la situación” en lugar de “llevarnos al pesimismo” debe “comprometernos en la transformación de este mundo al cual Dios ama tanto”.
En primer lugar, “conscientes de la magnitud del desafío, debemos promover la oración por la defensa de la vida humana”. En segundo lugar, proponen el testimonio personal. Cada fiel cristiano está llamado a dar “testimonio del amor verdadero con palabras y con obras”. En tercer lugar, exhortan a los laicos a comprometerse y acompañar a las personas que deben ser, especialmente, acompañadas.