Las cifras de enfermos y muertos por covid-19 siguen creciendo. Los contagios se producen a una velocidad pasmosa. Nos encontramos inmersos en lo que denominan la ‘tercera ola’. Y ahí siguen los sanitarios (médicos, enfermeros, auxiliares…) que en jornadas maratonianas, y a veces sin descanso, trabajan para que todos estemos atendidos. Incluso, poniendo en riesgo su vida y también la de sus familiares. PARAULA se ha acercado a algunos de estos sanitarios que nos cuentan su experiencia como trabajadores, pero también como cristianos, ante el virus.

El Dr. Morales (izqda.), en su centro de trabajo. FOTO: A.SÁIZ

“Esto se nos está escapando de las manos, pero confío en Dios”

L.B. | 28.01.2021
En el engranaje de la asistencia sanitaria es fundamental la labor de los médicos de atención primaria. José Antonio Morales es médico de familia en el ambulatorio de Alfafar-Parque Alcosa. Como él mismo dice, ellos son los “rompeolas”, los primeros en atender a cualquier enfermo, también a los de covid. “Todos los enfermos pasan por nosotros antes de ir al hospital. Aquí, en el ambulatorio, hacemos las pruebas y los diagnósticos. Y luego, les derivamos al hospital si hace falta o a sus domicilios”, explica. Así, al hospital sólo llegan los enfermos más graves, que están con ahogo, fatiga, fiebre… y se evita que la congestión de los centros hospitalarios sea aún mayor.

Al atender en los ambulatorios a los enfermos de covid-19, al resto de pacientes sólo se les asiste de forma presencial en los casos en que es totalmente imprescindible para poder diagnosticarles. Entonces “se les hace venir con muchas precauciones porque el ambulatorio es un foco de infección, aunque a los infectados les atendemos aparte”. Esta situación es incomprendida a veces por otros pacientes que se sienten desatendidos, pero “ha de hacerse así porque de otra manera sería un desastre”, explica José Antonio. “Es muy fácil criticar pero muy difícil organizar. Hay que ponerse en el lugar de las autoridades sanitarias y esto se nos escapa de las manos. El virus no sigue los parámetros estándar. Es muy irregular. ¿Cómo se explica que en una misma familia haya unos contagiados y otros no? Hay cosas que no encajan y constantemente nos mandan protocolos de actuación”, añade el médico.

Y es que el covid-19 ha cambiado la forma de trabajar en los ambulatorios. “Ahora los médicos realizamos más labor administrativa. Tenemos el apoyo de los rastreadores, pero ellos también están saturados. El trabajo administrativo es mayor que el médico en sí. Todavía no encajamos que ocurra esto, nos sobrepasa. Yo no imaginaba que iba a terminar así mi carrera”, comenta el Dr. Morales.

Por eso, para José Antonio es muy importante no olvidar a sus pacientes habituales. “Hay que estar muy pendientes de ellos. No debemos desatender otras enfermedades que están ahí (azúcar, colesterol…) o, simplemente, renovar la medicación. Tenemos una avalancha de cada día”, añade.

Además, reconoce que los enfermos están asustados y algunos tienen algún problema asociado al aislamiento, como patologías psiquiátricas y físicas, sobre todo los ancianos que no se mueven (atrofias, fobias…).

Atención extramédica
A pesar de todo, para el Dr. Morales la cuestión médica es la más llevadera. “Es un protocolo y haces lo que toca”, explica. Pero la cuestión psicológica es distinta. “Hay dramas que son difíciles de digerir”. Es el caso de los familiares de enfermos o fallecidos por covid-19. “Hay tragedias humanas que se quedan grabadas. Empiezan a culpabilizarse y surgen unas paranoias que son difíciles de curar”, manifiesta.

Por eso los enfermos depositan en el médico de familia su confianza. “Es una relación muy personal. Yo les doy mi móvil y me pueden llamar cuando necesiten. Es una atención prácticamente 24 horas”.

Los pacientes a veces le llaman sólo para hablar. “Necesitan una palabra de aliento, que les animes, que les quites el miedo. No tienen información o se interpretan mal las cosas y se las has de aclarar. Les hablas con sinceridad, con la verdad y eso les quita la angustia. Es importante que no se sientan solos”.

Para el Dr. Morales es fundamental que los pacientes sepan que estar infectado no es sinónimo de muerte. “La pega es que es un virus muy infectivo, se propaga mucho y colapsa los hospitales”. Por eso, destaca que hay que hacer todo lo posible para evitar cogerlo. “Luchas para que se protejan sin obsesionarse”, añade.

La pandemia a nivel familiar
Pero la tragedia que viven todos los días en el ambulatorio, la tienen también en casa. “La semana pasada enterramos a mi cuñado. En cuatro días se nos fue”, confiesa José Antonio. Reconoce que el contagio es lo que peor se lleva a nivel familiar. “Yo di positivo y estuve confinado junto con una de mis hijas a la que, seguramente, contagié yo”. El resto de sus once hijos, sin embargo no dio positivo “y todos hemos estado expuestos a lo mismo”, comenta. “Es un riesgo que asumes tú y tu familia. Lo llevan con algo de tensión pero se van acostumbrando. No me tratan como a un leproso”, manifiesta entre risas el Dr. Morales.

Pero José Antonio es muy escrupuloso con la higiene. “Cuando llego a casa limpio la suela de los zapatos con lejía y me cambio de ropa. A veces te relajas y es un peligro. Piensas que no pasa nada, pero sí puede pasar”.
Para sobrellevar esta tensión José Antonio Morales se apoya en su fe. “Sin fe esto no se puede hacer. No es que seamos mejores, es que confiamos en Dios. Veo a los compañeros y se nota la diferencia, van más a la defensiva, tienen miedos”. Y destaca que “hay que vivir con precaución pero no asustados ni atemorizados”. A él la fe le da fuerzas “para afrontar lo que venga, hasta la muerte” porque “tenemos conciencia de que Dios nos cuida. Sabemos que no estamos solos”. A pesar de todo, reconoce que hay que “vivir con los pies en la tierra y, por supuesto, tomar las precauciones necesarias para evitar contagios”. “Mi fe es muy débil, pero me apoyo en la Iglesia, en la oración y en la eucaristía”, concluye.

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