L.B. | 04.12.2019
Junto a la puerta de la muralla de Xàtiva se fundó hace 500 años el Monasterio de Nuestra Señora de la Consolación. Y desde entonces, allí han vivido las religiosas Dominicas de la Orden de Predicadores, en el mismo lugar aunque el entorno haya ido cambiando.
El 31 de marzo de 2020 será cuando cumplan su quinto centenario, pero ya han comenzado a celebrarlo con diversas actividades. “Tenemos una historia larga que contar y quisiéramos poder seguir contándola”, cometa sor Áurea Sanjuán, priora de la comunidad.
A principios del siglo XVI, en el portal Fosc había una ermita dedicada a la Virgen de la Consolación. El pueblo le tenía mucha devoción porque era época de peste, le atribuían muchos milagros y la gente encontraba consuelo en ella, de ahí sus nombre. Como la ermita necesitaba unos cuidados y atención, los Dominicos, que ya estaban en Xàtiva, llamaron a las religiosas de Barcelona que fundaron su convento en 1520. La imagen de la Virgen, una tabla de autor desconocido del siglo XVI, aún se conserva en el altar mayor de la iglesia del convento.
Ser realmente feliz
Durante estos 500 años las religiosas han vivido muchas vicisitudes: guerras, terremotos, destierros… pero nunca han abandonado su modo de vida “anodino pero rico en interioridad”, como lo define la priora.
“Intentamos vivir a la manera del Evangelio con sencillez y fraternidad, rescatar los valores que son más propios del ser humano, y que son los que propuso Jesús. Ése es el sentido de nuestras privaciones y nuestra ascesis: rescatar y conquistar la libertad propia del ser humano”, indica.
Sor Áurea destaca que “quisiéramos mostrar con nuestra manera de vivir que se puede ser feliz con poco, que es posible el colaborar más que el competir, repartir más que acumular egoístamente, perdonar, comprender, respetar… y que esto es lo que hace posible la libertad. Que la enseñanza de Jesús es capaz de hacer al hombre realmente feliz”.
Un taller de bordados
Como religiosas de vida contemplativa que son, las trece hermanas que en la actualidad forman la comunidad de Xàtiva dedican su tiempo a la oración y al trabajo.
A lo largo de los años su trabajo manual ha variado mucho. Han elaborado cerámica, obleas, encuadernado libros e, incluso, se han dedicado a la reparación de aparatos eléctricos, pero ahora su labor se centra, principalmente, en el bordado. Con ayuda de un ordenador, las religiosas bordan tapices, capas, telas y mantos para imágenes religiosas, bandas y trajes de fallera, así como atuendos de fiestas populares como Moros y Cristianos, junto con banderines, escudos o estandartes para Semana Santa. En su taller las Dominicas atienden los encargos de particulares, comisiones de fiestas o parroquias. Las telas suelen de ser de terciopelo, de raso o sedas y los hilos de color metalizados, dorados o plateados que les facilitan los propios clientes.
Compartir la oración
Las Dominicas también gustan de compartir su oración, especialmente las tardes de cada domingo en las que acude un nutrido grupo de jóvenes a rezar vísperas con ellas.
Desde hacía ya muchos años, las religiosas se reunían con vecinos que acudían al monasterio para hablar y comentar el Evangelio. Por eso, “hace unos años nos planteamos hacer más participativas las vísperas de los domingos. En seguida vino un grupo grande de gente y cada vez vienen más”, explica sor Isabel Clavel, responsable de estos grupos de oración.
En estos últimos años han introducido una iniciativa que está teniendo una gran acogida: la llamada ‘oración a la fresca’. En verano, desde el último sábado de junio hasta el último de agosto, de 22 a 23 horas, rezan en el jardín con las puertas que dan a la Alameda abiertas para que quien lo desee se pueda incorporar y compartir con ellas un momento de oración.
Lea el reportaje íntegro en la edición impresa de PARAULA