L.B. | 21.02.2020
Cientos de enfermos, sus familiares, médicos, personal sanitario y voluntarios de la pastoral de enfermos y mayores, así como miembros de la Hospitalidad Valenciana de Lourdes llenaron la Catedral el pasado día 11, festividad de Nuestra Señora de Lourdes, para participar en la misa de enfermos y posterior procesión de las antorchas que se celebró con motivo de la Jornada Mundial del Enfermo, bajo el lema ‘Acompañar en la soledad’.
En esta ocasión cobró especial relevancia el hecho de que, precisamente ese mismo día, en el Parlamento español comenzó la tramitación de la ley para despenalizar y legalizar la eutanasia.
El arzobispo de Valencia, cardenal Antonio Cañizares, que presidió la celebración, destacó en su homilía el contraste de las palabras de Jesús, “Venid a mí los que estáis cansados y agobiados, que yo os aliviaré”, con la ley de la eutanasia. “Estas palabras sigue dando esperanza aún hoy ante leyes injustas como la que está debatiéndose en el Parlamento sobre la eutanasia”, señaló.
Se refirió también el Cardenal al documento reciente de la Conferencia Episcopal Española sobre bioética del final de la vida, “que sale al paso de las ideologías de muerte en la ley que se pretende ante la enfermedad terminal, y que todo cristiano debería conocer”.
“Ese sufrimiento se habrá de paliar, sin duda, pero sin eliminar a quien lo padece”, manifestó el Arzobispo.
Recordó también el cardenal Cañizares que el sufrimiento y la enfermedad pertenecen a la condición del hombre, “criatura frágil y limitada”. Pero en Cristo muerto y resucitado, “la humanidad descubre una nueva dimensión del sufrimiento”. “En vez de ser un fracaso, es una ocasión de dar testimonio de fe y de amor”, añadió.
Igualmente destacó don Antonio que ante las enfermedades incurables y crónicas, las patologías psíquicas, las enfermedades de la infancia y la vejez, a veces se percibe una “carencia de humanidad” y, por eso, llamó a “personalizar” el modo de acercarse a los enfermos “añadiendo al curar el cuidar”, de manera que se persiga una “recuperación humana integral”.
“Además de tratamiento, el enfermo ha de recibir ayuda, apoyo, solicitud, atención, en definitiva, amor”, subrayó.
No olvidó tampoco el Arzobispo a la familia que está junto al enfermo, que también sufre, y necesita igualmente consuelo y cercanía.
Más tarde, recordó a los enfermos que su misión “es de mucho valor para la Iglesia y la sociedad”, ya que constituyen “el testimonio más elocuente del amor de Dios y la vida confiada en él”. “Cuántas veces decís ‘lo que Dios quiera’. Sed testigos de este amor privilegiado que tanto puede contribuir a la salvación de la humanidad”, les instó.
El Arzobispo recalcó igualmente que, frente al mundo de hoy “que parece confiar sólo en el hombre, sus fuerzas”, la Iglesia tiene una opción preferencial por los enfermos, por los que sufren. Y animó a acompañar a los que están solos porque “esto es lo que cambia el mundo, lo que hace que la vida sea respetada en todas sus fases hasta la muerte”.
Sin duda el momento más emotivo de la celebración fue la procesión de antorchas que recorrió el interior del remplo con la imagen de Nuestra Señora de Lourdes. Poco a poco, la Catedral se fue llenando de la luz de los cirios que portaban los asistentes.
La eucaristía, organizada por la delegación diocesana de la Pastoral de Enfermos y Mayores del Arzobispado, junto con la Hospitalidad Valenciana de Nuestra Señora de Lourdes, fue concelebrada por numerosos sacerdotes y capellanes de hospital. Previamente a la celebración de la eucaristía, se impusieron las medallas a enfermeros y brancadiers de la Hospitalidad que prestan servicio a los enfermos y discapacitados en las peregrinaciones al santuario de Lourdes.