El arzobispo de Valencia, mons. Enrique Benavent, recibe esta semana en el Vaticano de manos del papa Francisco, en la solemnidad de San Pedro y San Pablo, el palio arzobispal que corresponde a los arzobispos metropolitanos como signo de comunión con el Papa y con toda la Iglesia universal.
❐ C.A./B.N| 29.06.2023
El 29 de junio una de las grandes fiestas de Roma, la solemnidad de San Pedro y San Pablo. Es tradición que ese día en la misa que se celebra en la basílica de San Pedro el Papa entregue el palio arzobispal a los arzobispos metropolitanos nombrados en el último año. Este año, por tanto, recibe el palio el arzobispo de Valencia, mons. Enrique Benavent, que tomó posesión de la archidiócesis el 10 de diciembre de 2022. Mons. Benavent está acompañado en la eucaristía en la que recibe el palio, que tiene lugar a las 9.30 h., del consejo episcopal y de una representación del Cabildo catedralicio. Tras esta entrega el palio se lo impondrá el Nuncio del Papa en España, mons. Bernardito Auza, en una eucaristía en la Catedral de Valencia el próximo 8 de octubre.
Este ornamento litúrgico guarda una gran significado y es un signo de comunión con el Santo Padre y está relacionado con la misión del arzobispo de ser el Buen Pastor, a imagen del propio Jesucristo, que sale en busca de la oveja perdida. Los palios son confeccionados con la lana de dos corderos blancos criados por las religiosas del convento romano de San Lorenzo en Panisperna, que luego es ofrecida al Papa por los religiosos de la Orden de los Canónigos Regulares Lateranenses, que sirven en la Basílica de Santa Inés Extramuros, en cuya cripta están custodiadas las reliquias de la santa. Los corderos son bendecidos el 21 de enero, día en el cual se conmemora la muerte cruenta de la mártir romana, en la misma basílica. También son llevados a que los bendiga el mismo Papa. Las religiosas de Santa Cecilia, en el barrio romano de Trastevere, son encargadas de tejer los palios con la lana de estos corderos.
Una vez elaborados, los palios se colocan en el sepulcro del apóstol Pedro, donde se custodian durante todo un año, por lo que se consideran reliquias de tercer grado. De ahí son tomados por un diácono, para ser posteriormente bendecidos por el papa y entregados a los nuevos metropolitanos. Como recordaba Benedicto XVI “es confeccionado con lana de oveja, en representación de Jesucristo, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo y el Buen Pastor que vela cautelosamente sobre su rebaño. El palio recuerda a los Obispos que, como Vicarios de Cristo en las respectivas Iglesias locales, son llamados a ser Pastores a ejemplo de Nuestro Señor”.
Durante la celebración de la misa en la solemnidad de San Pedro y San Pablo, los nuevos metropolitanos, entre ellos mons. Benavent, reciben el palio de manos del Papa. También en la misma celebración realizan un juramento de fidelidad y obediencia a a la Iglesia y al Papa.