REDACCIÓN | 2-02-2018
El cardenal Cañizares, junto a la rectora Asun Gandía, José Luis Sánchez (director del congreso) y José M. Lledó.
El cardenal Antonio Cañizares, gran canciller de la Universidad Católica de Valencia, pronunció la conferencia inaugural del congreso ‘Santo Tomás de Villanueva, Doctor de la Iglesia’, que celebró recientemente la Cátedra de Teología de la Caridad, bautizada con el nombre del santo. En su intervención en el encuentro, el cardenal Cañizares renovó su apoyo a la solicitud remitida por la Conferencia Episcopal Española a la Santa Sede para que la congregación para la Doctrina de la Fe proclame Doctor de la Iglesia al histórico pastor de la diócesis valentina.
“Hay más que suficientes méritos como para que santo Tomás sea proclamado doctor universal de la Iglesia. No solo por su gran doctrina, sino también por su teología del ministerio pastoral, que supone una visión teológica necesaria para nuestros días. No es casual que los seminarios tridentinos se inspirasen en el Colegio de la Presentación”, expuso.
Ejemplo de pastor
Del mismo modo, Cañizares reconoció que este santo tiene para él “una importancia singular”, pues “muestra y encarna” su ideal de obispo: “Por mis estudios, le tengo afecto y admiración. Fue un santo renovador y predicador. Estudiarle me preparó para lo que ahora soy. Él ha sido mi gran maestro. Trabajó incansablemente en su labor pastoral; su secreto: largas horas de estudio y oración”.
Así, Tomás de Villanueva fue un “hombre de Dios, evangélico de verdad que, apoyado en la fe y en la caridad, apacentó a las ovejas a él confiadas con el pasto de la palabra, del ejemplo, y del amor. Ninguna oveja quedó excluida de ese pasto. Las conoció, visitó, alivió, defendió y permaneció junto a ellas. Así les hizo llegar la salvación de Dios”.
“Toda su vida estuvo en función de los demás y de la Iglesia. No buscó ser apacentado sino apacentar. Como buen obispo consolidó lo débil, sanó lo enfermo, restableció lo roto, transformó lo despreciable, buscó lo que se había perdido. No mandó con dureza como dueño y señor sino como siervo y pastor”, recordó el Cardenal.
La vida del santo Tomás “fue una predicación, un signo, una llamada. El mejor alimento que dio a sus fieles fue el testimonio de su vida desgastada, entregada en amorosa solicitud a la salvación de ellas. Su vida y su obra marcan una impronta imperecedera en la iglesia valencia, es un hito en nuestra historia”.
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