En algunas ocasiones la restauración de un cuadro puede conllevar algunas sorpresas. Este es el caso del cuadro ‘La Epifanía’ que se encuentra en el Real Colegio Seminario del Corpus Christi y que con el trabajo de Salut Díez y Ana Villalba se ha convertido en dos obras de arte.
❐ SERGIO BENAVENT| 9.11.23
El Real Colegio Seminario del Corpus Christi siempre ha mostrado un gran interés en mantener su patrimonio cultural, tanto arquitectónico como pictórico y escultórico en las mejores condiciones. Por esta razón, a lo largo del tiempo se han realizado numerosas restauraciones de diferentes piezas que forman parte del templo, del museo o de las diversas estancias adyacentes.
Se trata de un trabajo que nunca se detiene puesto que siempre hay algún elemento que necesita de actualización. Por este motivo, hablamos con Salut Díez y Ana Villalba, restauradoras de obras de arte que llevan muchos años colaborando con el colegio de El Patriarca y ayudando a mantener en las mejores condiciones el gran acervo que posee esta institución.
Díez y Villalba han recuperado recientemente uno de los cuadros de la institución fundada por san Juan de Ribera, y las circunstancias especiales que han rodeado la última restauración les ha obligado a querer trasladarlas a la sociedad valenciana.
“Hemos tenido la suerte de colaborar con el Colegio, que siempre ha estado muy preocupado por recuperar y conservar adecuadamente las obras del Museo”, comienza comentando Ana Villalba. “Hará aproximadamente unos tres años iniciamos la intervención de una de las piezas. Forma parte de una pareja que está en la Sala de Tapices”. La primera en la que se trabajó fue en ‘La Circuncisión’”, detalla Villalba, quien aclara que “se trata de obras anónimas pero que han sido atribuidas al círculo de Vicente Salvador Gómez (Valencia 1637-1678), un pintor barroco que actuó en la ciudad del Turia como ‘Académico Mayor’ de la academia de dibujo establecida en el convento de Santo Domingo.
Ana Villalba explica que ‘La Circuncisión’ está “claramente vinculada a estampas grabadas italianas”. Por lo que se refiere a la intervención realizada por Villalba y Díez para devolver a ‘La Circuncisión’ su belleza original, ambas restauradoras afirman que “resultó una actuación impactante porque tenía un barniz muy oxidado que ocultaba la policromía de la pie
Unos años después, el equipo de restauración ha podido acometer, gracias a una subvención de la Conselleria de Cultura de la Generalitat Valenciana, la recuperación de otro cuadro que forma pareja con la obra mencionada: ‘La Epifanía’era ahora el reto y también ha sido de grandes proporciones, conllevado algunas sorpresas puesto que “ha habido hallazgos muy interesantes”, adelanta Villalba.
En este punto de la explicación interviene Salut Díez, que indica que ‘La Epifanía’ “se encontraba en peor estado porque tenía muchos faltantes de la película pictórica que habían sido cubiertos con muchos repintes”. Al parecer, como el paso del tiempo había deteriorado la pintura original, restauraciones anteriores habían consistido en repintar los puntos donde había desaparecido, cubriendo la pintura subyacente. De hecho, Díez explica que “el 80 por ciento de la pieza se encontraba repintada y no se podía ver el original”.
UNA GRAN SORPRESA
En este momento llegó una de las mayores sorpresas del proyecto: “Cuando retiramos toda la zona superior donde había un repinte muy grande vimos que habían hecho unos injertos de tela con trozos de otra obra”. Había tal cantidad de injerto de tela con dibujos de flores que se consensuó que lo mejor era retirar esas flores que habían sido añadidas a ‘La Epifanía’, recuperarlas y reintegrarlas en una obra aparte, con entidad propia. La razón, apunta Salut Díez, es que “tenían un tamaño muy grande y distorsionaban la pieza original. Se decidió recuperarlas adhiriéndolas en una tela y reintegrándolas para que se pudieran contemplar”.
Verdaderamente, cuando se observa la nueva obra, llama la atención cómo se había podido integrar un cuadro dentro de otro: las flores estaban dispuestas en ‘La Epifanía’ para completar faltantes de pintura original, pero es que ellas, por sí mismas, componen una obra con entidad propia, como se puede comprobar si se visitan dichas pinturas en la Sala de Tapices de El Patriarca.
Ana Villalba incide en esta fase de la restauración: “Se nos planteó la disyuntiva de cómo solucionar el problema”. Dejar las flores en el propio cuadro era la primera opción “pero al tener cierto tamaño, realmente molestaban la visión de conjunto de la obra y cobraban un protagonismo que tampoco era el adecuado”. Finalmente, de un modo consensuado, “se decidió retirar esos injertos de flores, devolverle esa unidad que un día tuvieron y conformarlas en otro cuadro”, explica Villalba.
UN NUEVO CUADRO
La nueva pintura tuvo que superar, como la original, un completo proceso de restauración. Las flores se fueron recuperando “entelándolas, estucándolas y reintegrándolas”. Primero se retiraron de «La Epifanía» y se colocaron en una pieza de tela nueva, posteriormente se procedió al estucado: cuando se procede al estucado, la pieza ya ha sido limpiada y se estuca previamente a la reintegración cromática. Es un proceso que aplica un estuco sobre las lagunas o pérdidas que pueda presentar un cuadro.
Finalmente, las restauradoras indican que se reintegraron las zonas que ocupaban las flores: se tuvieron que restablecer las áreas perdidas del cuadro y las dañadas en la capa pictórica para que se integraran con las zonas originales de su alrededor sin cubrir nada de la pintura original.
El objetivo de este proceso es “darle a esta nueva obra el sitio que merecía, pero independientemente”, aunque la pintura “siempre estará unida a la historia de «La Epifanía»”, como ha quedado documentalmente registrado.