REDACCIÓN | 21-09-2017
La edición del Giro de Italia 2018 se iniciará en Israel, en honor del ciclista Gino Bartali (1914-2000), tripe campeón de esa carrera, quien salvó a ohocientos judíos en la Segunda Guerra Mundial como ‘ciclista de correo’.
Su asombrosa historia salió a la luz después de su muerte, en mayo de 2000. Bartali aceptó una oferta del cardenal de Florencia y fue parte de una red encargada de proteger judíos. Fue ciclista de correo durante la Segunda Guerra Mundial y lo que parecía formar parte de su entrenamiento eran en realidad viajes realizados con el objetivo de transportar documentos y pasaportes elaborados clandestinamente para proteger a los judíos italianos. Las patrullas italianas nunca lo detuvieron porque no sospechaban de su ídolo deportivo, al que más bien saludaban con cariño cuando lo veían montado en su bicicleta.
Bartali era católico, formaba parte del movimiento Acción Católica. Nunca escondió tal filiación pese a la presión del fascismo italiano contra esa realidad eclesial. Mussolini ansiaba suprimir la Acción Católica, lo que fue contestado por el papa Pío XI a través de una encíclica. En ese clima de tensión un periodista preguntó al ciclista si pertenecía a la Juventud de Acción Católica, a lo que él respondió: “¿Cómo que pertenecía? Sigo perteneciendo”. Por su heroica y silenciosa acción al colaborar en salvar a centenares de judíos, Israel le concedió el título de ‘Justo entre lasnaciones’.
En sus 101 años de historia, el Giro sólo había iniciado una docena de veces fuera de Italia, pero nunca fuera de Europa. Su llegada a Israel es el resultado de los esfuerzos de Sylvan Adams, un canadiense-israelí que es aficionado al ciclismo y que planteó que la idea coincidiera con los festejos de los 70 años de independencia de Israel.
Las tres primeras etapas del Giro 2018 discurrirán, así, en suelo israelí, concluidas las cuales el pelotón se trasladará a suelo italiano.
El religioso marianista José María Salaverri escribió para PARAULA un artículo sobre la misericordia y Bartali que reproducimos a continuación.
La misericordia,¿tiene que ser silenciosa?
Siempre me preocuparon algunas palabras de Jesús, aparentemente contradictorias. Por ejemplo, cuando se refiere a las cosas “buenas” que hacemos. Y en este año muy aplicables a la misericordia. Veamos: “Cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha” (Mt. 6,3) y, como contraste, “Brille vuestra luz delante
de los hombres para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos
(Mt. 5, 16). Parece sencillo: no envanecerse de lo bueno que hacemos y, a la vez, que eso bueno sea visto por
todos para gloria de Dios. En la práctica exige una “sabiduría” que viene del Espíritu Santo. Se me ocurre concretarlo en dos casos muy diversos.
“Hay que saber perdonar, hija”
Bustillo del Monte (Santander) 1922. Adrián Gutiérrez, de oficio labrador, y Felisa Santiago contraen matrimonio.
Van viniendo los hijos, numerosos: el primero Manolo que será religioso marianista, y luego más hijas, cinco de ellas religiosas Siervas de María. Un matrimonio ejemplar, profundamente cristiano: “Pidamos al Señor que nos dé lo necesario para vivir, pero que nos libre de ser ricos que da mucha soberbia”, les dice el padre. Felisa, desinteresadamente, es como la ayudante del médico: pone inyecciones, cura heridas, atiende a los enfermos… Julio
de 1936: guerra civil y la provincia de Santander queda bajo la República o mejor dicho bajo las milicias comunistas, que registran las casas, se llevan los sospechosos que acaban desapareciendo… El párroco, apreciado
incluso por el comunista del pueblo, logra huir. Un vecino denuncia a la familia Gutiérrez y a Adrián le toca esconderse… En 1937 los nacionales toman la provincia.
Desde luego, los Gutiérrez no denuncian al denunciante a las nuevas autoridades. Han perdonado y ni siquiera
se lo dicen a sus hijos. Hasta que un día la madre le dice a Consuelo, la hija pequeña, ya joven:
“Acompáñame a casa de D. a ponerle una inyección”. En el camino le contó cómo, cuando la guerra, “D. nos
acusó al ayuntamiento que éramos católicos y que rezábamos el rosario. Y por ello nos apuntaron en la lista de
las familias que tenían que desaparecer. Hay que saber perdonar, hija. Ya ves ahora ¡el pobre! cómo está”. Y le
cuidó lo mejor que pudo, sin una sola palabra que pudiera recordar aquel episodio. Perdón y misericordia silenciosos.
La gesta silenciosa de Bartali
Andrea Bartali recordaba una frase que le repetía su padre, el gran campeón ciclista Gino Bartali (1914-2000):
“El bien se hace, pero no se dice”. Gino, nacido en una familia humilde, aficionado a la bicicleta, empezó a destacar a los 17 años. Son los tiempos en que Mussolini quiere suprimir la Acción Católica y el papa Pío XI le contesta con una encíclica contundente. Un periodista pregunta a Gino, que acaba de ganar su segundo Giro,
(1936 y 1937):
– ¿Usted pertenecía a la Juventud de Acción Católica?
– ¡Cómo que pertenecía! Sigo perteneciendo, desde que hice mi primera comunión…
Y saca su chaqueta con la insignia. No tiene ningún inconveniente en mostrarse en todo momento católico
convencido. Mussolini, deseoso de propaganda, veía en él un instrumento de propaganda fascista, cosa que
nunca fue. En 1938 ganó su primer Tour de Francia…¡con 20 minutos de ventaja sobre el segundo! En aquel
tiempo no había pinganillos, ni cosas así. Sólo puro golpe de pedal. Su actitud católica hace que los franceses
le llamen “Bartali, le pieux”, el piadoso. O el “monje volador”, pues es el rey de la montaña.
Estalla la guerra mundial. En 1943 y 1944, Mussolini empieza, a imitación de Hitler, a perseguir a los judíos.
Bartali empieza también a entrenarse subiendo las cuestas de su nativa Toscana y de la Umbría.
– ¿Para qué te entrenas si estamos en guerra?
– Para estar preparado para cuando acabe…
Y las patrullas italianas nunca lo detienen: saludan con cariño a su ídolo. También los alemanes lo respetan.
El entrenamiento surtió efecto. Ganó el Giro de 1947 y el Tour 1948, venciendo en siete etapas y en la montaña.
Pío XII lo recibe muchas veces y lo pone como ejemplo a los jóvenes. A los 40 años se retiró a Florencia y falleció en el año 2000.
En 2003, murió Giorgio Nissim que, con el apoyo de varios obispos, había organizado una red secreta de
ayuda a los judíos perseguidos, falsificando documentos, pasaportes, etc… Los hijos de Giorgio, encontraron
un viejo diario, en el que su padre detallaba la forma de funcionar la red. Se explicaba minuciosamente los viajes que hacía Bartali, los lugares donde iba, escondiendo los papeles en su bicicleta y entregándolos en algún monasterio o parroquia que escondían judíos. Entrenamientos misericordiosos. Como su amigo Pío XII nunca
presumió de ello al final de la guerra, ni dijo nada a nadie. Se calcula que esa red salvó a unos 800 judíos. A título póstumo, Israel le concedió el título de “Justo entre las naciones”. La auténtica misericordia nace en el corazón y es silenciosa.
¿Silencio o luz para los hombres?
¿Es así? ¿Debe ser así? En el primer caso Adrián y Felisa, aparte de perdonar, callaron. Nada a los hijos: sin
querer hubieran mirado mal a aquel vecino. Es la mano izquierda que no sabe lo que hace la derecha. Cuando
todos son mayores, que lo sepan; aprenderán y darán gloria a Dios.
Gino Bartali, nunca ocultó su ser de católico practicante, dio gloria a Dios en gestos y en palabras. Un día
yendo a la basílica del Vaticano, unas personas lo reconocen.
Les dice: “Hoy no soy el campeón Gino Bartali, sino solamente un joven católico que ha venido a Roma para conocer mejor el sentido de su vida”. Sí, dar gloria a Dios. Por otra parte está su: “el bien se hace, pero no se dice”. Después de su muerte, la Providencia se encargó de cambiar su silenciosa misericordia en luz para el mundo y gloria para Dios.