❐ EVA ALCAYDE | 24.02.2022
El pasado 22 de enero, solemnidad de san Vicente Mártir, tuvo lugar en la Catedral de Valencia la clausura del proceso en la fase diocesana de la causa de beatificación de los siervos de Dios Miguel Payá Alonso de Medina y 90 compañeros mártires.
En esta ocasión, la causa la conforman 66 sacerdotes diocesanos; 8 religiosos y religiosas; y 17 laicos y laicas que, según afirma Ramón Fita, el delegado episcopal para las Causas de los Santos, “entregaron su vida por Cristo, en la persecución religiosa que hubo en España en la década de los años 30 del siglo XX, fieles a su fe y amor a la Iglesia”.
Entre los laicos que caminan hacia los altares se encuentra el joven universitario Alberto Meléndez Boscá. Su historia, valiente y muy valiosa para la fe, se asemeja a la que vivió San Maxilimiliano Kolbe en el campo de concentración de Auschwitz, donde eligió morir para salvar a otro preso con familia, y le ha valido a Alberto el calificativo de “el Kolbe valenciano”.
Un joven rebelde
Alberto Meléndez Boscá nació en Valencia en octubre de 1909. Fue el cuarto hijo de los diez que tuvieron sus padres, Pablo Meléndez Gonzalo y Mª Dolores Boscá Blas, y fue bautizado al día siguiente, como muchos valencianos en la pila de San Vicente, en la Parroquia de San Esteban.
Inició sus estudios en el colegio del Sagrado Corazón, de las Carmelitas. Continuó el Bachillerato en el colegio de los Maristas y después se matriculó en la Facultad de Derecho de la Universidad de Valencia, licenciándose en octubre de 1931. Se incorporó al Colegio de Abogados y comenzó a ejercer la profesión en el despacho de su padre, Pablo Meléndez, que fue un abogado de renombre en Valencia, perteneciente al movimiento de Acción Católica.
Según los datos que constan en su biografía, Alberto tenía un carácter jovial y simpático y muy social, con muchos amigos y querido por todos. Sin embargo, en casa mostraba un genio fuerte y llegó a enemistarse con todos los miembros de su familia, excepto con su padre, quien estaba muy preocupado por el carácter difícil del cuarto de sus hijos.
Se hizo pasar por su hermano
En septiembre de 1936 se presentaron en el domicilio familiar, situado en la calle Colón de Valencia, varios hombres armados del Frente Popular, preguntando primero por el padre Pablo Meléndez Gonzalo y después por su hijo mayor Pablo Meléndez Boscá. Alberto, que se encontraba en casa en ese momento, se hizo pasar por su hermano Pablo, que estaba casado y tenía dos hijos pequeños, y fue detenido en su lugar, junto a su padre. Los dos fueron llevados a Gobierno Civil y después a la Cárcel Modelo de Valencia. Durante el tiempo que permanecieron allí, Alberto, que pidió a sus compañeros que le llamaran Pablo para no incurrir en ningún error que delatara a su hermano, fue en todo momento apoyo y consuelo para su padre.
En la madrugada del 23 al 24 de diciembre Pablo Meléndez y su hijo Alberto fueron sacados de la cárcel. Sus cadáveres aparecieron en el camino de Castellar, pedanía al sur de Valencia. Fueron reconocidos por una de las hermanas y enterrados los dos juntos en el Cementerio General de Valencia. Alberto tenía 27 años.
El padre fue beatificado en 2001
El padre Pablo Meléndez Gonzalo ya fue beatificado en 2001 por Juan Pablo II. En aquella beatificación, la más numerosa del pontificado de San Juan Pablo II, se incluyó a sacerdotes, religiosas y laicos representativos y figuras importantes.
Y ahora, continuando con aquel proceso que se inició en los años 40, se ha trabajado en otra causa, la de Miguel Payá Alonso de Medina y 90 compañeros mártires.
“Como criterio para la selección se tuvo en cuenta el “grupo martirial”, es decir, aquellas personas que sufrieron la muerte en el mismo lugar y en idénticas condiciones de suplicio”, explica Ramón Fita. En algunos casos se trata de personas que fueron martirizadas junto a otros que ya están beatificados, como es el caso de Alberto Meléndez, el ‘Kolbe valenciano’.
Con motivo de la beatificación en 2001 del padre de Alberto, el beato Pablo Meléndez Gonzalo, fueron exhumados los cadáveres y, ante la dificultad de la separación de los restos, fueron inhumados juntamente en la parroquia de San Juan y San Vicente de Valencia.