Belén Nava | 20-02-2014
El camarín de la Virgen de los Desamparados es accesible a los fieles por una escalera de mármol, donde puede ser venerada. De esta forma, el espacio está dividido en dos separados por una hermosa verja de hierro forjado. El primer espacio, es en el que los devotos de la Mare de Déu pueden rezarle; mientras que el segundo, es donde se encuentra la imagen de la Virgen de los Desamparados protegida por un cristal.
El camarín que conocemos actualmente es resultado de unas obras de reforma que se realizaron en la primera década del siglo pasado. Con motivo de las fiestas a la Virgen en el año 1912, toda esa parte del templo, reconstruida bajo la dirección del arquitecto Francisco Almenar, fue inaugurada solemnemente. Una obra de importancia que la Junta de la Real Basílica acometió en 1911.
Entre esas reformas, además de la gran escalera de mármol blanco italiano, que es en lo que primero que se fijan los fieles, se procedió a iluminar la bóveda mediante una claraboya, con ocho vidrieras de la casa francesa Manmejau, que ahora también han sido restauradas junto con la talla de la Virgen, la orfebrería y las pinturas murales del camarín.
Unas vidrieras que permiten que la luz, de forma tímida, se pose sobre la imagen de la ‘Maredeueta’ iluminándola para que todos los valencianos puedan contemplarla.
La principal intervención que se ha realizado sobre ellas ha consistido en devolver a la vidriera su esplendor original.
Los motivos que aparecen en los vitrales son símbolos de la Letanía Lauretana como el Arca de la Alianza, el vaso, el cipres, la domus aurea, el lirio, el olivo, etc. que ahora vuelven a lucir con sus colores originales, hasta ahora ocultos por la suciedad, el polvo y el humo procedentes de las velas que antaño se encendían dentro de la Basílica.
Los trabajos de restauración han consistido principalmente, tal y como explica Carmen Pérez, directora del IVC+R, (Instituto Valenciano de Conservación y Restauración de Bienes Culturales) “principalmente en la limpieza del vitrial pero también en el cambio del marco de madera de la propia vidriera”. Asimismo, se ha reforzado el emplomado que une las diferentes piezas de la vidriera.
“El marco de la vidriera, al ser de madera, se había deteriorado de forma considerable con el tiempo. Con ello se perdía la estanqueidad y permitía que la polución del exterior se filtrase al camarín”, indica.
Una saga de pintores sobre vidrio
Las vidrieras las realizó la Casa Maumejean en 1929. Una empresa familiar fundada en Pau (Francia) en 1860 por Jules Pierre Maumejean, dedicada a la realización de vidrieras artísticas durante más de 150 años.
Los talleres de Jules abastecieron de vidrieras a un buen número de edificios religiosos, civiles y casas particulares, como por ejemplo, la Catedral de Bayona, o el Ayuntamiento de Biarritz. Sus contactos con los círculos madrileños, le proporcionaron numeros encargos y le llevaron a convertirse en el pintor vidriero oficial de la Casa Real de Alfonso XII.
La empresa familiar fue continuada por sus hijos. Unos se establecieron en Francia y otros en España, donde sus talleres fueron de los más importantes del siglo XIX y principios del XX. Llegando a colaborar con artistas de la talla de Picasso o Matisse dentro de la corriente modernista del Art Nouveau.
Así fue culminando la saga de la larga dinastía Maumejean, vitralistas que trabajaron incansablemente durante tres generaciones seguidas, participando en numerosas exposiciones nacionales e internacionales
Esta Casa Maumejean cuenta en su haber con varios premios nacionales e internacionales y catedrales como Segovia, Burgos, Sevilla, Bayona o Vitoria cuentan con vidrieras suyas.