Eduardo Martínez | 02-01-2013
Tal como prometíamos en nuestro número de hace tres semanas, ofrecemos con motivo de la fiesta, este domingo, de los Reyes Magos el desenlace de la historia que comenzamos a contarles entonces acerca del osito Teddy y los regalos de Navidad del pequeño Joseph Ratzinger.
Recordarán que Joseph, junto a sus hermanos mayores, María y Georg, acudieron a una determinada tienda de Marktl am Inn – como era costumbre en el pueblo natal del Papa- para ver qué regalos querían pedir por Navidad. El benjamín de los Ratzinger, que todavía no caminaba solo, vio un osito de peluche y le cogió gran cariño. Cuando unos días después volvieron allí para ver de nuevo a Teddy, ya no estaba. “Mi hermano lloró amargamente; intentamos consolarlo pero estaba muy triste”, recuerda Georg en el libro ‘Mi hermano, el Papa’. ¿Qué pasó finalmente? ¿Había encargado el peluche otra familia o quedaba aún esperanza para los sueños de infancia del futuro obispo de Roma? Es Navidad: permítannos mantener el suspense todavía por un momento…
Hallada una carta suya al Niño Jesús
Justamente estos días navideños ha circulado la noticia de que han descubierto una carta que el propio Joseph escribió en 1934, cuando tenía 7 años, con su petición de regalos al Niño Jesús –como es costumbre en Baviera, en lugar de los Reyes como en España-. Así dice la misiva: “Querido Niño Jesús, pronto descenderás sobre la tierra. Traerás alegría a los niños. También a mí me traerás alegría. Quisiera el Volks-Schott [un misal en alemán], una casulla verde para la Misa y un Corazón de Jesús. Seré siempre bueno. Saludos. Joseph Ratzinger”.
Era también usual entonces –igual que en España- que los niños jugaran a celebrar la misa y que, a tal fin, pidieran este tipo de regalos. En la carta figuran también –en el mismo papel, dado que sus padres no tenían grandes medios y había que ahorrar- los mensajes de María y Georg dirigidos al Niño Jesús. El entrañable documento fue encontrado recientemente en unos trabajos de restauración de la casa –hoy museo sobre el Papa- de Joseph Ratzinger en la población de Pentling, un suburbio de Ratisbona donde vivió con su hermana en los años en que él fue profesor en esa ciudad. La carta había sido guardada allí mismo por María y ahora ha sido trasladada, temporalmente, a la casa-museo natal del Santo Padre, en Marktl am Inn, para que pueda ser vista allí.
El secretario Benedicto XVI, monseñor Georg Gaenswein, ha manifestado sobre el hallazgo que el Papa “se ha alegrado mucho” y que su contenido “le ha hecho sonreír”.
Pero ya decimos que no siempre pedía Joseph regalos de corte religioso al Niño Jesús. Como le gustaban mucho los animales, solía recibir también peluches: un caballo, un pato, un perro… y también un tren, según recuerda Georg. Por lo general –añade-, “no recibíamos grandes regalos, sino sobre todo cosas que necesitábamos, por ejemplo ropa, calcetines que mamá tejía para nosotros, gorros, o lo que en ese momento nos faltara”.
Los niños abrían los regalos en Nochebuena. Aquel año del que hablábamos al principio, lo describe Georg así: “Joseph entró en la sala festivamente adornada con el árbol de Navidad, se echó a reír de felicidad: en medio de los regalos para los niños estaba el osito de peluche, ocupando el espacio que correspondía a mi hermano. El Niño Jesús se lo había traído. Este hecho le deparó la alegría más grande de su niñez”.