❐ M.J.C. /M.A.| 15.06.2023
En el primer acto de la fiesta del Corpus de este año, en la misa y pregón del Corpus en la ciudad de Valencia, el arzobispo de Valencia, monseñor Enrique Benavent, destacó la importancia de la fiesta del Corpus Christi en nuestra archidiócesis y de uno de sus signos “más significativos”, la procesión eucarística, con la que “los cristianos expresamos que en nuestro caminar por la historia el Señor nos acompaña y no nos abandona, y por eso caminamos seguros, alegres y esperanzados”.
El titular de la Archidiócesis presidió la misa solemne en el Real Colegio Seminario ‘El Patriarca’, donde tuvo lugar el “Pregón del Corpus”, a cargo del presidente de la Diputación de Valencia, Antoni Gaspar.
“La solemnitat del cos i la sang de Crist forma part del calendari litúrgic i també de les tradicions de la nostra ciutat i de pràcticament tots els pobles de la nostra diòcesi”, señaló monseñor Benavent en la homilía. La fiesta del Corpus Christi “és una celebració de contrast entre la grandesa i la solemnitat de les manifestacions que acompanyen aquesta exaltació del misteri eucarístic i la senzillesa d’aqueix misteri”, precisó.
El Arzobispo subrayó “la riquesa dels signes culturals i artístics en les celebracions que acompanyen la festa” que sirven para “exaltar el tresor més gran de l’Església, que no són les obres d’art ni les grans custòdies: el centre és el sacrament de l’Eucaristia. I és molt senzill: eixe tros de pa que es converteix en el cos i la sang de Crist i que no es pot contindre en tants tresors elaborats pels homes”.
Respecto a la procesión eucarística, monseñor Benavent explicó que “es un signo de lo que el Señor quiso hacer al instituir este sacramento: quedarse con nosotros, hacer con nosotros el camino de la historia por un desierto en el que a veces hay guerras, injusticias y en el que el camino se hace duro. Pero Él nos acompaña y vamos seguros”.
Para finalizar, el Arzobispo de Valencia señaló que “no puede haber vida cristiana sin unión a Cristo” y pidió “que el Señor nos ayude a valorar y poner en su lugar este sacramento para descubrir que en él se contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, que es Cristo, y que la Iglesia vive y crece a partir de la Eucaristía”.
Gaspar: “Ser pregonero es un privilegio”
Antoni Gaspar mostró su agradecimiento, especialmente a Amics del Corpus, “por la invitación y por este inolvidable privilegio” de pronunciar el pregón del Corpus, “un regalo inesperado en una de mis últimas intervenciones como presidente de la Diputación” y destacó que tanto “la iglesia del Patriarca como mi parroquia de Faura han sido mi refugio en momentos de agradecimiento y en otros de zozobra y desazón”.
El pregonero quiso “ensalzar los valores, tan necesarios hoy, que la fiesta del Corpus nos ofrece. Una fiesta de colaboración, de personas y de instituciones; de unión, que aúna lo humano y lo espiritual, la razón y la fe, lo lúdico y lo litúrgico, las raíces con la actualidad. Una fiesta de recuerdo y de esperanza. Una celebración solemne y alegre, piadosa y desenfadada, de fervor y admiración”.
Del mismo modo, Gaspar destacó el apoyo prestado a la fiesta del Corpus y a otras muchas desde la presidencia de la Diputación de Valencia y dijo que “los valencianos sin nuestras celebraciones, sin su organización ejemplar y única, quizás seríamos un pueblo empobrecido”. En la actualidad “solo hay blancos y negros, nuestros y de ellos, buenos y malos… Complicado abrir hueco a quien cree que es posible serlo todo y no ser nada. A quien cree en la razón, pero ve en la fe un recurso para a veces mover montañas que parecen inamovibles”, señaló.
El presidente compartió sus recuerdos personales vinculados con el Corpus y con el sacramento de la Eucaristía: como monaguillo, en el Jueves Santo, la octava del Corpus, el monasterio de Llutxent, como cirialot en la procesión del año pasado, o en plena pandemia, viendo al Papa en la plaza de San Pedro durante una celebración.
Además, compartió con los presentes en el pregón su danza favorita de la “Festa grossa”: la Moma “esa elegante batalla entre la Virtud encarnada por un hombre vestido de mujer y los siete pecados capitales. Una batalla que lejos de ser algo religioso es el día a día de la humanidad en todas las trincheras posibles”.