B.N. | 14.10.2021
Con un repaso a la historia de la Basílica de San Vicente Ferrer de Valencia daba inicio la misa solemne de Pontifical con la que se conmemoraba el centenario de su consagración, un 12 de octubre de 1921. En la monición ambiental se recordaba que aunque se celebró su consagración, todavía quedaban elementos por acabar del templo de la Orden de Predicadores, dedicado a San Vicente Ferrer, como el ábside, la Capilla de la Comunión o el órgano.
Pero sin lugar a dudas, tal y como se recordó, el templo está formado por “piedras vivas como lo son sus frailes y su feligresía que componen ese Pueblo de Dios que siempre ha estado unido a la Basílica”.
De igual manera se refirió monseñor Javier Salinas, obispo auxiliar de Valencia, que presidió la celebración y aseguró que “es un día grande, el de una consagración de un templo pero también es el de una invocación al Señor porque Él hizo que este lugar se hiciese santo con su presencia”.
Monseñor Salinas, citando a Gustav Mahler, explicó que “la tradición no es adorar a las cenizas, sino preservar el fuego”. “A través de las tradiciones -continuó- mantenemos la memoria de lo que significa el templo para los cristianos. Lo importante no son las piedras, sino que el Señor habita en esta casa. Está entre nosotros. El Padre nos congrega a todos y nos ofrece a su hijo, a Jesús, con la Eucaristía; con su amor sin límites; con los ministros que representan a Cristo mismo; con la asamblea de Dios…porque Él nos congrega para que seamos su pueblo. Recuperemos la conciencia de que somos Pueblo de Dios que camina impulsados por el Evangelio”.
Espíritu misionero
Siendo 12 de octubre el día de la Solemnidad de Nuestra Señora del Pilar y el ‘Día de la Hispanidad’, monseñor Salinas recordó la advocación mariana porque “nos trae la memoria de los que hemos vivido con los pueblos de Hispanoamérica y la labor de los dominicos llevando allí el Evangelio”.
De la misma manera, animó a los allí presentes a seguir el ejemplo de María porque “ella es la promesa de que Él nunca nos abandonará”.
Vida propia
En la eucaristía participaron religiosos y representantes de la orden de Predicadores dominicos en Valencia, entre ellos el prior del convento de San Vicente Ferrer, Antonio Roy y el vicario episcopal para la Vida Consagrada, Martín Gelabert. Este último quiso agradecer, al finalizar la misa, a todas aquellas personas que han hecho posible que la Basílica tenga vida propia a través de los cursillos, de las catequesis, de los sacramentos, de las charlas o de las exposiciones que se han realizado entre sus muros. Porque, tal y como afirmó “estas piedras solo representan a las buenas gentes de Dios”.
Los cantos en la celebración fueron interpretados por la Coral Harmonia Polifònica de Valencia, constituida actualmente por cincuenta y dos coralistas bajo la dirección de Gonzalo Luque Turo.