REDACCIÓN | 27.05.2021
Después de casi dos años de trabajos, el Sínodo Diocesano que inauguró el cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, el 15 de octubre de 2019, en la fiesta de la ‘santa andariega’, santa Teresa de Jesús, culminaba también su andadura, con la Asamblea Sinodal que tuvo que ser aplazada el año pasado por la pandemia. Y como entonces, este año sí, coincidiendo con Pentecostés. El Paraninfo de la Universidad CEU Cardenal Herrera, en Alfara del Patriarca, acogía el pasado fin de semana la plenaria de la Asamblea: acudieron más de 200 miembros sinodales designados – según criterio establecido por el Código de Derecho Canónico- por el Arzobispo entre sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos y diáconos.
A lo largo de tres sesiones plenarias, dos durante la mañana del sábado y una por la tarde, y presididas por el Cardenal, al que acompañaban sus obispos auxiliares monseñores Javier Salinas y Arturo Ros, y el obispo auxiliar emérito, Esteban Escudero, se debatieron y votaron un total de 40 propuestas englobadas en once áreas temáticas recogidas en el ‘Instrumentum laboris’, documento de trabajo, elaborado por la comisión central del Sínodo a través de siete comisiones técnicas con la ayuda también de cuestionarios remitidos a distintas parroquias, colegios, universidades, entre otras entidades.
El punto de partida del Sínodo
Este Sínodo diocesano, como señala el documento ‘Instrumentum laboris’, se convocó para consolidar en Valencia una Iglesia “evangelizada, dispuesta de verdad y con el auxilio del Espíritu Santo a evangelizar, prosiguiendo y retomando, de alguna manera, aquellos otros trabajos con los que hace unos años nuestra diócesis recorría itinerarios para la renovación y la evangelización” recogidos en un proyecto diocesano de evangelización, aprobado posteriormente en Asamblea diocesana.
Las circunstancias y situación actual de la pandemia “lo han retrasado todo, lo han aplazado, pero no lo han suspendido”, como se ha venido recordando de manera particular en la oración de los fieles de la Santa Misa desde que se inauguró el Sínodo el pasado 15 de octubre de 2019.
“Vivimos tiempos verdaderamente difíciles, de prueba. Nos encontramos abrumados y desconcertados por la pandemia del covid-19, que tantos sufrimientos, muerte, miedos, y quebrantos está originando, los cuales hace suyos la Iglesia en Valencia, solidaria, con toda la Iglesia de los dolores, penas y esperanzas de los hombres”, recuerda el documento de trabajo sinodal.
“Además -prosigue- estamos envueltos en una situación cultural y social de olvido de Dios, en que se vive como si Dios no existiera, de apostasía silenciosa y sumergida en una honda crisis de humanidad y moral, cultural, social, política y económica, con todas las pobras inherentes que lleva consigo”.
Pese a todo, la Iglesia que está en Valencia, “que no ha sucumbido a esa tentación, sino que se mantiene firme en la fe y la esperanza, escucha un poderoso, urgente y apremiante llamamiento de parte de Dios y de los hombres de hoy, a evangelizar y ser evangelizada, sencillamente a ser Iglesia, Iglesia de esperanza”.
La gravedad de los problemas que pesan sobre la Humanidad y el “inmenso sufrimiento de tantos hermanos nuestros son una llamada apremiante de Dios a que la Iglesia, alentada por el Espíritu Santo, haga presente a Jesucristo en medio de los hombres y para los hombres de hoy”.
Edificar en Jesucristo
No tiene la Iglesia ni otra riqueza ni otra palabra, ni otra esperanza ni se puede apoyar para su edificación en otro fundamento que en Jesucristo.
La Iglesia existe para evangelizar y hacer posible que surja una humanidad nueva, hecha de hombres y mujeres nuevos conforme al Evangelio, con un estilo nuevo de vivir: el del Evangelio de las bienaventuranzas y de la caridad.
Por lo tanto, con este sínodo, “pedimos que la Iglesia avance en Valencia, con el papa Francisco: caminando, edificando, confesando a Jesucristo crucificado. Y así seremos dichosos, porque seremos mensajeros del Evangelio y anunciaremos la buena noticia que transmitieron los apóstoles. Pedimos al Señor, con la Iglesia, que despierte su poder y venga a socorrernos con su fuerza, que es su amor”.
CLAVES
El Sínodo sitúa tres palabras como claves: Comunión, Renovación y Evangelización
Desde su convocatoria, este Sínodo se ha propuesto “introducir a la Iglesia diocesana en una nueva fase evangelizadora y para ello es necesario impulsar una renovación personal y pastoral –la segunda es imposible sin la primera-, siempre en clave de comunión y sinodalidad, para que se engendren en su seno verdaderos discípulos misioneros”.
Durante todo el proceso preparatorio de la Asamblea Sinodal, tal y como se ha reflejado en los documentos preparados por las distintas comisiones, han aparecido repetidamente cuatro líneas de fuerza que, bajo distintas denominaciones y formulaciones, se consideran muy convenientes para el buen resultado de la Evangelización.
Se refieren a la disposición de los evangelizadores, es decir, a la disposición de todo cristiano que, por el hecho mismo de estar bautizado, se convierte en testigo de Jesucristo. Las propuestas de la Asamblea Sinodal se refieren directamente a estas necesidades o conveniencias, que son las siguientes:
- La necesidad de tener evangelizadores preparados con formación doctrinal, con sentido pedagógico, aliento espiritual y competencia misionera.
- La importancia del acompañamiento, así como del cuidado y la salud, de los evangelizadores.
- La urgencia de una coordinación pastoral a todos los niveles (Consejo episcopal, vicarías, delegaciones diocesanas, arciprestazgos, parroquias, instituciones diocesanas y otras simpatizantes con la Iglesia, movimientos, sacerdotes, religiosos, catequistas, etc.) para aunar y coordinar fuerzas, evitar repeticiones inútiles y aprovechar más ampliamente las iniciativas que van surgiendo.
- El necesario diálogo con nuestra sociedad y nuestro mundo, desde una escucha y acogida “compasiva”.