❐ L.B. | 31.03.2022
Entre los actos programados por la plataforma ‘Valencia sí a la vida’ dentro de la Semana por la Vida en nuestra diócesis, el pasado jueves 24 tuvo lugar una mesa redonda sobre la objeción de conciencia, en la sede de San Juan y San Vicente de la Universidad Católica de Valencia.
En ella participaron ‘online’ Eva María Martín y José Antonio Díez, presidenta y coordinador general de la Asociación Nacional del Derecho a la Objeción de Conciencia (ANDOC), respectivamente, junto con Ginés Marco, decano de la Facultad de Filosofía, Letras y Humanidades de la Universidad Católica de Valencia.
José Antonio Díez Fernández, doctor en Derecho y profesor de Derecho y Criminología, analizó desde el punto de vista ético y jurídico la Ley de regulación de la eutanasia, que entró en vigor en 2021.
En su intervención, y tras definir los distintos términos acuñados por esta ley para hablar de eutanasia, destacó cómo la ley ha creado un nuevo derecho: el derecho a la muerte. “Hasta ahora el Tribunal Constitucional se había pronunciado en varias sentencias en el sentido de que no existe un derecho a la muerte, pero ahora, con esta ley se han cambiado las tornas y se ha creado este nuevo derecho. De manera que quien se opongan a él, se pone en contra de un derecho humano”, manifestó.
Igualmente explicó que para que sea aceptado este derecho se presentan a la opinión pública “casos extremos en los que se ve como una especie de tortura el seguir viviendo, cuando realmente son muy excepcionales”. Y, por contra, a los que se oponen a la eutanasia, se les presenta como “fanáticos religiosos”.
Todo ello con el fin de presentar la eutanasia como muerte digna, “pero la muerte es digna siempre. Lo que se está queriendo hablar es de la calidad de vida”, matizó.
El profesor Díez añadió que dignidad también se confunde con autonomía. “Se pide la eutanasia cuando una persona no se vale por sí misma, depende de otros y se le considera una carga para los demás”.
Frente a estos razonamientos con los que se pretende justificar la eutanasia, subrayó la necesidad de fomentar los cuidados paliativos, “que ahora aún llegan a muy pocos enfermos”, y animó a “proponer alternativas para dotar de mayor dignidad a los más vulnerables y no limitarnos a decir ‘no’ a la eutanasia”.
“Estamos llamados a hacernos cargo del prójimo, a desarrollar la ética del cuidado. Es necesario aprender a escuchar y empatizar con el enfermo, hemos de volver a poner en valor que la vida es un bien sagrado e invulnerable, y que todas las vidas tienen igual valor y dignidad. Ninguna es desechable”, concluyó José Antonio Díez.
Listas de objetores
Por su parte, Eva Mª Martín García, farmacéutica, se centró en el derecho a la objeción de conciencia destacando que “no es una cuestión política ni religiosa, ni de derechas, ni de izquierdas, sino que está por encima de todo eso”. “Es el derecho a que nadie te obligue a realizar actos que te repugnan en lo más íntimo de tu ser”, explicó.
“Y aunque la objeción no la dan las leyes sino que va unida a mi naturaleza y mi dignidad, necesitamos sentencias que nos apoyen”, aclaró.
En el mismo sentido, sobre la importancia de que las leyes reconozcan este derecho, instó a que “su defensa sea valiente, segura y decidida”.
La presidenta de ANDOC se detuvo en las listas de objetores que el artículo 16 de la Ley permite hacer a las administraciones sanitarias. “Las listas de objetores deberían ser lo más limitadas posible y quedar en manos de los colegios profesionales y no de la Administración”, para evitar que pueda haber consecuencias discriminatorias a nivel profesional.
Con gran naturalidad y espontaneidad manifestó “no sé por qué se asustan de que haya objetores si lo normal es que un médico, por su vocación, quiera sanar y cuidar vidas. ¿Cómo le pueden decir que debe eliminar a un ser?”. Y destacó el hecho de que “todo un hospital, en bloque, puede hacer objeción de conciencia”.
Entre sus conclusiones, Eva Mª Martín manifestó que “la objeción está reconocida en nuestra Constitución y si hay que pelear en los Tribunales, pues se pelea aunque el ambiente sea duro”. E insistió en que “hemos de aprender a defender la objeción en todos los ambientes, sin miedo y con mucha fuerza” porque “es una cosa seria, profunda, en la que te va la vida”.
En cuanto a la labor de la Asociación Nacional del Derecho a la Objeción de Conciencia que ella preside, destacó que “hay mucha gente que se siente sola y hundida, con miedo a que le despidan. En la asociación damos apoyo, también jurídico, que vean que no están solos”.
La formación de los profesionales
Ginés Marco participó presencialmente en la mesa redonda, destacando que aunque la objeción de conciencia tiene una génesis individual, es personal, “se valora cada vez más la tipicidad social de grupo”, por lo que es “fundamental que haya asociacionismo que promueva derechos y libertades fundamentales como ésta” y que permita “influir para mejorar la legislación”.
Defendió, asimismo, el derecho al disenso. “Tenemos capacidad para desmarcarnos, para desvincularnos aunque nos quedemos en minoría”, manifestó.
Ante la realidad de que no todos los profesionales asumen la objeción, Marco manifestó que es “por falta de formación”. Y destacó el gran papel que las universidades tienen en la formación de los jóvenes para “hacerles salir del letargo”. Formación en la que, junto a la universidad, la familia tiene una misión fundamental. “Es más fácil no educar que educar, a veces por falta de tiempo. Pero hay que preocuparse también por lo intangible, no sólo por las necesidades materiales de los hijos. Familia y universidad han de ir de la mano”.
Juan Andrés Talens, director del secretariado diocesano para la Defensa de la Vida, en la conclusión de la mesa redonda destacó que estamos en un cambio de época, por lo que se nos presentan muchas oportunidades. “Ahora el testimonio de la fe es fundamental. Hemos de formar héroes de la cultura de la vida”, manifestó.