Se estrena el nuevo portal digital que publica en abierto las obras del fundador del Opus Dei optimizado para facilitar el acceso a personas con discapacidad visual. Fue en Valencia, donde se publicó la primera edición de Camino, el libro más conocido de San Josemaría Escrivá, por ello ciudad elegida para la presentación del digital con la presencia del vicario auxiliar de Opus Dei, Mariano Fazio (Buenos Aires). Historiador y filósofo, también experto en comunicación institucional -primer decano de la Facultad de Comunicación institucional de la Università della Santa Croce, Roma y Rector de la misma- que nos da su perspectiva de la actualidad.
❐ AMPARO CASTELLANO| 6.10.23
Qué supone reencontrarse con la obra de San Josemaría Escrivá y qué ha supuesto para quienes han trabajado en este proyecto volver a recopilar todo este trabajo bibliográfico?
- San Josemaría recibió un carisma el 2 de octubre de 1928. Estamos preparando el Centenario de la fundación del Opus Dei pero como dice el Papa Francisco, ‘todo carisma es para la Iglesia universal’, y en concreto el de San Josemaría Escrivá es ‘todos estamos llamados a ser santos’, y salvo que alguno tenga una vocación a la vida religiosa, la vocación es santificarse en la vida ordinaria, en el trabajo, en la familia, en las relaciones sociales. Con lo cual es un mensaje totalmente universal que puede llegar a todo tipo de personas, y hoy, con los medios tecnológicos que gracias a Dios tenemos a nuestro alcance, pensamos que podría hacer un gran servicio a muchísimas almas y en particular a la Iglesia, poner al alcance de todo usuario de Internet este tesoro de los escritos de San Josémaría, que no son sólo para los miembros del opus Dei sino para todo cristiano, para toda persona de buena voluntad.
- En mi humilde opinión necesitamos más capilaridad del mensaje del Evangelio. La utilización que están haciendo algunos llamados ‘influencers’ católicos o el uso de las redes sociales tiene un papel, pero ¿con la capacidad de profundizar verdaderamente?. ¿Cuáles cree que serían los canales adecuados, o la combinación de los mismos para hacer llegar el mensaje de la Iglesia?
- Vivimos en un mundo que tiene luces y sombras. Yo soy optimista por naturaleza porque el Señor me ha dado el don de la fe, y por lo tanto, hay que ver la realidad del mundo con los ojos de la fe. Y hay muchas cosas buenas, tantas personas que dan su vida por los demás, tantos testimonios maravillosos, junto con sombras, porque no podemos cerrar los ojos a la realidad. Es un mundo secularizado, descristianizado, y por lo tanto, me parece que es una situación análoga a la de los primeros cristianos que se encontraban en el Imperio romano y que, poco a poco, fueron acercando a tantísimos de sus conciudadanos a la fe. ¿Cómo lo hicieron? En primer lugar con sus propios testimonios. Los medios tecnológicos son buenísimos, pero siempre son medios, son instrumentos. Creo que el principal canal de evangelización es el apostolado personal, también como dice el Papa Francisco inspirándose en el Cardenal Newman ‘de persona a persona, de corazón a corazón’. De modo que un testimonio personal, una vida de acuerdo a las bienaventuranzas, con estilo evangélico, eso llega al corazón de la gente. Una persona que sabe perdonar, que sabe comprender, que sonríe, que tiene compasión, inmediatamente se gana el corazón de las personas, eso me parece fundamental. Después ese testimonio evangélico hay que transmitirlo a través de todos los medios que tengamos a nuestro alcance. Cuando me preguntan ¿cómo tenemos que transmitir el Evangelio, qué medios hay que utilizar?, yo diría todos, todos los que tengamos a nuestro alcance, pero empezando por el testimonio personal.
- Estamos en una sociedad cada vez más secularizada, con menos acceso intelectual a un pensamiento crítico, una sociedad ’líquida’. Cree que el hecho de que se haya casi ‘desterrado’ la filosofía de los planes de enseñanza hace que se reduzca también la capacidad de discernimiento?
- En primer lugar estoy muy contento de estar en España porque siendo argentino agradezco a España ha llevado la fe a mi país, a todo el continente, el idioma que es una maravilla, por tanto, no soy partidario de la ‘Leyenda Negra’. Tampoco de una ‘leyenda dorada’, todo tiene luces y sombras, pero como decía San Juan Pablo II más luces que sombras teniendo en cuenta el testimonio de fe de todo el continente americano. Lo que sucede en España de menos filosofía, menos humanidades, lamentablemente no es un problema local, es más bien universal. Me parece una gran pérdida porque Dios nos ha dado el uso de la razón, con la participación de la luz divina, y por tanto, no es una buena fe la que no está en concordancia con la razón, así como la razón tiene que servirse de la luz que le da la fe. Hace unos meses el Señor llamó al Papa Benedicto XVI que era un gran apóstol del diálogo entre la fe y la razón. Una fe sin razón puede convertirse en fundamentalismo y la razón sin fe puede ser, no muy científica sino muy cientificista, muy reductiva, que no sabe hablar del corazón, de los sentimientos, de la muerte. Con lo cual es una gran pérdida no darle importancia a la razón, a la filosofía y a la teología. Y el diálogo fe y razón es un gran desafío que tenemos en la Iglesia contemporánea.
-Usted ha publicado, entre otras semblanzas biográficas, ‘El Papa Francisco. Claves de su pensamiento’. Parece que haya visiones muy disonantes del Papa, según se contemplen sus palabras en Europa o en América. Cree que verdaderamente conocemos la ‘verdad’ de lo que nos sugiere el Papa, o que hay más interpretaciones que fidelidad a sus pronunciamientos?
-Creo que las malas interpretaciones del mensaje del papa Francisco son bastante universales, entendido en una ‘lógica’ de las noticias. La Exhortación Apostólica con la llamada universal a la santidad, de la ‘santidad de la puerta de al lado’, o el seguimiento de Cristo de los jóvenes en el documento -que es uno de los que más me gusta de su pontificado- ‘Christus Vivit’, que llama a los jóvenes a seguir a Cristo verdaderamente con todas las consecuencias, de transmitir el mensaje evangélico con mucha naturalidad, tomando una cerveza en un bar con sus compañeros…Eso no es noticia. Lo que es noticia es cuando el Papa se expresa sobre temas más opinables, que evidentemente siempre puede dar pie a una polémica, pero me parece que hay que distinguir al Papa cuando habla oficialmente como Vicario de Cristo en sus documentos, de un mero comentario con los periodistas. Repito, entiendo la lógica de los medios, pero qué bueno sería que también divulgaran este mensaje del Papa que es un mensaje muy exigente de seguimiento de Cristo, de cuando habla que hay que dar la vida por los pobres, por los más necesitados. Eso sólo lo logramos estando muy unidos a Cristo, y de eso nos habla el Papa, de salir de nuestra zona de confort, enamorarnos de Cristo y llevarlo a los demás. Es un pontificado muy exigente, pero muchas veces nos quedamos en la polémica de una palabra de más o de menos que ha dicho el Papa.
- El Sínodo de la Sinodalidad convocado por el papa Francisco celebra en este mes de octubre en el Vaticano la Asamblea General Ordinaria. Aunque aún nos queda mucho hasta su celebración final, sin embargo no dejan de aparecer opiniones o declaraciones en torno al mismo que generan confusión.
- La institución del Sínodo nació en el Concilio Vaticano II, la impulsó Pablo VI para hacer participar toda la Iglesia de la vida misma de la Iglesia bajo ‘la cabeza’ visible de la Iglesia, que es el Papa, Vicario de Cristo. Tuve una experiencia sinodal porque fui Padre Sinodal en el Sínodo de la Juventud, donde fueron unos días maravillosos, donde noté la presencia del Espíritu Santo, un clima de gran comunión, y me llamó mucho la atención que una cosa era el Sínodo real y otra muy distinta el Sínodo de ‘las interpretaciones’. Daba la impresión de que todo en el Sínodo giraba en torno a la moral sexual de los jóvenes, cuando fue un tema que se trató, pero uno más, también se abrieron muchas perspectivas para la evangelización de la juventud, que es el presente y el futuro de la Iglesia. ‘Sínodo’ significa caminar juntos, estoy convencido que en una convocatoria del Papa a obispos, sacerdotes, religiosos, laicos hombres y mujeres… ahí en medio está el Espíritu Santo. Lo que tengo miedo es a las lecturas ideológicas del Sínodo. Hay muchas expectativas de que cambie cosas esenciales de la fe católica, y evidentemente no va a cambiar nada esencial. Ojalá que haya novedades para hacer llegar el mensaje del Evangelio a las necesidades de la cultura contemporánea, pero no va a tocar nada de lo esencial. Y eso lo dijo muchas veces el Papa: ‘El Sínodo no es un parlamento’. Rezo para que el Espíritu Santo se luzca en este Sínodo y que prevalezca sobre lecturas ideológicas, que creo que no estarán presentes dentro del Sínodo, sino en los ambientes en torno del Sínodo, pero fuera del Aula Conciliar.
- Qué pensaría hoy el fundador de la situación de la Iglesia, de las relaciones Iglesia- Estado, o de la libertad religiosa
- San Josemaría era un enamorado de la libertad, y por tanto, estaba totalmente a favor de la libertad religiosa, en momentos donde en España no había por circunstancias -que no me toca juzgar- y se llenó de alegría en el Concilio Vaticano II cuando salió la Declaración ‘Dignitatis Humanae’ donde habla que nadie puede entrar en el sagrario de la conciencia, sólo Dios puede entrar, el Estado no puede presionar la conciencia no puede imponer una determinada fe. Decía que cuando alguien era perseguido por sus ideas, por más que él no compartiera esas ideas, tenía la tentación de ponerse del lado de la víctima porque quería sufrir por la libertad. En alguna oportunidad dijo que quería ser ‘el último romántico’, en referencia a los románticos del siglo XIX, que muchas veces eran liberales, masones, anticlericales, etc., que sin embargo tenían un gran amor por la libertad política, libertad en las artes…, y decía: ‘no me dejen a mi ser el último romántico porque yo también estoy dispuesto a dar mi vida por la libertad, no sólo por la mi libertad, sino por la libertad de los demás’. Con lo cual, creo que estaría muy contento de ver cómo jurídicamente la libertad religiosa está bastante garantizada, por lo menos en el mundo occidental, y a su vez creo que no le gustaría la ‘dictadura de lo políticamente correcto’. Teóricamente todo el mundo puede decir lo que quiera, pero cuando uno empieza a hablar de valores evangélicos, de Dios, etc. sobre todo en los países latinos, inmediatamente uno es tachado de fundamentalista, de querer imponer la propia verdad, etc. Con lo cual jurídicamente está muy garantizado la opinión pública correcta que a veces pone bastantes límites a esa libertad.
- Nos dice que es usted optimista, denos un mensaje deesperanza.
- -La esperanza es una de las virtudes teologales y ¿por qué tenemos que tener esperanza? Porque Cristo ya ha triunfado, Cristo ha muerto por nosotros en la Cruz, nos ha redimido pero después de tres días resucitó y por lo tanto ya hemos ganado la guerra. A San Josemaría le gustaba hablar de una hermosísima guerra de amor y de paz. La vida cristiana es una lucha contra el pecado y las consecuencias del mismo, pero también es una lucha para difundir pacíficamente la alegría, el sentido de la vida, etc. Como Cristo ya triunfó, nosotros ya hemos triunfado. Todavía no vemos el final de esta guerra de amor y de paz pero tenemos la seguridad de que la victoria ya ha sido conseguida.
- Valencia ha sido tras Madrid la segunda ciudad de España donde se impulsó Opus Dei, pero no sólo eso, también el proceso de canonización de San Josemaría ¿a qué cree que se debe?
- No sabría decir por qué fue la segunda ciudad, pero lo cierto es que varias de las primeras vocaciones eran valencianos que habían ido a Madrid a estudiar, y por lo tanto, era bastante natural, bastante lógico, que los valencianos comenzaran la labor apostólica en Valencia. Esto me parece que también es muy evangélico, cuando uno ve cómo el Señor llamaba a los primeros, uno llamó a su hermano, el otro a su amigo, el otro que era del mismo pueblo, etc. y así fue la expansión del Opus Dei. Fue acercándose gente de distintos lugares y fuimos comenzando en muchas ciudades. En Valencia realmente ha tenido una acogida muy buena desde el principio, eso creo que es porque el Mediterráneo ofrece luz, belleza y todo el mundo tiene un corazón muy grande. Las veces que he venido a Valencia me he sentido totalmente en mi casa, lo digo no para ganarme al público, sino que es verdad. Hay mucha humanidad, y eso facilita también la labor apostólica. Además, obispos de Valencia siempre fueron muy amigos de San Josemaría.