❐ REDACCIÓN | 10.2.22
El Arzobispado de Valencia puso en marcha hace dos años la Oficina de Protección del Menor (OPM), fruto de la petición del papa Francisco a todas las diócesis del mundo frente a casos de abusos sexuales. “Una oficina que fue de las primeras abiertas en España con el objetivo de estar siempre del lado de la víctima, escuchándola, acompañándola y recibiendo toda la información, en comunicación siempre y a disposición de las instituciones judiciales”, explica el sacerdote Daniel Juan Tortosa, director de este servicio diocesano.
“Un sólo caso para esta Oficina es demasiado y una sola víctima son muchas y lo son todo para nosotros. Es el axioma desde el que partimos”, según Tortosa, quien destaca que en estos dos años “no hemos recibido ninguna denuncia formal pero sí existe una denuncia que la OPM ha interpuesto ante la Fiscalía al tener conocimiento de un caso, en enero de 2021, y desde ese momento está en manos de las instituciones judiciales”.
Respecto a la forma de actuar de la OPM, “cuando recibimos información sobre un posible caso automáticamente nos ponemos en marcha para verificarlo y, si tenemos el nombre de la víctima, contactamos con ella e iniciamos una investigación y comprobamos si con toda esta información se puede iniciar un proceso penal, informando a la Fiscalía, y en ese caso se apartaría al sacerdote implicado de su ministerio”.
En colegios y parroquias
En la diócesis de Valencia “fuimos los primeros en poner en marcha esta oficina hace ya dos años, y desde entonces nos pusimos a trabajar buscando a aquellas personas que hubieran sido abusadas, contrastando datos publicados en los medios de comunicación y realizando muchas más acciones para lograr nuestro objetivo, que es estar al lado de toda persona que haya sufrido esta lacra del abuso, en su niñez o adolescencia, para que no vuelva a ocurrir”.
Desde que se puso en marcha la OPM hace dos años “ningún sacerdote ha sido apartado porque no existen denuncias formales hasta la fecha, excepto un caso, en el que hemos interpuesto nosotros la denuncia ante la Fiscalía, y no se trata de un sacerdote, sino que es un laico el implicado”, señala Tortosa.
La Oficina de Protección del Menor “ofrece un espacio seguro a todas las víctimas que quieran acudir a nosotros y ponemos todos nuestros medios a su disposición”. En este sentido, “desde el Arzobispado de Valencia hemos sido pioneros en nuestros colegios y parroquias, y en todas las realidades en donde hay posibilidad de proteger al menor, y hemos trabajado en la línea de la concienciación y en la creación de espacios seguros para que todo esto no vuelva a ocurrir”.
Del mismo modo, “ofrecemos la máxima disponibilidad y todos los medios a nuestro alcance y, si es necesario, pondremos más medios pero en este tema no se nos puede achacar de inmovilismo, al contrario”, precisa el director de la Oficina de Protección del Menor.
Desde que se puso en marcha la OPM “nuestro principal fundamento es estar cerca de las víctimas, conocerlas y acompañarlas. Si hay algún tipo de necesidad reparativa, de acompañamiento psicológico o de terapia, también están a su disposición. Las víctimas son las que han sufrido cada caso y es con ellas con quienes tenemos que estar, y si es necesario un asesoramiento legal, tanto penal como canónico, también lo ofrecemos”.
Acoger y escuchar
En este ámbito, en los últimos años “se han dado pasos en la medida en la que hemos conocido los casos y en la medida en que, en comunicación con las instituciones judiciales o con la Fiscalía, hemos ido conociendo cada uno de los casos”.
Concretamente, en dos años “no hemos recibido ninguna denuncia formal sino información de casos que hemos recogido a través de los medios de comunicación”. De estos casos conocidos “tenemos el nombre de una víctima, nos hemos puesto en contacto con ella y estamos esperando respuesta, y hace poco tuvimos noticia de otra víctima, de un caso publicado en un medio de comunicación, con la que también hemos contactado y esperamos respuesta”.
Respecto a casos ocurridos en el pasado, la oficina “está abierta para acoger y escuchar todos los casos, para poner en sus manos lo que sea necesario y emprender las acciones que sean oportunas ante las instituciones judiciales”. Concretamente, “los casos del pasado de los que hemos recibido información ocurrieron en los años 50, 60 y principios de los 70 del siglo XX. Todos han prescrito a nivel civil y canónico pero no nos importa: lo que nos importa es estar al lado de la víctima, conocerles para poder ayudarles y acompañarles, y ofrecer todos nuestros medios e instrumentos para que puedan reparar y sanar el daño”.
“El problema es que no podemos contar sólo con datos sociológicos o de realidades que han ocurrido sin caras, sin personas a las que dirigirnos”, recalca Tortosa, quien subraya que “es una obligación de todo español, al tener conocimiento o noticia de un posible caso de abuso sexual, ponerlo en conocimiento y disposición de la Fiscalía”.
En lo referente a la posibilidad de crear en el Congreso de los Diputados una comisión específica sobre los casos de abuso relacionados con la Iglesia, la opinión de la Oficina es que “un abuso es un abuso en todas las entidades, lugares y personas, no podemos ponerle apellido a los abusos. ¿Por qué una investigación para los cometidos por personas dentro de la Iglesia y no para cometidos contra las personas, por qué ese apellido? ¿Por qué dejar fuera a personas abusadas en el entorno familiar, que es el que cuenta con el porcentaje más alto de casos de abuso, o en el entorno educativo no católico, u otros entornos institucionales o sociales dependientes de la Administración?”, lamenta Tortosa.
En la misma línea, el director de la OPM defiende que “es el momento de ir codo con codo y no hacer lecturas partidistas de este tema, dejando a las instituciones a las que les corresponde que determinen qué hacer. Estamos a disposición de las instituciones judiciales para todo ello. No es sólo un problema que compete a la Iglesia. El porcentaje de casos en el seno de la misma es del 0’2 por ciento del total de abusos. Pero ante todo no debemos olvidar lo más importante: una sola víctima lo es todo para nosotros y una es demasiado”.
Igualmente, desde la OPM recalcan que “los abusos no los comete la Iglesia sino miembros dentro de la Iglesia; no son abusos de la Iglesia sino en la Iglesia. Al igual que un abuso en el seno de una familia no es un abuso de la familia sino de una persona dentro de la familia”, concluye.