❐ L.B. | 15.03.2023
“Muy contento y con muchas ganas de seguir viviendo”. Así se declara José Peiró Durá que el pasado viernes 10 de marzo, cumplió 100 años. Es el sacerdote más mayor de la diócesis y el que más años lleva ordenado presbítero. Por este motivo, la residencia sacerdotal Betania, donde vive, se llenó de fiesta para celebrarlo, así como su localidad natal, Benaguasil, donde se le rindió un cariñoso homenaje el domingo 12.
El templo de la Asunción de Nuestra Señora de Benaguasil se llenó de fieles. Todos querían acompañar a don José en este día tan especial y manifestarle su cariño y reconocimiento. La misa de acción de gracias fue presidida por Luis Molina, delegado diocesano para el Clero, y concelebrada por el párroco, Ricardo Fogués, junto con sacerdotes hijos de Benaguasil y de Llíria. También asistió el alcalde, Joaquín Segarra, concejales y representantes de las diversas cofradías, así como las Terciarias Capuchinas del Santuario de Montiel y de Massamagrell.
Hijo predilecto de Benaguasil
Finalizada la misa, el Alcalde entregó a don José Peiró el pergamino que acredita su nombramiento como ‘Hijo predilecto de Benaguasil’, destacando su labor sacerdotal y humana.
José Peiró agradeció cariñosa y humildemente a todos los presentes con unas emocionadas palabras: “No agradezcáis mi trabajo pastoral. Ha sido posible gracias a la ayuda del Señor y de la Virgen. No es mérito mío”. Los aplausos de los fieles llenaron el templo y el acto finalizó cantando todos el Himno a la Virgen de Montiel, explica Miguel R. Bondía, cronista oficial de la localidad.
El párroco, Ricardo Fogués, destaca lo querido que es Peiró en Benaguasil y su entrega a la misión, a la evangelización. “Cuando yo llegué a la localidad, don José se acababa de retirar a la residencia sacerdotal de Quart de Poblet. En el pueblo todos le tienen muchísimo cariño. Cuando celebramos las fiestas de la Virgen de Montiel, don José siempre que puede viene. Y desde que se jubiló hasta que se marchó a la residencia con 95 años, subía al santuario a celebrar la eucaristía y visitaba a los enfermos en sus casas, recorriéndose el pueblo de una casa a otra callejeando. Todos recuerdan estos detalles de su entrega, por lo que le están muy, muy agradecidos”.
Tarta y velas en Quart de Poblet
El centenario lo festejaron también en la residencia de Quart de Poblet. Allí celebraron una misa de acción de gracias el mismo día del cumpleaños de don José, que pudo soplar las velas acompañado por sus compañeros de residencia, las religiosas Cooperadoras de Betania que les cuidan y algunos familiares y amigos. También hasta allí se acercaron varios seminaristas que quisieron acompañar en este día tan especial a don José, un modelo para todos ellos.
Después de estas celebraciones y reconocimientos, José Peiró se mostraba muy agradecido. “Me ha gustado porque me ha hecho recordar cosas de jóvenes, he revivido tiempos pasados”, explica. Y con gran sincera manifiesta: “Yo no sé que haya hecho méritos para todo esto, pero gracias porque es un honor muy grande”.
La madre Teresa, superiora de la comunidad de las religiosas Cooperadoras de Betania, lo describe como una persona “muy humilde y sencilla”. “Habla con todos. Es muy buena persona, muy alegre y atenta. Se preocupa mucho de los demás”, destaca. A ello añade que “tiene mucha fuerza de voluntad y, a pesar de la edad, hace el esfuerzo de ponerse de pie y ayudar. Se mueve y aún hace cosas él sólo”. Asimismo destaca que todos los días, Peiró reza laudes y vísperas con su móvil. “Sabe lo que tiene que rezar, no necesita que nadie se lo indique y se maneja muy bien con el móvil”, añade la superiora.
Vocación precoz
José Peiró nació en marzo de 1923 en Benaguasil. Su vocación fue precoz y surgió del ejemplo de su entonces párroco, Fermín Gil.
Tras ser ordenado sacerdote por el arzobispo Marcelino Olaechea en 1947, su trayectoria sacerdotal se desarrolló en Burjassot, La Cañada, Navarrés, Benimàmet, Llíria y Benaguasil, donde tras su jubilación asistía como capellán a las Terciarias Capuchinas del Santuario de Montiel y a los enfermos.
Peiró reconoce que con lo que más ha disfrutado allí donde ha estado ha sido acompañando a los enfermos. “La muerte es un momento decisivo, el final de la vida, es el paso más importante, el último, y es mejor darlo acompañado y preparado”.
Los enfermos han enseñado mucho a José. “Me he encontrado con personas que se rebelaban, sin embargo, otras demostraban mucha paciencia ante la enfermedad. Incluso yo me asombraba de ver cómo aguantaban el sufrimiento”.