EDUARDO MARTÍNEZ | 2-02-2018

Hace unos días, el violonchelista, violagambista y director del conjunto barroco ‘La Spagna’, Alejandro Marías, ofreció un concierto durante el congreso sobre santo Tomás de Villanueva organizado por la Universidad Católica de Valencia. PARAULA conversó con él sobre la fuerza comunicativa de la música y su vertiente sacra hoy en la Iglesia, sobre el disco que acaba de publicar (‘A tribute to Telemann’) y sobre la figura de su abuelo, el eminente filósofo Julián Marías, uno de los mayores inculturadores del Evangelio que ha dado la cultura hispánica. Dice que es “imprudente” como él cuando habla de ciertos temas. Acaso lo que es, más bien, es valiente y veraz, como lo era don Julián.
– Música para acompañar la figura del ‘obispo de los pobres’, de santo Tomás de Villanueva… ¿Fue fácil?
– Siempre es un reto cuando te piden un programa adaptado a un contexto concreto. Pude leer algo acerca de santo Tomás de Villanueva y me pareció una figura interesante. Elaboramos un concierto con una mirada panorámica de la música en su época. Creo que funcionó muy bien. Tanto Manuel Minguillón, que compartió escenario conmigo, como yo lo disfrutamos y normalmente cuando eso sucede transciende al público, se suele contagiar.

– ¿Cómo definirías la fuerza comunicativa de la música?

– En mi opinión, la profundidad con la que puede comunicar la música no la tiene ninguna de las artes plásticas ni siquiera la palabra. Esta es más precisa y concreta, pero no tiene la hondura ni la universalidad de la música. Con la palabra solo podemos comunicarnos con gente que habla nuestro idioma. Pero una música tierna es tierna para cualquier persona del mundo, sea cual sea su lengua; y una música furibunda es furibunda para todos… La música tiene la capacidad de transmitir el fondo de la persona.

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