El 6 de enero se celebra la segunda fiesta más importante del tiempo litúrgico de la Navidad: la Epifanía del Señor, la manifestación del Señor a todos los hombres. Este día el Evangelio nos recuerda cómo los magos, representando a toda la humanidad, acudieron a adorar al verdadero Rey, a Cristo. Un día entrañable para los más pequeños que ven como los Reyes Magos les traen regalos a sus casas y, tal y como les mostró a ellos la estrella, nos invitan a adorar al Niño Dios.

CARLOS ALBIACH| 5.1.24

«Ellos, después de oír al rey (Herodes), se pusieron en camino y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra”. Así narra el Evangelio de Mateo la escena en la que los Magos de Oriente, y que según la tradición hemos bautizado como Reyes Magos, se postraron ante Jesús reconociéndolo como Rey. Este texto nos habla de la Epifanía del Señor, es decir de su manifestación como Salvador de la humanidad entera y de que todo ser humano, representado por los Magos, está llamado a conocer el Evangelio y a acoger a Cristo.

¿Pero quiénes eran los Magos? El Evangelio, como hemos visto, no les da nombre ni número. Los actuales nombres (Melchor, Gaspar y Baltasar) vienen de tradiciones antiguas y son una ayuda para entender mejor este misterio. En este sentido, los Padres de la Iglesia son los que hablan de tres, quizás en relación a los tres regalos. De hecho, el teólogo Orígenes en el siglo II ya habla de tres magos. En el siglo V, León Magno fija en tres el número de reyes, representando así las tres razas humanas: la semítica, representada por el rey joven; la camítica, representada por el rey negro; y la jafética, representada por el rey más anciano. Una forma también de remarcar esta manifestación de Jesús a todos los pueblos de la tierra.

En el Evangelio nos narra que los Magos les ofrecieron oro, incienso y mirra. En la Escritura todo adquiere una interpretación y un significado que nos ayuda a entender lo que nos dice a nosotros hoy la Palabra. En este sentido, como remarca San Pedro Crisólogo, son dones simbólicos: “el incienso, con el que profesan su divinidad; el oro, expresión de la fe en su realeza; la mirra, como signo de su condición mortal”.


Benedicto XVI durante la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en colonia en 2005 también habló de la importancia de los Magos, puesto que la catedral de esta ciudad alemana según la tradición se conservan las reliquias de estos magos. “Son un testimonio de fe, de esperanza y de amor”, aseguró. “Se habían puesto en camino para encontrar a este Rey; en lo más hondo de su ser buscaban el derecho, la justicia que debía venir de Dios, y querían servir a ese Rey, postrarse a sus pies, y así servir también ellos a la renovación del mundo. Eran de esas personas que “tienen hambre y sed de justicia”. Un hambre y sed que les llevó a emprender el camino; se hicieron peregrinos para alcanzar la justicia que esperaban de Dios y para ponerse a su servicio”, aseguró.Así, añadió, “vieron que el poder de Dios es diferente del poder de los grandes del mundo y con la adoración aprenden que deben entregarse a sí mismos” “Los Magos que vienen de Oriente son sólo los primeros de una larga lista de hombres y mujeres que en su vida han buscado constantemente con los ojos la estrella de Dios, que han buscado al Dios que está cerca de nosotros, seres humanos, y que nos indica el camino”, concluyó.

Francisco en la última solemnidad de la Epifanía también destacó que “la fascinante aventura de estos sabios de Oriente nos enseña que la fe no nace de nuestros méritos o de razonamientos teóricos, sino que es don de Dios”. !Nuestras inquietudes, nuestras preguntas, los caminos espirituales y las prácticas de la fe deben converger en la adoración del Señor. Allí encuentran la fuente esencial de la que todo nace, porque es el Señor quien suscita en nosotros el sentir, el actuar y el obrar. Todo nace y todo culmina allí, porque el final de cada cosa no es alcanzar una meta personal y recibir gloria para nosotros mismos, sino encontrar a Dios y dejarnos abrazar por su amor, que es lo que da fundamento a nuestra esperanza, nos libra del mal, nos abre al amor a los demás y nos hace personas capaces de construir un mundo más justo y más fraterno”, destacó.

LOS REYES MAGOS EN LA DIÓCESIS DE VALENCIA
En la diócesis de Valencia nos encontramos con cuatro parroquias bajo la titularidad de los Santos Reyes: en Benissanó, Villalonga, Yátova y Albalat del Sorells. También en ciudad de Valencia, en el barrio de Monteolivete, se encuentra la parroquia Epifanía del Señor. En la de Benissanó conservan el lienzo ‘La Adoración de los los Reyes’, del siglo XV y atribuido a Paolo de San Leocadio.

Si hablamos de joyas artísticas donde se representen los Reyes, entre otras, hay que destacar el óleo que forma parte del retablo del altar mayor de la Catedral, ‘La adoración de los Magos’.

Por otro lado, en las pueblos y ciudades de la diócesis se celebran distintas tradiciones que van desde las conocidas cabalgatas hasta la típica gastronomía, entre otras. Pero entre ellas resalta la cabagalta de Alcoi, considerada de las más antigua de España, y que finaliza con la entrañable imagen de los Reyes Magos el pesebre instalado en la plaza. Otra tradición es el ‘Misteri dels Reis’ de Gata de Gorgos, en la que se representa el misterio de los Reyes Magos por vecinos de la localidad. El ‘Misteri’ concluye con la bajada de un ángel desde el campanario de la iglesia de la localidad, hasta el Nacimiento instalado en la plaza, que anuncia a los niños que deben marcharse a sus casas para recibir la visita de sus majestades.