“No me llaméis padre, sino hermano”. A Juan Oliver, en el vicariato de Requena (Amazonas peruano) se le conoce como hermano, ni tan siquiera como hermano Juan. Es uno más de ellos, y el único hermano en la fe. Se ha ganado el amor de todos y cada uno de los habitantes del vicariato. Días antes de mi llegada a Requena, a kilómetros y millas náuticas, había oído hablar de él en numerosas ocasiones. Todos reconocen su humildad y sencillez.
❐ ALBERTO SÁIZ | 06.10.2022
Abrazos, agradecimientos y lágrimas se mezclan en el acto de inauguración del nuevo porche de un colegio público, pagado por el vicariato apostólico de Requena. Las profesoras aún con el disfraz de mariposa de su actuación, se funden en abrazos y agradecimientos con Juan Oliver. El sabor dulce y festivo por la inauguración de las nuevas instalaciones, acompaña el agrio sabor de saber que algún día el padre Oliver los dejará. El amor que se tienen es mutuo, la expresividad no. Se llevarán siempre en el corazón. Los habitantes del vicariato de Requena echarán de menos al padre Oliver, tanto como él a ellos. Aún no se entiende el porqué de su marcha. Ellos no quieren que se vaya, él no quiere irse.
Sienta bien la vida franciscana
Los 71 años del hermano Juan solo están en su carnet. Físicamente está hecho un toro, fuerte, ágil, sin un gramo de grasa ni ingerido ni acumulado. Mentalmente está hecho un chaval, como cualquier quinceañero de occidente, se mueve rápido con un viejo ciclomotor Honda. Conserva la picardía y gracia de un adolescente. Pocas conversaciones no acaban con una sonrisa pícara, tras una broma. Su actividad es frenética. A las 4:30 de la mañana cocina la comida y la cena del día, a la vez que desayuna y se prepara para salir a su lectura diaria del evangelio en la radio por él fundada. Antes de las siete de la mañana ya está en el despacho parroquial, con papeles, ‘mails’ y al servicio de cualquiera que lo necesite. Son muchos edificios, instituciones, personas e inmenso territorio a las que él se debe. Administrar un vicariato tan grande con la única ayuda de la secretaria parroquial no es tarea fácil. Por ello ha conseguido que cada una de las instituciones educativas, médicas, sociales de Requena sean independientes en lo económico y en lo organizativo. Una vida franciscana entre los pobres vivida y disfrutada. “Plenamente plenificante” en palabras del hermano.
Seis sacerdotes y 18 hermanas
Ucayali, Tapiche, Puinahua, Blanco, Yavari, Guanache, Maquía, el Pisqui, Manoa, Santa Catalina, Sarayacu son las once cuencas de ríos, para nosotros “el río Amazonas”, del vicariato de Requena. Con una extensión de 82.000 km2, y una población aproximada de unos 140.000 habitantes, 17 distritos, 194 centros poblados. Una extensión como Andalucía, pero con las malas comunicaciones, y lo diseminado de la población serían como 57 Andalucías. De todo esas necesidades, más de su propia subsistencia, se encargan seis sacerdotes y 18 hermanas. Y todo ello siendo aproximadamente el 85% del territorio inundable.
Los tres pilares de la labor del hermano Juan
Tres son los pilares de la labor que el hermano Juan lleva a cabo en Requena. Por una parte está la labor educativa. Con más de 3.000 alumnos, y 14 centros, cubre todos los niveles. Centro de educación básica alternativa, inicial, Primaria y Secundaria y Educación especial. Y de niveles superiores el Pedagógico, Tecnológico y los Cetpros, que son centro educativos técnicos productivos, destinados a formar profesionalmente a la gente para que puedan trabajar, y desarrollar una vida autónoma.
El colegio de Santa Catalina Mártir, que creó desde la nada, en una zona de “invasiones” llamada Nueva Requena y el colegio de necesidades especiales, son sus hijos predilectos.
Las “invasiones” muy comunes allí, son asentamientos ilegales de muchas chabolas, de gente venida en ordes, a la ciudad desde la selva. Sin agua corriente, ni luz, ni saneamientos, ni recogida de basura, y que con los años se les da título de propiedad.
Por otra parte está la labor pastoral. Lo recio, sencillo y austero de su educación franciscana junto con la soledad allí obligadamente desarrollada, se ve en su forma de oficiar las misas. Antes de que lleguen algunas laicas voluntarias, él ya ha preparado el altar y encendido las luces de la parroquia. El coro lo lleva con él, bajo el brazo, metido en un PC de unos 10 años. Con un simple clic, va pinchando en cada momento de la misa la canción elegida.
“La misión es, en definitiva, vivir y padecer con ellos”, asegura. “Ahora nos toca a nosotros sembrar, sin controlar el crecimiento ni mucho menos recoger el fruto, solo Dios es quien da crecimiento, y el que sabe en su momento qué frutos se podrán recoger”, explica con sencillez. “Estamos viviendo un buen momento en ello, tras suscitar mucho la vocación de los laicos a la misión, sea como animadores de comunidades, catequistas, educadores en la fe, en eso actualmente estamos en un momento muy bueno, tenemos muchos grupos de laicos muy comprometidos, en la acción social, educativa, catequética e incluso material de ayuda a la iglesia”, concluye.
Y por supuesto, no podemos olvidarnos de la labor social que se puede resumir en tres pilares: salud, alimento y desarrollo autónomo de la persona.
La Cáritas de Requena no solo se financia a sí misma, sino que da beneficios para hacer labor social. Empezó siendo un banco de microcréditos agrarios. Por ejemplo: doce gallinas y un gallo, prestados a un año con un interés de una gallina y un gallo al año. Aún así no pagaban sus intereses, ni la deuda. Ahora es más bien un banco de microcréditos, a intereses bajos, que consigue beneficios, y que invierte en labor social a aquellos que lo necesitan verdaderamente.
El policlínico Padre Nicolás Giner, perteneciente a Pastoral Social Cáritas Requena, no da pérdidas ni beneficios. Se autofinancia y puede pagar las nóminas de médicos, enfermeras, material e instalaciones. Es un hospital y farmacia de bajo costes, que da servicio en a todo el vicariato. Tiene laboratorio, ecógrafo, equipo de nebulización, electrocardiógrafo y, en breve, Rayos X. El servicio de estos equipos también hacen uso los médicos del ministerio de Salud de la localidad. A través de los promotores de salud, diseminados en los caseríos a las orillas de los ríos, tiene cien botiquines y atención médica. Da servicio totalmente gratuito a las personas que verdaderamente lo necesitan.